El Vaticano criticó inmediatamente la decisión británica: "La clonación humana es una ofensa contra la vida", afirmó la Santa Sede.
La historia, en realidad, comenzó hace tres años, cuando el Parlamento inglés dio su visto bueno para poner en práctica esta técnica. Ayer, sin embargo, lo que era teórico comenzó a ser realidad al otorgársele la primera licencia a un grupo de investigación del Centre for Life, de Newcastle, liderado por la doctora Alison Murdoch, que intentará utilizar esas células camaleónicas para revertir el daño pancreático que se registra en pacientes diabéticos.
La especialista británica advirtió, sin embargo, que harán falta por lo menos cinco años de trabajo en el laboratorio antes de que se pueda avanzar hacia las pruebas clínicas. Entrevistada por medios internacionales, afirmó que había decidido encarar esta investigación porque "puede ofrecer valiosa información sobre el desarrollo de muchas enfermedades".
Las totipotenciales o stem son un tipo de células indiferenciadas que abundan en las primeras etapas del embrión y se definen por su capacidad de transformarse en cualquier tejido del organismo. Si el embrión se obtiene por clonación, puede determinarse de antemano que todo el "kit" genético que contiene su núcleo pertenezca al mismo paciente en el que se aplicarían (ver infografía), evitando así la posibilidad de rechazo. En este caso, la recolección de las células deberá realizarse antes del décimocuarto día.
Pero si bien los científicos -y muchos pacientes y sus familiares- vienen manifestando insistentemente que es necesario que se apoyen estas investigaciones, no todos están de acuerdo. En Gran Bretaña, el Partido en Pro de la Vida hizo saber que estudia la posibilidad de plantear una demanda legal contra la Autoridad de Reproducción Humana y Embriología.
Para el argentino José Cibelli, vicepresidente de investigaciones en Advanced Cell Technology Inc. y pionero en esta área de investigación, la decisión de las autoridades inglesas es trascendente "porque es la primera vez que hay una revisión entre pares (peer review). Se analizó seriamente la propuesta, y se decidió seguir adelante".
Cibelli fue uno de los expertos que asesoraron al organismo regulatorio británico. "Los ayudé en el proceso de selección -explica-. Me preguntaron, por ejemplo, ¿esto tiene sentido?, ¿hay alguna otra forma de hacerlo?, ¿se puede utilizar otra técnica? Y no, hay preguntas científicas que no se pueden contestar a menos que se utilice la clonación."
Sobre la posibilidad de que en los Estados Unidos se adopte una decisión equivalente, afirmó: "Todavía estamos en tierra de nadie. La situación es triste, porque hay una cantidad de recursos humanos que podrían utilizarse, pero se pierden".
Cuándo comienza la vida
Como es lógico, en estos temas la controversia es inevitable. Según el padre Alberto Bochatey, director del Máster en Bioética de la Universidad Católica Argentina, la decisión británica está fundada en el célebre informe Warnock, de 1984, que intentó determinar cuándo comienza la vida humana. "Llegaba a la conclusión de que es en el día 14 -afirma-. Luego, eso se discutió. Para la Iglesia, es en la concepción; para otros, en la anidación, entre el quinto y el séptimo día. Ahora, ellos se amparan en ese informe: si hasta el día 14 no hay vida humana, todo lo anterior son simplemente células. No hay problemas éticos. Pero la observación sigue siendo la misma: si se trata de una vida humana, no podemos clonarla tampoco con fines terapéuticos porque se la destruye. Por otro lado, no es necesario, porque se puede trabajar con células madre del cordón umbilical. Es menos costoso y, según algunos autores, tendría mayor éxito. Esto es un tema de negocios, de patentes, y a la discusión bioética no se le da mucha importancia. Señores: es bárbaro todo lo que podamos hacer con las células germinales, pero tengamos cuidado con los embriones."
Cibelli, por su parte, disiente. "Las células embrionarias tienen una capacidad de diferenciación que no tiene parangón -sostiene-. Las de cordón umbilical demostraron que pueden producir ciertos tejidos, pero no todos."
El doctor Santiago Brugo Olmedo, director médico del Centro de Ginecología y Reproducción (Cegyr), aclara que la discusión que se plantea en torno de la clonación es similar a la que surge en el tema trasplantes.
"Se supone que a los catorce días aparecen los primeros vestigios del sistema nervioso -dice-. Antes, el embrión no tiene lo que hace que una persona esté viva o muerta. Es el mismo criterio que se emplea para la donación de órganos. La muerte cerebral puede ocurrir aunque el corazón y los pulmones sigan funcionando."
La persona humana
Entre los especialistas que trabajan en fertilización asistida predomina la visión del embrión in vitro como vida humana, pero no como persona humana. "Para ser persona tiene que tener alguno de estos tres rasgos -dice Brugo Olmedo-: poseer alguna similitud en cuanto a su constitución orgánica, un grado mínimo de viabilidad independiente de la intervención de terceros o algún signo de vida mental. Sin ninguno de estos tres rasgos puede haber vida humana, pero no persona."
Y enseguida agrega: "Creo que esta técnica puede ser muy útil. Si el día de mañana se comprueba que hay una fuente alternativa de células madre igualmente efectiva, seré el primero en pedir que dejemos de trabajar con embriones".
Para evitar estos dilemas, en la actualidad los científicos estudian fuentes alternativas para la obtención de células madre. Una posibilidad sería extraerlas de embriones creados por partenogénesis. "En lugar de introducir en el óvulo el núcleo de una célula adulta, como en la clonación, lo cultivamos agregándole dos drogas -explica el doctor Daniel Salamone, jefe del Laboratorio de Biotecnología Animal de la Facultad de Agronomía de la UBA-: lo sometemos a una brusca entrada de calcio y le agregamos un inhibidor de cierta enzima durante dos o tres horas. Eso es suficiente para gatillar la formación del embrión. En animales, nosotros estamos obteniendo un gran número de células, pero aún no sabemos si son células madre o de placenta. Nos falta la confirmación bioquímica."
En la Argentina aún no existe legislación sobre el tema, pero la cuestión está planteada y, antes o después, exigirá una toma de posición.
Para la doctora Florencia Luna, especialista en bioética, es importante mantener "una posición intermedia entre la inmovilidad del miedo a lo desconocido y el triunfalismo que plantea la ciencia. Lamentablemente hay toda una tradición basada en prejuicios, que esgrime el asco o la repugnancia como una razón valedera [como la que inspiró el trabajo "La sabiduría de la repugnancia", de Leon Kass, actual presidente de la Comisión Nacional de Bioética de los EE.UU.]. Hay que preguntarse también cuáles van a ser los beneficios, cuándo van a llegar y, sobre todo, a quiénes. Muchos de estos proyectos apuntan a problemas de los países industrializados, a los ancianos... pero en los países en desarrollo mucha gente no llega a la vejez. Lo que uno tiene que saber es que, incluso si se tiene éxito, será para ayudar a algunos, pero no es la panacea. Es algo que está empezando, que es prometedor, pero hay que ponerlo en perspectiva".