En el punto más caliente en el tironeo entre el Gobierno y los piqueteros, la Casa Rosada decidió cambiar su política frente a la protesta callejera: la policía permitió ayer que una multitud de desocupados, estudiantes y trabajadores escenificara un acto opositor en la Plaza de Mayo.
Los piqueteros lo vivieron como una conquista. Era el tercer intento de protestar en la Plaza de Mayo y la jornada era esperada con gran ansiedad. En dos oportunidades anteriores, los manifestantes habían intentado marchar desde el Congreso hasta la Casa Rosada, pero se toparon en las avenidas de Mayo y 9 de Julio con espectaculares operativos de seguridad y no pudieron avanzar.
En cada caso, el Ministerio del Interior impuso un circuito por donde debían marchar las columnas. Hace una semana, la policía ofreció a los manifestantes desviarse por la avenida Belgrano y llegar a la plaza por Diagonal Sur. Los dirigentes insistieron en marchar por la Avenida de Mayo y así estalló una refriega que dejó doce heridos. La novedad de ayer fue que el Gobierno accedió al pedido de los piqueteros y permitió el libre acceso por la disputada Avenida de Mayo.
Una llamada clave
Al mediodía, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, encabezó una conferencia de prensa en la que explicó el giro oficial: el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel lo había llamado para pedirle que el Gobierno no impidiera la manifestación, en la que participarían estudiantes secundarios para conmemorar un nuevo aniversario de la denominada "La noche de los lápices". La flexibilización en la posición oficial fue consensuada con el Presidente, de gira por Estados Unidos.
La movilización de ayer congregó a una diversidad de grupos: piqueteros, estudiantes secundarios y universitarios, partidos de izquierda, gremios en conflicto, asociaciones defensoras de los derechos humanos y hasta familiares de las víctimas de la tragedia de Cromagnon. Se movilizaron más de 30 colectivos desde distintos puntos del interior del país. Los organizadores estimaron una convocatoria de 35.000 manifestantes. La Policía Federal hizo un cálculo de algo más de 8000 personas.
Como en otras oportunidades, el Congreso fue el punto de reunión, hacia donde confluyeron, cerca de las 17, las columnas que venían desde el Hospital Garrahan, Once, Retiro y Constitución. A las 18, las columnas comenzaron a avanzar por la Avenida de Mayo. Debido a la cantidad y variedad de grupos, la caminata por las 18 cuadras que dividen el Congreso de la Plaza de Mayo demoró más de una hora. Desde el cielo los vigilaba un helicóptero policial.
El Gobierno montó un operativo de seguridad de 900 agentes de la Policía Federal, de la Guardia de Infantería y de bomberos. El grueso de las fuerzas se apostó en los alrededores de la Plaza. Además de las clásicas vallas ubicadas a unos 100 metros de la Casa Rosada hubo un cerco extra, sobre Rivadavia, que permitió que no se interrumpiera el tránsito en esa calle.
Los manifestantes ingresaron en la plaza en actitud triunfante, con fuegos artificiales y cánticos contrarios a Kirchner. Lo insólito fue que la entrada de las columnas se demoró, pero esta vez no fue debido a la presencia policial: los canales de televisión habían estacionado sus camionetas sobre Bolívar y entorpecían la circulación frente al Cabildo.
A las 19.20 comenzó el acto, que duró 50 minutos y que consistió en la lectura de dos documentos. El primero condenaba los hechos ocurridos el 16 de septiembre de 1976, en La Plata, cuando desaparecieron siete estudiantes secundarios durante la dictadura. El segundo, más extenso, era una proclama crítica del gobierno de Kirchner, con una variedad de reclamos: un aumento de 150 a 350 pesos en los planes sociales para desocupados, un salario mínimo de 1800 pesos y un incremento en los presupuestos de salud y de educación.
Desde el camión con equipo de audio estacionado de espaldas a la Casa Rosada se escucharon también duros cuestionamientos a la política económica oficial y dardos al presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
La marcha tuvo un resultado sorprendente: logró que tanto los piqueteros como el Gobierno evaluaran como exitosa la jornada. Voceros del Ministerio del Interior se manifestaron "satisfechos" porque no hubo incidentes y se logró evitar una parálisis en el tránsito. Los líderes de la protesta expresaron, en cambio, que el Gobierno debió retroceder ante "la fuerza de la lucha popular".
"La noche de los lápices"
Cerca de 2000 alumnos secundarios y universitarios e integrantes de organizaciones sociales, de derechos humanos y políticas marcharon en la ciudad de La Plata para recordar "La noche de los lápices", tal como se conoce el operativo montado en la última dictadura en el que fueron secuestrados estudiantes secundarios. La marcha recorrió las calles céntricas y pasó por la comisaría 1a., donde un grupo arrojó piedras. En tanto, en la Capital, en el edificio donde funcionó la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en avenida del Libertador y Ramallo, se llevó a cabo otro acto, con la consigna "A 29 años, los lápices escriben esta nueva Argentina".
Por María Cecilia Tosi De la Redacción de LA NACION
La Nación-Sábado 17: Giro en el Gobierno frente a las marchas
Una multitud de desocupados, estudiantes y trabajadores logró hacer un acto en la Plaza de Mayo; no hubo incidentes. Pérez Esquivel intercedió ante el ministro del Interior. Los dirigentes lo vivieron como una conquista, luego de dos intentos fallidos de marchar por la Avenida de Mayo.