Se desarrolla en la Universidad Nacional de Cuyo el curso de posgrado Educación Popular en América Latina a cargo de Marcos Raúl Mejía Jiménez, uno de los máximos referentes en el tema a nivel internacional.
En esta nota se refiere a las educaciones populares y el cuarto paradigma. Sobre ambos temas, Mejía Jiménez explicó que en la actualidad ya no hay una única educación popular sino muchas educaciones populares que son el fruto del desarrollo de los últimos 20 años y de múltiples posibilidades. Esas educaciones populares son una propuesta educativa para toda la sociedad y se plantea como una oportunidad para aquellas personas que consideran que la educación tiene que estar pensada socialmente, no como algo instruccional, con uso de didácticas.
Las pedagogías en la educación popular, destacó, son muy importantes porque se han venido decantando de una larga tradición: “Algunos autores plantean que, hoy, las educaciones populares son el cuarto paradigma educativo y pedagógico en la modernidad: el primero es el alemán, el segundo el francés, el tercero sería el anglosajón, basado en el curriculum, y el cuarto sería el latinoamericano”.
"Este cuarto paradigma dice que no hay educación ni escuela sin contexto, por lo que ha desarrollado pedagogías propias, desde el sur. Esta propuesta tiene como soporte el reconocimiento de la pluriversidad, lo cual ha sido posible al salir del eurocentrismo como el único relato posible para explicar el mundo. Entonces aparece una mirada en la que se reconoce el orientalismo, el panafricanismo, nuestra América y lo que algunos pensadores llaman la 'América profunda', existente en la América del Norte".
"Nuestros pueblos originarios -agregó- tienen una filosofía, el Sumak Kawsay, que se traduce del quechua o quichua Sumaq Kawsay y del aymara Suma Qamaña, y que es el buen vivir, o el vivir bien, que plantea una relación armónica con la naturaleza, la integralidad de la vida humana. Entonces, somos naturaleza. Surge ese proyecto que cuestiona la idea de desarrollo. Aparece la vida misma de nuestros pueblos, atribuyéndole un sentido diferente".
"Un pensador colombiano, Orlando Fals Borda, dice que estamos construyendo todo esto desde la identidad del mundo indígena, la rebeldía del mundo afro, la fortaleza del trabajo del colono. Tenemos lo que llama él 'la identidad del mestizo'. Esto sentó las bases de lo que hoy llamamos 'epistemologías del sur', en las que se reconoce una matriz del conocimiento de base de estos pueblos que hemos habitado América, y no solo en vinculación con indígenas o afros, sino con la manera en que nosotros hemos construido una forma de vivir, de entender la vida".
"El problema -continuó- no es solo de resistencia, en el sentido de oponerse a una dominación, sino que esa oposición se manifiesta de una manera muy clara cuando se plantea la necesidad de reexistencia, que es la manera en que somos capaces de sacar elementos de nuestras culturas y exponerlos para reflejar que, hoy, le hacemos una propuesta a la sociedad. Cuando hablo del mundo originario indígena y del buen vivir, el Sumak Kawsay, este se convierte en una propuesta dotada de sentido. La vida toda es organizada, no en función de la vida humana, sino de los territorios; por ejemplo, el reconocimiento de las sabidurías ancestrales: esa relación con la naturaleza nos muestra que no hay solo conocimientos en el sentido occidental, sino que hay saberes de las culturas. En ese enriquecimiento de saberes, se terminan proponiendo explicaciones del mundo y maneras de vivir la vida cotidiana que nos conducen a otros lugares".
"Hoy rescatamos estas resistencias. Por ejemplo, los sistemas de producción limpia que vienen desarrollando las mujeres campesinas en Colombia y que hemos sistematizado desde la institución en la que trabajo, Planeta Paz. Hallamos que, esa manera de producir de estas mujeres, plantean nuevas formas de feminismos populares y comunitarios que, además, al mostrarnos la manera en que organizan la vida reflejan sentidos para cambiar nuestra manera de existir, de consumir, de construir procesos. El mundo de la escuela, de la educación en todas sus formas, está siendo tocado por las pedagogías de la educación popular".
Los tres principios de la Educación Popular
El educador colombiano considera que "las pedagogías de la educación popular se basan en tres principios: el diálogo de saberes, que es el reconocimiento de nuestra intraculturalidad, de que todos conocemos, sabemos. También es importante la confrontación de saberes, es decir la necesidad de encontrarme interculturalmente con otros y otras. Esto significa abrir la mente para integrar otras narrativas y poder construir con otras visiones y organizaciones del mundo. En ese sentido, hablamos de un reconocimiento horizontal de epistemes. El tercer principio de estas pedagogías es la negociación cultural: no se trata de construir nuevos culturalismos. Sería terrible que estuviéramos cuestionando el eurocentrismo y proponer un nuevo relato único, monocultural. Es necesaria la negociación para poder construir estos procesos".
"En la propuesta pedagógica no se busca el puro deseo de conocer, el saber mucho. La negociación cultural es con el diferente para poder construir los comunes, una interseccionalidad con visiones distintas, con miradas del mundo para transformarlo con proyectos específicos que surgen de un acuerdo. La propuesta pedagógica de las educaciones populares permite organizar, de otra manera, el sistema del conocimiento", concluyó Mejía Jiménez.
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