La orquesta universitaria presenta un programa con partituras nunca tocadas en Mendoza. Entre ellas, destaca la Sinfonía Nº 1 de Scriabin, que llega en su versión sin el movimiento coral. Dirige el ucraniano Alexander Dolinsky.
La Orquesta Sinfónica de la UNCuyo presenta esta noche, a las 21.30, en el teatro Universidad (Lavalle 77, Ciudad) su concierto de apertura de la temporada 2009. Se trata del verdadero arranque del ciclo de este año, luego del concierto vendimial ofrecido el jueves 5, con obras de autores argentinos.
En un año en que la Sinfónica no tendrá director titular (ver aparte), el invitado de hoy será el conductor ucraniano Alexander Dolinsky, quien ha propuesto a la orquesta un programa plagado de estrenos, uno de ellos provincial, y el resto, nacionales.
Es que Dolinsky, director titular de la Filarmónica Regional Prokofiev de Donetsk (región de Ucrania), dirigirá esta noche cuatro obras de compositores ucranianos, en un concierto que concluirá con una versión de la Sinfonía Nº 1 de Alexander Scriabin, sin su movimiento final (ver recuadro).
Las obras previstas para esta velada son el final de la Rapsodia de los Cárpatos y el Concierto Nº 1 para corno (de Levko Kolodub), la Ascensión para corno y orquesta (de Viktor Komlikov) y la obertura de la ópera Taras Bulba (de Nicolai Lysenko).
Como solista del concierto de Kolodub y de la pieza de Komlikov actuará el cornista Alexander Takhmanov, nacido en Georgia y radicado en Mendoza desde hace más de una década, donde interpreta la trompa principal en la Sinfónica de la UNCuyo.
Kolodub, autor de dos de las obras que se interpretarán, nació en Ucrania en 1930. El estilo de sus composiciones recuerda al de Zoltán Kodály, más que por la sonoridad, por el hecho de inspirarse en la música folclórica de su país. Compositor prolífico, ha escrito ya más de 10 sinfonías y poemas sinfónicos, además de numerosos conciertos dedicados sobre todo a instrumentos de vientos, precisamente como el concierto para corno que se interpretará esta noche.
Por su parte, Víktor Komlikov nació también en Ucrania, pero en 1959. Se formó como cornista y fue laureado en un concurso nacional para instrumentos de vientos. La composición que estrenará en la Argentina hoy la sinfónica es una de sus obras más recientes.
Del grupo de ucranianos que pondrá en sonido hoy la sinfónica, Mikola Lysenko es el más lejano en el tiempo. Nació en 1842 y murió en 1912. Alumno nada menos que de Rimsky Korsakov, estudió en Kiev y en Leipzig y se graduó como pianista y compositor. Al igual que Koloduv, investigó en la música folclórica de Ucrania y compuso desde breves piezas hasta complejas obras sinfónico corales. Sin embargo, a su ópera Taras Bulba, de la que se oirá hoy la obertura, Lysenko la llamaba su “más caro y amado hijo”, y es un verdadero canto a la libertad.
Exótica personalidad
El caso de Scriabin es bien distinto. De este autor ruso (1872-1915), exótica personalidad con rasgos misticoides, la Sinfónica de la UNCuyo interpretó su Sinfonía Nº2, el año pasado, con la dirección de Ligia Amadio.
Buena parte de la fama de Scriabin se la debe a sus composiciones para piano, generalmente de enorme dificultades técnicas y un estilo que va de la influencia de Chopin inicial a la oscuridad, siempre exigente de virtuosismo, de sus últimas piezas, como la Sonata Nº 9 Misa Negra.
Pero también sus obras orquestales, entre ellos las sinfonías (tres numeradas, y dos poemas sinfónicos) han adquirido fama en las salas de concierto.
La Sinfonía Nº 1, que se tocará por primera vez en Mendoza, llega sin embargo en una versión sin el impresionante sexto movimiento. Éste está pensado para orquesta, coro, tenor y soprano. Sin embargo, según informó la propia orquesta, fue el mismo director el que propuso esta versión de sólo cinco movimientos, al parecer muy usual en salas europeas.