Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

“La tierra para quien la trabaja”

Existió una ocasión en la que el mundo se estremecía… palidecía el estado amazónico de Pará, en Brasil, con la masacre de El dorado aquel tristemente recordado abril de 1996… en esa fecha, 19 campesinos eran asesinados por los miembros de la policía militar brasilera… a partir de entonces comenzó a trascender el movimiento de un grupo de militantes de izquierda, comunidades cristianas de base y diversos sindicatos rurales que desde 1984 irrumpieron en la escena mundial con el propósito de luchar por el trabajo, la tierra y una sociedad más justa, convirtiéndose, sin dudas, en el movimiento social más poderoso de América Latina.

18 de mayo de 2004, 09:10.

La masacre de Eldorado tuvo como propósito intimidar al Movimiento pero consiguió el efecto contrario: la opinión pública se volcó masivamente en favor del Movimiento, mientras el gobierno de Cardoso en su estrategia exportadora de modernización agrícola, dejaba a más de 400.000 pequeños productores en la bancarrota o convertidos en trabajadores sin tierra. Los hechos marcaban la pauta de una movilización inevitable: cientos de campesinos eran desplazados de la tierra por la modernización capitalista del campo mientras se reducían las posibilidades de trabajo y acrecentaban las precarias condiciones del mismo. De esta manera, El Movimiento de los Trabajadores rurales Sin Tierra (MST) del Estado Rio Grande do Sul, fue constituyéndose a través de la articulación de la lucha de esos campesinos por la tierra y la reforma agraria en Brasil, definiéndose como un movimiento de masas autónomo, al interior de una corriente sindical, sin vinculaciones político-partidarias o religiosas. Entre sus integrantes, se encuentran peones rurales, campesinos, obreros, y todos aquellos que sostienen la vuelta a la tierra, la cual empieza a ser una alternativa para - al menos- sobrevivir.

Aún así, no podemos considerar a este movimiento como algo reciente; Nace como producto de la conjunción de distintos factores tanto los socioeconómicos consecuentes del período 1975-85 donde, sumado al proceso de desarrollo capitalista en agricultura y la concentración de la tierra, como el proceso de transición conservadora que ha aislado la dictadura militar y la labor de la Comisión Pastoral de la Tierra anima a los campesinos a organizarse. Estos factores le dan al movimiento una expansión a nivel nacional en 1995 en el I Congreso Nacional de los Trabajadores Rurales Sin-Tierra, al cual asisten 1500 representantes de todos los Estados del Brasil.

Sus luchas han sido arduas y sus logros significativos, aún así son otros los aspectos que diferencian al Movimiento los Sin Tierra con respecto a otras organizaciones sociales latinoamericanas: la mística y la formación de sus integrantes. Hoy por hoy el MST está organizado en 23 estados del Brasil, en los cuales alrededor de 145.000 familias de campesinos ha conquistado la tierra mediante asentamientos en donde se han establecido en forma de cooperativas de producción. En tales asentamientos el MST ha desplegado una organización que ha permitido un aumento considerable de la renta agraria, invirtiendo en la formación técnica y política de los asentados, como también en el ámbito educativo en el cual participan más de 38.000 estudiantes y alrededor de 1.500 docentes promoviendo cursos regulares y actividades de capacitación como el de magisterio y técnico en administración de cooperativas.

“Nuestra vivencia pedagógica está marcada por una serie de matrices construidas con los años. Es la pedagogía de la tierra, de la lucha por la tierra, de la sobrevivencia en y de la tierra... y la escuela no puede dejar de elaborar e incorporar todo esto” (Marcia Morán Dirigente Nacional del Área Educación del MST). De esta manera, el MST se organiza por comisiones para garantizar la direccionalidad de la lucha por la tierra, promoviendo una forma horizontal de organización.

