En esa encrucijada se sienten maestros y profesores, cuando ponen en palabras la crisis de la institución escolar que las cifras de deserción en las escuelas bonaerenses, recientemente difundidas, sólo ilustran.
Con una convocatoria que desbordó las expectativas -unos 3000 participantes de todo el país, que obligaron a desplegar una enorme carpa blanca en el predio de la ciudad universitaria para albergar las conferencias-, terminó ayer en esta ciudad el II Congreso Internacional de Educación, organizado por la Universidad Nacional del Litoral (UNL) como parte de los actos por su 85° aniversario.
Aunque la temática convocante fue la formación docente, una recorrida por las conferencias más concurridas mostró el interés de los asistentes por debatir la tarea de enseñar en entornos de creciente pobreza.
Llegados en grupos, compartiendo el mate, con mayoría femenina pero de edad heterogénea, los docentes asentían cuando los especialistas describían las dificultades cotidianas de la enseñanza, pero de igual manera lo hacían cuando se les hablaba de recuperar la utopía de enseñar.
\"La escuela es el único espacio público que sobrevive y sigue funcionando todos los días. En este contexto, es un mérito que hay que rescatar\", dijo a LA NACION Pablo Gentili, especialista argentino en educación, que reside en Brasil y trabaja en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, donde coordina el Observatorio Latinoamericano de Políticas Educativas.
Gentili definió el ideal de escuela pública como aquella \"que genera condiciones efectivas de aprendizaje, donde se respeta la educación como un derecho humano y social\", aunque alertó sobre funciones coyunturales. \"En ciertos momentos, como el actual, la escuela tiene que dar de comer y cumplir otras funciones, porque si no nadie lo hace, pero se necesitan estrategias de desarrollo más allá de la educación. El hambre no se soluciona porque la escuela reparta comida\", dijo.
En su conferencia, un momento antes, Gentili se detuvo en un concepto preocupante. \"En América latina, está demostrado que la escolaridad tiene un efecto limitado para sacar a los pobres de la pobreza\", y lo respaldó con dos tendencias que conviven desde los años 80 en el continente. Por un lado, el aumento de la pobreza y la desigualdad -casi la mitad de los latinoamericanos está hoy bajo la línea de pobreza- y el incremento paralelo de los índices de escolaridad.
Ricos y pobres
Lejos de poder compensar sus efectos, la escuela es también víctima de la pobreza. Como alertó la socióloga e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba, Lucía Garay, la pobreza no sólo genera carencias materiales o impacta en la falta de recursos de las familias, sino que provoca diferenciaciones crecientes entre \"escuelas ricas y escuelas pobres\", integradas y marginales, y una creciente heterogeneidad en la extracción social de los docentes, muchos de ellos también son víctimas de la crisis.
\"Enseñar en la secundaria se ha transformado en un problema intercultural. No es sólo un problema de contenidos, sino de diferentes culturas entre profesores y alumnos\", señaló, por su parte, la profesora Alicia Camilloni, especialista en didáctica, quien enumeró los desafíos de la educación superior local.
Entre ellos, la creciente heterogeneidad de los estudiantes -de orígenes sociales diversos-, la necesidad de poner en práctica fórmulas didácticas para sostener la deseable masividad, la diversidad de instituciones de educación superior y la necesidad de incorporar las reflexiones éticas sobre el desarrollo tecnológico.
Por su parte, el rector de la UNL, Mario Barletta, rescató la capacidad de la universidad para agregar valor a la producción argentina y señaló que \"la educación no es por sí misma un elemento igualador, a menos que su acceso sea generalizado\".
Organizado por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, el encuentro tuvo visitas internacionales y entusiasmados asistentes, que incluso instalaron sus carpas en la ciudad universitaria durante los tres días. La formación docente, la evaluación y las nuevas tecnologías fueron algunos de los temas de debate, aunque el trasfondo estuvo, siempre, en la cuestión social.
\"No puede ser que el eje asistencial haya desplazado el eje pedagógico, convirtiendo nuestras escuelas en un lugar donde el alumno debe permanecer para no salir a delinquir\", dijo la decana de la facultad, Leonor Chena, lo que originó un aplauso extenso.
\"La lucha es hoy por el sentido de la educación, que no es sólo el derecho a permanecer en un sistema. Tampoco está dado por su capacidad de generar mayor bienestar material. La educación merece ser defendida porque es un derecho humano y social, y hacerlo es un problema ético\", resumió Gentili.