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La Nación: Utiliza la droga el 12% de los universitarios

Según un sondeo hecho en 7 facultades

15 de mayo de 2006, 14:18.

Los estudiantes universitarios creen que es más peligroso fumar un cigarrillo armado con tabaco que uno con marihuana. Y el consumo de esa sustancia ilegal está extendido entre quienes cursan sus carreras en casas de altos estudios de la Capital y del Gran Buenos Aires. El 11,9% reconoce que actualmente consume la hierba de cannabis. Y el 19,2%, que lo hizo al menos alguna vez en su vida.
 
Así quedó determinado en el primer estudio sobre consumo de sustancias psicoactivas en universidades, desarrollado en abril pasado por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar).
 
Frente al análisis de un grupo social de alta capacidad de conocimientos, el dato que más llama la atención en el sondeo es la tolerancia social que hay respecto de la marihuana: el 15,81% indicó que no ve su consumo como un peligro para la salud. Incluso el tabaco fue percibido como un mayor riesgo por el 79,5% de los estudiantes, mientras que fue el 69,6% el que calificó de la misma manera a la marihuana.
 
Al evaluarse la prevalencia indirecta de consumo, el 39,8% dijo que conocía a compañeros consumidores de marihuana. Ese parámetro sirve a los investigadores para determinar el universo de estudiantes en riesgo por tener cerca a posibles abastecedores sociales de la droga.
 
Para la muestra se tomaron las respuestas de 3365 estudiantes universitarios de las universidades nacionales de Buenos Aires, La Matanza y Lomas de Zamora y de las universidades privadas J. F. Kennedy, de Morón, Maimónides y Austral.
 
El promedio de edad fue de 24,4 años y el 40% de los encuestados se dedica exclusivamente al estudio. Un alto porcentaje, el 84,24%, consideró que la carrera que eligió es muy exigente.
 
Un 11 por ciento de los estudiantes derivó de esa presión de estudio el consumo, alguna vez en la vida, de tranquilizantes o estimulantes comprados sin receta médica. El 5 por ciento acepta que mantiene en la actualidad el consumo de pastillas. Ese uso de psicofármacos es, después de la marihuana, la segunda forma elegida de consumo por los universitarios, fuera de las bebidas alcohólicas y el tabaco, de venta legal.
 
Un 3 por ciento reconoce el uso de cocaína, mientras que el 2,3% es consumidor de éxtasis, la droga sintética a la que las autoridades de la provincia de Buenos Aires vincularon este verano con las fiestas electrónicas.
 
Un dato interesante es que entre los estudiantes de entre 26 y 34 años se registra un consumo de pasta base, solventes e inhalantes que no se da en universitarios de menor edad, con una probable explicación en la búsqueda de experimentación con drogas no habituales para un estrato social de clase media, al que corresponden los encuestados.
 
Tanto la pasta base -una de cuyas derivaciones es el conocido "paco"- como la inhalación de pegamentos tiene su foco de consumidores en los sectores más desprotegidos de la sociedad, especialmente por el efecto que causan para disminuir la sensación de hambre. Su aparición entre universitarios resultó inesperada y da sostén a la motivación oficial de estos estudios, desarrollados para medir el impacto de las drogas en la población.
 
En el análisis segmentado por edades se determinó que en los universitarios de 18 años predomina el consumo de cocaína; entre los 19 y los 21, el uso de estimulantes, marihuana y opiáceos, y entre los 22 y los 25, las bebidas alcohólicas y el éxtasis.
 
El uso terapéutico, causa de disputas en los EE.UU.
 
Por Sebastián A. Ríos De la Redacción de LA NACION
Fomentado durante años por grupos de pacientes y activistas, a veces incluso con el guiño de las autoridades sanitarias, el uso medicinal de la marihuana es hoy motivo de un duro enfrentamiento en los Estados Unidos, país en donde once de sus estados permiten la provisión de esta planta como recurso terapéutico complementario en un puñado de enfermedades.
 
Tal es así que un par de semanas atrás un comunicado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de ese país desató la ira de aquellos que defienden el uso de la marihuana como medicina capaz de mitigar las náuseas que padecen quienes se someten a una quimioterapia, de estimular el apetito en personas con sida o de reducir la presión intraocular de pacientes con glaucoma.
 
La reacción era de esperar. Después de todo, lo que dijo Susan Bro, vocera de la FDA, fue que no existían "evidencias científicas" a favor del uso médico de la marihuana. Acto seguido, el comunicado recordaba que esa planta se encuentra incluida dentro de la lista de sustancias ilegales por reunir tres criterios: "Un alto potencial de abuso, ausencia de un uso médico aprobado en los Estados Unidos y falta de seguridad para su uso bajo supervisión médica".
 
Pero lo que seguramente terminó de suscitar la ira de los grupos que apoyan el uso médico de la marihuana es que esta declaración de la FDA pasa por alto una revisión científica sobre el tema realizada en 1999 por un panel de expertos de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, que se pronunció a favor de sus posibles beneficios en el tratamiento de específicos problemas de salud.
 
