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La Nación: Una especialidad que promete brillar en la sociedad del conocimiento

Tiene amplias perspectivas de desarrollo, no sólo en su ámbito propio sino en variados contextos laborales

26 de septiembre de 2005, 15:18.

La promesa de invertir $ 9000 millones en el área educativa, lo que llevará la inversión en los próximos cinco años del actual 4% al 6% del PBI en 2010, permite soñar con un Estado y una sociedad que empiecen a poner a la educación entre sus prioridades. La futura norma, enviada recientemente al Senado, aspira a garantizar la inclusión de todos los niños en la educación formal, a retener a los adolescentes en el sistema escolar, a incorporar a los jóvenes no escolarizados para que completen sus estudios y a combatir el analfabetismo.
La concreción de esos propósitos permite prever una expansión de la matrícula educativa y una sociedad más inclusiva. Frente a este panorama, los especialistas en educación tienen un vasto campo de oportunidades. El pedagogo Alfredo van Gelderen, académico de Educación, lo ve así: "El desafío principal es el cambio. El cambio de la educación demanda docentes capacitados y expertos idóneos en los procesos de transformación para atender a la magnitud del sistema, a sus millones de alumnos, a sus miles de escuelas. Los cientos de miles de docentes tienen que transformarse para dar respuesta a los reclamos de la sociedad del conocimiento".
Las licenciaturas en Ciencias de la Educación y sus títulos conexos -licenciatura en Gestión de la Educación o en Gestión de las Instituciones Educativas o en Calidad de la Gestión de la Educación- vienen aumentando la matrícula un 5% por año en el último lustro. Casi 30.000 alumnos cursaban la carrera en 2003 en las 34 universidades de gestión pública y las 22 de gestión privada que la imparten, según el Ministerio de Educación de la Nación. Según el Indec, la Argentina contaba, entonces, con 37.529 profesionales universitarios en Ciencias de la Educación.
La doctora Silvina Gvirtz, directora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, cree que ya no puede pensarse al licenciado en Ciencias de la Educación solamente en la escuela o en el gabinete escolar como único destino laboral posible. "Tiene que ser un profesional capaz de gestionar, de investigar y de crear nuevas estrategias de enseñanza. También tiene que poder adaptarse a nuevos contextos laborales, como las ONG o las empresas", afirma.
¿Estamos formando a estos profesionales? Adriana Puiggrós, investigadora principal del Conicet y profesora de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires, recuerda que en los años 50 se empezaron a fundar las carreras de Ciencias de la Educación sobre la base de los viejos profesorados. Ella ve en esta impronta fundacional una debilidad: la de su fuerte vinculación a la docencia.
"Las ciencias de la educación quedaron muy por fuera de la formación teórica y político-administrativa y también alejadas de la formación de investigadores. Hacen falta administradores con especialización en economía de la educación, planificadores, educadores sanitarios, educadores especializados en comunicación social, en medios, en tecnología educativa", enumera. A su entender, es necesario reformular los planes de estudios.
 
