Por Fabián Sepúlveda
Departamento de Cultura
Había pautado de antemano todos los contactos con la gente del ex- Serú Giran para entrevistarlo en persona. Su manager, vía e-mail, me aseguró la nota luego del show. Una vez terminado éste la coordinadora de prensa local, me llevó hasta él: un brasilero cuarentón, que apenas nos presentaron, me dice: “Fabeán, tenemos um problema, como empezamos muito tarde ele espetáculo, Pedro nao dará notas. Hay muito lío por esto, ele restaurante ya cierra, mañana viajamos …” Al ver mi cara, le faltó decir “Para de sufrir”. No se si este morocho es muy buen profesional o aprendió el oficio en Buenos Aires, pero esta vez (sólo ésta) un manager me convenció. Esa noche, además de ir a cenar, el equipo debía descansar para viajar hasta San Juan donde también tocarían, y conociendo de antemano el riguroso profesionalismo de Aznar, de seguro la versión era fidedigna.
Decir de Pedro Aznar que es un músico talentoso no es noticia. A esto se suma lo difícil que se hace analizar las variaciones de su trabajo musical. También es curioso porque su camino es siempre ascendente y en permanente búsqueda. Sobre las tablas del Independencia, Aznar, ejecutó algunos clásicos, otras inéditas y las canciones de su último disco, “Mudras, Canciones de a dos”: un CD que data del 2003, pero tratándose de este excepcional artista, se sabe que su increíble agenda, no le da para producir discos en menor tiempo.
Una explicación posible para que Pedro Aznar haga lo que hace (y haya hecho lo que hizo), es que su verdadero nombre sea Clark Kent. Incluso algunos aspectos de su vida hacen sospechar un origen alienígeno: se dice que es uno de los pocos músicos (igual que Charly García), que tiene oído absoluto. Según Charly, es una capacidad física que pueden tener muchos, pero si no la ejercitaron, tal vez nunca se den cuenta de ello. La misma permite captar un espectro de ondas sonoras más amplio que el común de los humanos, o sea nosotros, los simples mortales. Por ejemplo, si se destapa una botella, ellos saben qué nota musical tiene ese sonido. Por lo que algo de superhombre parece tener. En una nota para la edición argentina de Rolling Stone (Nº 10), el periodista Claudio Kleiman asegura que “Almacena en su cerebro mágico el repertorio íntegro de Los Beatles, pero también canciones de Steve Wonder, de Elton John y muchísimos otros”.
El sueño del pibe
Nació en Buenos Aires en 1959 y a los 7 años le compraron Revolver, de Los Beatles. En 1976 se convierte en el bajista del grupo Madre Atómica, los otros dos integrantes eran Mono Fontana y Lito Epumer. Nada más ni nada menos. El grupo Alas, formado por Gustavo Moretto, Carlos Riganti y Alex Zuker, lo recibirá en 1978 cuando partió este último integrante. Fueron unos de los pioneros al fusionar el folklore y tango con el rock y el jazz. Por esa época también descubre al bajista Jaco Pastorius (Joni Mitchel entre otros) y encuentra, en el sonido del bajo sin trastes, una técnica melódica que ya venía desarrollando. Esa misma noche, le arranca los últimos cuatro trastes a su bajo y se sorprende por el sonido obtenido. Al final termina la tarea armado con una tenaza y un destornillador. Graba en un LP de Raúl Porchetto y toca con varios grupos de jazz, experimentando con su bajo sin trastes. Pero el gran salto lo dará cuando lo llama el mismísimo Charly García para tocar en un grupo que formaría en breve. Pedro tenía por entonces 17 años (!!!), y viajó junto al otro convocado, Oscar Moro, rumbo a Brasil donde los esperaba García y David Lebon, y terminaron fundando el segundo grupo más popular de la historia del rock nacional: Serú Girán. Hasta este punto, la historia es conocida. Luego de 6 álbumes, decidió alejarse temporalmente para estudiar música en Berklee (USA). Pero el grupo no lo reemplazó por otro bajista y se disolvió. Solo se reunieron 10 años más tarde para algunos recitales y otra placa. “Es que no es “un bajista”. Tenés que tener uno que haga todo: bajo, teclados, coros, y todo muy bien”, decía Charly García sobre esto a Rolling Stone (Nº 51).
