Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

La Nación-Sábado 18: El derecho penal, fuente laboral de los graduados en la cárcel

Muchos asesoran a otros detenidos y también trabajan en organismos oficiales. De los 2000 internos que pasaron por las aulas en los últimos 20 años, 86 egresaron mientras cumplían la condena. Allí se dictan nueve carreras y cursan 150 estudiantes. 

"Tengo millones de clientes", dice Diego, de 50 años, abogado y socio en un estudio junto a otros penalistas que conoció mientras estudiaba. Cuenta que en promedio gana 5000 pesos mensuales. Diego estudió en el Centro Universitario Devoto (CUD). Entró en el sistema carcelario por primera vez a los 12 años. Con entradas y salidas, estuvo detenido 20 años. A los 30, comenzó el secundario y continuó estudiando hasta obtener su credencial de abogado.
 
De los más de 2000 alumnos que pasaron por las aulas del CUD en sus 20 años de funcionamiento, 86 obtuvieron un título mientras cumplían su condena y otros 120 comenzaron su carrera allí, pero la terminaron fuera del penal.
 
Muchos de ellos, cuando recuperan su libertad, consiguen trabajo dentro de la propia Universidad de Buenos Aires o en otras instituciones estatales, como el Ministerio de Justicia, el Centro Cultural Rojas o algún hospital público.
 
Entre los abogados, que conforman aproximadamente el 90% de los graduados, muchos ejercen la actividad privada. Los graduados que permanecen internados realizan distintas funciones en el CUD. Allí funciona la Asesoría Jurídica para otros detenidos, donde se atiende a un promedio de 15 personas por día.
 
Diego, quien al igual que el resto de las personas entrevistadas pidió preservar su identidad, cuenta que es difícil iniciarse en la profesión a los 45 años. "De la teoría a la práctica hay mucha diferencia", explica, y cuenta que al principio, cuando en el estudio tenía dudas, recurría a los profesores.
 
El CUD tiene centro de estudiantes y su presidente es Santiago da Bouza. Tiene 31 años y está detenido desde los 23. Es licenciado en administración de empresas, contador público; le faltan cinco materias para recibirse de licenciado en sistemas y está cursando el último año de abogacía. Hoy utiliza sus conocimientos en la administración del presupuesto del centro y también en el asesoramiento legal.
 
Marta Laferrière, directora del CUD, dice: "La mayoría ha conseguido trabajo y muchos en lo que estudiaron, aunque con dificultades porque estamos en un país con desocupación".
 
De los más de 2200 internos del penal de Villa Devoto, todos los días bajan al CUD 150 de ellos a cursar las carreras universitarias y otros 100 para los cursos extracurriculares.
 
Las autoridades del CUD afirman que entre sus estudiantes se registró una tasa de reincidencia del 3%, en contraste con el 48% que muestra las últimas estadísticas penitenciarias de la República Argentina. Estas también indican que, de todos los presos del país, sólo el 5% tiene el secundario completo y el 27% ni siquiera terminó el primario. Del 38% de los internos que participaron de algún programa educativo, el 1% estudió una carrera universitaria.
 
Reinserción social
 
Nueve títulos se pueden obtener en las cuatro facultades que funcionan en el CUD: Derecho, Ciencias Económicas, Psicología y Sociología. Más allá del certificado, es el cambio de visión que tienen sobre su vida lo que les permite una reinserción laboral. "Quien decide estudiar ya ha decidido cambiar su vida", sostiene Alejandro Marambio, ex docente del CUD y actual jefe de gabinete de la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios, a cargo de Federico Ramos.
 
"Las horas de clase no son lo más importante, sino el antes y el después, donde hablan con los profesores, muchos de ellos jueces, y los alumnos externos (estudiantes del último año de abogacía de la UBA que eligen cursar la práctica profesional en el CUD)", expresa Marambio.
 
El Ministerio de Justicia es otro de los organismos oficiales donde trabajan graduados del CUD. Es el caso de Mauricio, de 50 años, quien se desempeña en la dirección de política criminal. Trabaja en la instrumentación de planes de prevención del delito. "Yo aporto otro punto de vista, no solamente jurídico; sé más o menos cómo funciona el delito en la calle. Tengo la experiencia de haber atravesado el sistema", explica, y recuerda que antes trabajó en la comisión de reforma del Servicio Penitenciario.
 
Estuvo preso 17 años, por robo. Ingresó en 1978; en 1985 comenzó a estudiar para terminar el secundario y siguió adelante hasta recibirse de abogado. Dice: "Cuando quedás en libertad, siempre hay alguien que conociste adentro que afuera te tira una mano".
 
Martín, de 48 años, es estudiante del CUD. Debe cumplir una condena de 18 años. A los 30 años empezó a estudiar; hizo el primario porque estaba aburrido, según dijo; también el secundario, y después comenzó la carrera de administración de empresas. Dice que cuando esté libre le gustaría administrar edificios.
 
Asesoría jurídica
 
Rubén es uno de los dos abogados que, junto con otros dos estudiantes, brinda asesoramiento legal. Pero como los internos no pueden ejercer su profesión estando detenidos, en el caso de confeccionar alguna presentación judicial ésta la realiza el propio detenido.
 
Rubén, de 67 años, está detenido desde hace 11. Cuando ingresó en Villa Devoto, ya era ingeniero electromecánico; se recibió de abogado y ahora estudia psicología. "Es gratificante, pero duro, porque se da una relación entre el abogado y el cliente, en la que éste te vuelca toda su desesperanza y angustia", expresa. Confiesa que le gustaría ser penalista por una cuestión económica, pero que en realidad prefiere el ejercicio de la psicología.
 
"Muchos quieren saber si su abogado está haciendo bien las cosas. Nosotros les sacamos la venda de los ojos porque muchas veces les prometen cosas imposibles", dice Martín, de 35 años, quien trabajó en la asesoría jurídica y fue ayudante de los prácticos. Cumpliendo esa función conoció a su novia, estudiante externa del CUD.
 
Un mes antes de quedar libre tras cumplir una condena de cuatro años por fraude, Manuel, de 45 años, obtuvo su matrícula de abogado. "Fui en un auto esposado hasta el Colegio de Abogados. Cuando llegamos, me sacaron las esposas y entré caminando, de traje", recuerda del día que se registró. Trabajó en la asesoría jurídica durante tres años. Una vez en libertad, y ya ejerciendo la profesión, se encontró con muchas de las personas que conoció en el penal y pasaron a ser sus clientes. Su primer trabajo como abogado fue como socio de una profesora del CUD. Luego formó su estudio con otros colegas.
Mercedes Monti

Contenido relacionado