Pero los Estados Unidos -más precisamente 11 de sus estados- no son el único país en el que la marihuana puede ser recetada con fines médicos. En Canadá y Holanda está permitida la venta de pequeñas cantidades de marihuana para ciertos usos medicinales.
 
La problemática de los estupefacientes: tras el fallo que no consideró delito su uso
Marihuana: preocupa la "tolerancia social"
 
Para el secretario antidrogas, la percepción de que este narcótico no afecta la salud incide en el aumento de su consumo
  
El fallo de la Cámara Federal porteña que definió que no es delito el consumo personal de marihuana reabrió el debate sobre esa droga. "El problema es la alta tolerancia social que tiene la marihuana, porque se dice que no produce perjuicios para la salud, pero es siete veces más adictiva que el tabaco", explicó José Granero, que intenta revertir esa tendencia desde la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar).
 
Como para refrendar aquella afirmación, del primer estudio sobre consumo de sustancias psicoactivas en universidades realizado por esa secretaría surge que el 12 por ciento de los estudiantes del último nivel reconoce que consume marihuana y casi el 20 por ciento dice haberla probado, al menos. En ese universo, precisamente, son mayoría los que perciben que fumar tabaco es más peligroso que fumar cannabis (ver aparte).
 
Según datos de la Sedronar, 28.000 personas intentan recuperarse de la adicción a la marihuana en centros asistenciales públicos y privados. Son el 19,5% de los adictos en tratamiento, el segundo grupo, detrás de los alcohólicos. Y si se toma en cuenta sólo la utilización de drogas ilegales, el 60% de los pacientes en recuperación inició con la marihuana su carrera de consumo. Sólo 6000 de ellos están en rehabilitación por orden judicial; el resto lo hace de manera voluntaria. El sondeo es de 2004 y, para los especialistas del área, la curva de casos es ascendente.
 
Coincide en eso un hombre importante en la lucha contra el narcotráfico. "Cada vez aumenta más el tráfico de marihuana, por eso los decomisos son más importantes también. Este año superaremos seguramente el secuestro récord de 58 toneladas, de 2003, y como en cualquier mercado, si hay más oferta es porque crece la demanda", comentó el especialista, que, por su trabajo, no puede hablar públicamente.
 
En la Argentina consume marihuana el 1,9% de la población de entre 16 y 65 años. Unas 280.000 personas que habitualmente fuman cigarrillos armados con unos dos gramos de hierba de cannabis, que se consigue a dos o tres pesos por unidad.
 
El 7% de aquella población probó marihuana al menos una vez en su vida. Y el 25% tuvo contacto, directo o indirecto, con esa droga, tal como surge de un análisis de las encuestas, preparadas para vulnerar la natural resistencia de los sujetos a reconocer el uso personal de drogas ilegales.
 
Granero anticipó que en breve se conocerá un estudio sobre consumo en estudiantes secundarios que dará un mayor alerta del uso y tolerancia de la marihuana en ese grupo social. Se trata de un relevamiento efectuado al mismo tiempo en la Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Uruguay y Perú que, se prevé, pondrá a los estudiantes de nuestro país entre los de mayor consumo regional.
 
Graciela Ahumada, del Observatorio Argentino de Drogas, dependiente de la Sedronar, destacó también la facilidad que tienen los jóvenes para acceder a la droga: "Ellos relatan que saben muy bien dónde conseguir marihuana y que se compra en cualquier lugar, y es esa accesibilidad la que los coloca en una situación de riesgo".
 
Los datos que manejan fuerzas de seguridad y expertos antinarcóticos argentinos ubican las principales plantaciones de marihuana en los alrededores de la ciudad paraguaya de Pedro Juan Caballero. El año pasado una sequía afectó la cosecha y eso repercutió en el mercado local. Hoy hay sobreoferta en la plaza de droga.
 
A las puertas de un récord
 
Se cree que en las dos cosechas anuales se producen 23.000 toneladas de marihuana. Unas 4000 pasarían a la Argentina, estimación hecha sobre porcentajes de secuestros de droga y consumo promedio de adictos medidos en los centros de rehabilitación.
 
En lo que va del año fueron incautadas 16 toneladas de marihuana -ayer mismo la Prefectura decomisó 216 kilos de esa droga en Misiones-, una muy buena cifra de secuestro.
 
Con ingresos mediante avionetas, camiones, botes o en simples mochilas de 30 o 40 kilos cada una, se vuelve una tarea épica frenar la oferta. Por eso en las políticas oficiales se procura disminuir el consumo para actuar sobre las bandas de traficantes con las propias reglas de mercado. Así, los debates sobre uso medicinal de la marihuana ponen en alerta a la Sedronar.
 