El primero internacional
En 1980 Serú Girán es invitado a tocar en Brasil. Allí, Pedro oyó al Pat Metheny Group en vivo por primera vez, y quedó tan impresionado, que detrás del escenario le entregó a Pat una cinta de sus grabaciones caseras. Al año, recibe un llamado de un tercero que decía que a Pat Metheny le había encantado su cinta y que quería contactarlo. Mientras tanto, Pedro publica su primer disco solista, "Pedro Aznar" y en 1982, graba el segundo, "Contemplación". Al final del año, el Pat Metheny Group, lo alista en su formación estable, grabando con ellos dos álbumes de estudio y uno en vivo (Todos premiados con Grammy). Giró por todo el mundo durante 7 años con este grupo de alto nivel internacional. Un caso único de un músico argentino de rock en una banda de culto, más que popular, lo que lo hace más exigente aun. Su alejamiento fue, tal vez, por algunos problemas al no poder plasmar en los discos sus creaciones, ya que los compositores sólo eran Pat y Lyle Mays, aunque igualmente no hubo asperezas en su partida. Su discografía solista, hasta hoy, es: “Fotos de Tokio”, “David y Goliat”, “Hombre mirando al sudeste”, “Cuerpo y Alma”,
Además ha sido productor de decenas de artistas de todo el mundo de los más diversos géneros, como también de varias bandas de sonido de películas del cine nacional.
Soñar, soñar.
De holgado traje oscuro, camisa blanca y lustrosos zapatos, Pedro Aznar y su banda empezaron el show, con “Oración” de su última placa. Luego siguió con “Alcira y la torre”, una especie de rap electrónico carioca que formará parte de “un próximo trabajo dedicado íntegramente al Brasil”. Otro tema fue “Regreso”, un poema de Pablo Neruda que Aznar musicalizó por ser parte de "Marinero en Tierra", un tributo al poeta chileno de varios artistas, una mística composición con aires andinos, donde al principio, el sanrafaelino Facundo Guevara (percusión) y Andrés Beeuwsaert (teclados y voz), soplan cuernos y Pedro un instrumento de viento mas pequeño. Hizo también un set folclórico: “Romance de la luna tucumana”, otra musicalización suya a un poema inédito de Atahualpa Yupanqui del CD “Yo tengo tantos hermanos”, donde otros artistas hicieron lo mismo, (La versión original la canta Mercedes Sosa). La otra zamba fue una versión propia de “Zamba del carnaval” de Cuchi Leguizamón, con la que generó uno de los picos más altos de la noche, y la tercera fue “El seclanteño” de Ariel Petrocelli, todas con impecables trabajos de percusión que Guevara ejecuta a la perfección, además de ser un formato donde el ex –Alas se siente muy cómodo junto a la baguala, puesto que en varios CDs la ha grabado. La versatilidad, es otros de los rasgos de grandeza de Aznar, porque de ahí dejo su bajo, se sentó al piano y pasó al tema de Elthon John yBernie Taupin “Ya no hay forma de pedir perdón”, acompañado sólo por los teclados de Beeuwsaert. Presentó también dos cortes nuevos que estarán en un próximo trabajo discográfico: “Nocturno suburbano” y “Lima de luto”. Otro de los momentos cumbre fue con “Muñequitos de Papel” por dos motivos, una por su fuerte mensaje “Qué ha quedado del país? Este gris. El color de subsistir no es vivir”, y otra, por la cátedra ofrecida de cómo tocar bajo eléctrico, sólo muñido de una larga púa le sacó brillo a su chapa de ser unos de los mejores bajistas (junto a Diego Arnedo) de Argentina. Finalmente, Aznar anunció el final, pero para el bis, presentó “a la mejor voz y guitarra del rock nacional, David Lebon” para hacer “A cada hombre, a cada mujer”. Emoción general de ver la mitad de Serú Girán, con Lebón punteando como sólo él sabe y Aznar con un registro vocal indeleble. Dos bises más, pero el público insistía con otra, y entraron de nuevo los tres, Guevara con una pandereta, Beeuwsaert con una especie de piano a viento, y Pedro con guitarra. Se sentaron en la punta del escenario, sin micrófonos ni enchufes, generando el silencio más silencioso del mundo cantando la última… y en francés.
Sonriente y delgado, uno de los mejores músicos de la historia nacional nos deslumbró con su talento. Pero de algo me convencí: Pedro Aznar no es Clark Kent, incluso es más sapiente: él no trabaja de periodista.