Al analizar las cifras que hablan de la realidad del Brasil - según informes de la ONU- se lo considera como uno de los países con mayor desigualdad en cuanto a la distribución de la riqueza (el 5 % de los brasileros es dueño del 80 % de la tierra del país). Ante ello las propuestas del MST están destinadas a la concreción de una prometida reforma agraria que ha estado históricamente signada por la muerte de varios campesinos: 163 trabajadores rurales fueron asesinados durante los primeros 4 años del régimen de Cardoso; según datos de Amnistía Internacional, en los últimos 12 años fueron asesinados 1.167 trabajadores rurales de los cuales hubo sólo 86 juicios y 7 condenas. Según la Comisión Pastoral de la Tierra en 1998, 46 trabajadores rurales sufrieron tentativas de asesinato, 88 fueron amenazados de muerte, 35 fueron torturados, 164 agredidos físicamente, 466 presos y 207 sufrieron lesiones corporales. En 2003 -primer año del gobierno Lula- murieron 73 personas por la causa.

La reforma agraria crea nuevas expectativas basada en la expropiación de tierras de los grandes latifundistas – los nuevos gamonales- para otorgarlas a los trabajadores sin tierra. A pesar de la lentitud de los cambios en su estructura agraria – generalmente a favor de los grandes terratenientes y corporaciones multinacionales- y de una Constitución -aprobada en 1988- que no ha efectuado una mejor distribución de las tierras, el MST se ha fijado una serie de objetivos: para desafiar la concentración de la propiedad, la ociosidad de más de 100 mill. de hectáreas, las condiciones infrahumanas de los trabajadores, el modo tecnológico de la agricultura y el consumo de insumos extranjeros. De esa manera se persigue el poder garantizar trabajo, seguridad alimentaria, bienestar social, justicia social, igualdad de derechos, la difusión de valores humanistas y socialistas para conseguir un desarrollo auto sostenido.

De esta manera, el MST, viene a buscar el establecimiento de una nueva sociedad “igualitaria y socialista”, derivar en un amplio proceso de cambios sociales y fundamentalmente, buscar “la alteración de la actual estructura capitalista de organización de la producción”. Con este fin se están desarrollando todo un conjunto de acciones encaminadas a la movilización popular y a incidir en la acción del Estado Democrático. Las conquistas de asentamientos, asociaciones, cooperativas y organizaciones sociales, forman parte de este proceso de movilización y acumulación de fuerzas para la realización de una amplia reforma agraria. Respecto a ello, Lula da Silva -actual presidente de Brasil- declaró: “Nos hemos comprometido a hacer una reforma agraria antes de fines de 2006 (fin de su mandato), asentando a 430.000 familias (...) Y ese es el compromiso que vamos a cumplir”.

A lo largo de Latinoamérica se han hecho eco de esta lucha nuevo agentes sociales como el Movimiento de Pequeños Agricultores en Brasil (MPA) y la Federación Trabajo y Vivienda en Argentina (FTV), todos manifestando un cambio hacia una mayor participación en la política nacional y en la creación de coaliciones en el ámbito nacional, estableciendo la consolidación de un movimiento social poderoso.

Las exitosas movilizaciones del MST y las transformaciones concretas de los trabajadores rurales demuestran que un movimiento democráticamente estructurado, bien organizado, políticamente consciente, puede desafiar con éxito la agenda neoliberal del Banco Mundial o del FMI coordinando tácticas legales y de acción directa en el contexto de la construcción de un apoyo público y de alianzas sociales con instituciones civiles.

“Somos una parte de ese pueblo que está siendo empujado hacia afuera del sistema, hacia las estadísticas de la miseria. No alcanza con pelear por la reforma agraria, porque el problema es político, el gobierno no sabe qué hacer con millones y millones de personas que le sobran y muchas veces su única respuesta es militar. Entonces la única posibilidad es el cambio político, con un proyecto nacional. Yo no creo en los hombres que viven sin sueño: no digo sólo el sueño de la Reforma Agraria, de la Revolución. Digo cualquier sueño que te permita aportar a la felicidad de todos. Esa es la vida que vale la pena. No es un país independiente, una patria libre....pero bueno, quizás esos sacrificios sean nuestra cuota para que nuestro pueblo se despierte.” Jorge Neri – líder del Movimiento.

Sin dudas en estos tiempos que corren, los pueblos que logran despertarse son los que han logrado crecer y consolidarse como principales referentes de la lucha contra el neoliberalismo, promoviendo la articulación de todos los sectores excluidos por el sistema: no sólo para los sin tierra, los sin trabajo, también para los sin horizontes, los sin utopías.

Andrea Cecilia Lamantia
ceci_lamantia@yahoo.com.ar

Contenido relacionado