Un punto de partida
Según el último censo docente (2004), hay 826.536 profesionales de la docencia trabajando en la Argentina, pero aún no está disponible la información acerca de cuántos de esos docentes tienen título terciario o universitario. El censo anterior arrojó que sólo el 50% de los docentes de nivel medio posee un título terciario de cuatro años o universitario. Esto no sucede en el nivel primario, donde prácticamente la totalidad de los docentes tiene un título de nivel terciario.
Los profesionales con título de grado que quieran enseñar en una escuela secundaria tienen que hacer las materias del profesorado, de un año de duración. Los licenciados en Ciencias de la Educación, con su título, ya están habilitados. Muchos ocupan cargos de directores o de inspectores, e incluso algunos son maestros o profesores.
Las ciencias de la educación multiplican sus saberes día a día, lo que genera una cuestión compleja a la hora de seleccionar los contenidos que integran una carrera universitaria de grado. "Dado el gran desarrollo de esta disciplina, la carrera de grado es una aproximación que permitirá al graduado escoger la especialidad a la que volcará ulteriores desarrollos. Especializaciones posteriores al grado son imprescindibles si se aspira a progresar en esta carrera", dice Raúl E. de Titto, especialista en gestión educativa, director general de la Escuela Cangallo y director del área de Educación de la Universidad del Salvador.
"Las perspectivas de desarrollo profesional son amplias y diversas", reconoce la profesora Elvira Teijido de Suñer, directora del Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica Argentina. Entre los rasgos deseables de estos graduados, Suñer destaca la profesionalidad, el espíritu crítico, el compromiso con el país, la visión científica de la educación y la capacidad de servicio.
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Variado espectro salarial
Si bien muchos licenciados en Ciencias de la Educación son dueños de colegios, de revistas pedagógicas o de consultoras -muchos profesionales han creado sus propias empresas para atender y asesorar tanto en la educación formal como en la no formal-, la carrera se desempeña mayoritariamente en relación de dependencia. Los principales empleadores son dueños de colegios, directivos de instituciones educativas públicas y privadas, bancos, consultoras de recursos humanos, empresas de e-learning, organismos públicos, organismos internacionales, universidades, centros de investigación y ONG.
Los salarios varían mucho según el ámbito laboral de inserción: empresa, sector público o en escuelas y depende de la experiencia de los candidatos. El espectro salarial es muy amplio.
 
Experiencias
Alfredo van Gelderen, Pedagogo y académico de Educación
"El desafío principal es el cambio, que demanda docentes capacitados y expertos idóneos en los procesos de transformación para atender a la magnitud del sistema."
Adriana Puiggrós, Investigadora del Conicet y profesora de la UBA
"Hacen falta administradores con especialización en economía de la educación, planificadores, educadores sanitarios, educadores especializados en comunicación social."
 
Aumenta la demanda en el país y en el exterior   
Se le reconoce al graduado en Ciencias de la Educación un amplio espectro laboral. "Aun reconociendo a la pedagogía y a la didáctica como dos campos específicos de las Ciencias de la Educación, me parece que serán necesarios, en el corto plazo, especialistas en gestión educativa y del desarrollo curricular", dice Raúl E. de Titto.
Según advierte, los sistemas escolares registran un notable desarrollo cuantitativo que exige un salto cualitativo y una gestión eficiente en escuelas o instituciones educativas y en los más altos niveles decisorios. "Este desarrollo de los saberes exige especialistas idóneos para trabajar en la renovación de contenidos de la enseñanza", dice.
Silvina Gvirtz, al relevar las principales áreas de inserción y desarrollo profesional, destaca a los organismos de gobierno en la elaboración de políticas educativas y el diseño de programas y proyectos específicos.
También a los organismos internacionales, integrando equipos de investigación o en programas de mejoramiento educativo, o en organizaciones no gubernamentales, llevando adelante iniciativas sociales y educativas. También destaca como importante salida laboral a las empresas, en áreas de capacitación y recursos humanos, y a los emprendimientos propios, como consultoras educativas.
Otros campos de acción son las editoriales, para el diseño de material bibliográfico destinado a la enseñanza escolar y no escolar, los departamentos de extensión educativa de los centros culturales y museos, los medios de comunicación que requieren materiales sobre educación.
"Las perspectivas son crecientes", dice Alfredo van Gelderen. "La demanda aumenta, en el país y en el exterior", afirma.
 
Misceláneas
La fundación de la Escuela Normal de Paraná, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, marcó el comienzo de los estudios pedagógicos en la Argentina.
La creación de la Facultad de Filosofía y Letras, en 1898, y de la Sección Pedagógica, en la Universidad Nacional de La Plata, ocurrida en 1906, no significó un progreso inmediato en la orientación de los estudios pedagógicos. Francisco A. Berra, que inició en la primera el dictado de la cátedra de Ciencias de la Educación, y Víctor Mercante, organizador de la segunda, mantuvieron los estudios pedagógicos en la orientación del cientificismo y del positivismo.
Por Carmen María Ramos Para LA NACION

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