"De los 400 componentes del cannabis habría uno que podría tener algún efecto analgésico en tratamientos de quimioterapia. Eso aún no está determinado, pero de todos modos es uno solo de sus componentes, y en ese caso se sintetiza para su uso, no es que se usa la hoja de marihuana. La gente se confunde cuando se habla de la marihuana para fines médicos y piensa que se trata de fumarla, por lo que considera entonces que su consumo no hace mal a la salud; es todo lo contrario", concluyó Granero.
Por Daniel Gallo De la Redacción de LA NACION
 
Holanda, no tan permisiva
 
Para desmentir la extendida creencia de que en Holanda hay total libertad para el consumo de tóxicos, la cancillería de ese país emitió una cartilla en la que se explica que allí sólo se permite vender de manera controlada, en locales conocidos como coffe shop , 5 gramos de marihuana por persona, bajo estrictas reglas. Oficialmente explican que "la venta de todo tipo de drogas es punible" y que "con la existencia de lugares controlados para la venta de cannabis se aspira a una separación de mercados, con el fin de evitar que los usuarios de cannabis entren en contacto con ambientes donde se consumen drogas duras".
 
Hay proyectos para despenalizar, pero el debate sigue ausente
 
En Diputados hay dos iniciativas vigentes
Proyectos de ley para despenalizar el uso de la marihuana existen y existieron, pero el debate en el Congreso aún sigue ausente. En la Cámara de Diputados están vigentes en la actualidad dos proyectos para despenalizar la tenencia y el consumo de marihuana.
 
Uno es de la diputada Diana Conti (FV-Buenos Aires), y otro del hoy ex legislador socialista Eduardo García (Córdoba). Además, Conti presentó una iniciativa para despenalizar la marihuana para uso terapéutico, en marzo de 2005. En uno de los fundamentos de esta última iniciativa la legisladora explica: "Cabe destacar que el uso medicinal de la marihuana no debería ser castigado penalmente, ya que si bien la ley 23.737 penaliza la tenencia de drogas para consumo personal, el usuario se encontraría amparado por un estado de necesidad justificante debido a que provoca un mal menor para evitar un mal mayor".
 
En otro de los puntos del proyecto se propone: "La aprobación de esta propuesta destinada a autorizar expresamente el uso de compuestos cannabinoides y químicos de tetrahidrocannabinol (THC) con fines medicinales y para la investigación de su posible eficacia como medicación terapéutica o de control de síntomas".
 
La otra iniciativa de Conti propone despenalizar la tenencia y el cultivo de marihuana cuando, por su cantidad, se determina que es para uso personal. "La penalización del uso de la marihuana es inconstitucional. Además no es un instrumento idóneo para pelear contra las adicciones y contra el narcotráfico", explicó a LA NACION la diputada Conti. La legisladora sostuvo que el proyecto presentado es una iniciativa personal, no del bloque Frente para la Victoria.
 
Esta iniciativa de Conti la había presentado cuando era senadora, pero como en la Cámara alta el proyecto caducó el 28 de febrero último, lo planteó en Diputados. El proyecto de García consiste, también, en una modificación del artículo 14 de la ley 23.737, que sostiene las penas de prisión y multas a la tenencia, "excepto cuando por su escasa cantidad y demás circunstancias sugiere inequívocamente que la tenencia es para uso personal".
 
El proyecto también establece que el tratamiento de desintoxicación se llevará a cabo "en establecimientos adecuados que el tribunal determine" con su consentimiento y cuando peligre su salud. Como dato novedoso, el proyecto propone que "cuando el tratamiento se aplicare al condenado su ejecución será previa, computándose el tiempo de duración de la misma para el cumplimiento de la pena".
 
En su último artículo, la norma obliga a un juez, en el caso de que el consumidor de marihuana cometa algún delito, "que distinga entre el delincuente que hace uso indebido de estupefacientes y el adicto a dichas drogas que ingresa en el delito" antes de establecer una eventual pena.
 
En la Cámara baja existen además antecedentes de proyectos presentados por legisladores que proponen modificar la ley de tenencia y tráfico de estupefacientes 23.737, para permitir el uso médico de la marihuana. Desde el bloque de ARI, de Elisa Carrió, informaron que está "en estudio" la posibilidad de presentar un proyecto en el mismo sentido sobre el tema en las próximas semanas. Si en Diputados los proyectos son escasos, el impulso es mucho menor en el Senado. Todo lo contrario: desde la Comisión de Seguridad Interior y Narcotráfico, que encabeza la salteña Sonia Escudero (FV-PJ), confirmaron a LA NACION que no existe por el momento ninguna iniciativa presentada orientada a la despenalización. 
De todos modos, nadie descarta que alguno de los proyectos vigentes tome inusitada fuerza si desde la Casa Rosada envían una "señal política" en ese sentido. Hasta ahora, esa iniciativa brilla por su ausencia.
Por Jaime Rosemberg y Gabriel Di Incola De la Redacción de LA NACION

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