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La tonada es más fuerte

El sábado 2 de julio tocó por primera vez, en el Teatro Independencia, el dúo Orozco-Barrientos para presentar su primer CD, “Celador de Sueños”. El presente y futuro de la música cuyana en sus voces y manos.

El recital estaba pautado para las 22, pero a esa hora en el camarín, estaba Fernando Barrientos acompañado sólo por los músicos. “Estoy esperando al Tilín que todavía no llega”, me dijo. Y ahí me pregunté cómo un músico puede tener un talante tan frío y llegar sobre el pucho a un show: ¿Demasiados recitales en su espalda? ¿Muy ocupado con la prensa? ¿Problemas con el tráfico? ¿Antojos de divo? Nada de eso. El principal inconveniente de Orozco, es su familia. Si, es así. Porque el tipo es tan familiero que anda de aquí para allá con su esposa e hijos, y cuando de éstos últimos se trata, el minutero mengua para cualquier progenitor. Pero incluso con esta demora, las luces de la sala se apagaron 20 minutos después de lo anunciado, que para (nosotros) los mendocinos, estaría dentro del rango de lo puntual.

La historia cuenta (ya tienen una propia) que se conocieron en un boliche que funcionó en la Alameda llamado “Candilejas", que cobijaba la bohemia del momento. Desde ese instante, compartieron miles de zapadas y composiciones. Luego, con esas canciones, comenzaron a elaborar un cancionero de las que algunas quedaron en "El resto del cielo", eltrabajo que "el gordo" hizo con su mujer (Sandra March). Pero el dúo se gesta verdaderamente en el 2003, luego del Festival de Viña del Mar, de donde se trajeron la Gaviota de Plata. Acto seguido, le llevaron su trajeteado demo a León Gieco y éste los contactó con el prestigioso productor Gustavo Santaolalla, dueño de Surco Record. Sin dudas, la presencia del  actual gurú de los nuevos sonidos latinoamericanos es decisiva en “Celador de Sueños”, y ellos así lo reconocen.

Uno por la izquierda y el otro por la derecha, aparecieron sobre el escenario, empuñaron sus guitarras y despuntaron la primera página de la noche, solos, sin sus músicos. Detrás  de ellos una gigante pantalla pintaba imágenes suyas y paisajes mendocinos que se mezclaban para un imaginario recorrido. Su segundo tema fue el que le da nombre al CD, “Celador de sueños”, una de esas composiciones que un artista sueña con crear, porque tiene de todo: buenos arreglos, letra preciosa y ese agregado mágico que te hace sentirla en medio del pecho. Ese tipo de melodías que suelen catapultar a un artista a la estratósfera, o condenarlo para siempre con el yugo de la reiteración efectista. Parecido a lo que tal vez padeció Fernando con “El amor es más fuerte”.

De la misma cepa

Entre la primera impresión que uno se lleva al mirar a ambos y luego poder dialogar, hay un resultado adverso: Fernando es flaco y tiene una larga cabellera, podría ser el más irresponsable en apariencia si se quiere, pero su actitud y profesionalismo tiran abajo la hipótesis. En cambio, Raúl (su apodo tan particular lo heredaró de niño cuando de tanto tocar la guitarra, los mayores le decían “¿Podés parar con el tilín tilín?”) en cambio, es más bajo, su pelo corto y barba le dan un aire intelectual, aunque le dura poco. En otras palabras: Tilín es el típico personaje que te mira fijo, y con una actitud de viejo sabio puede dejarte mudo con una reflexión o explotar con un chiste sazonado con una deliciosa puteada de postre (sí!, putea espectacular)  para terminar a las carcajadas.

En las crónicas sobre Barrientos y Orozco siempre se subraya el cruce entre “un tradicional y un rockero”, pero durante las dos horas de éste toque (al menos para este humilde cronista) el misterio terminó. Resulta que en esta ocasión los muchachos tenían un invitado sorpresa: “Tito” Barrientos, el papá de Fernando. Un gran guitarrista chileno que desde hace años se radicó en esta tierra y fue amigo del maestro Tito Francia, entre otros. Arriba del escenario, además de ser un gran “contador de anécdotas” (sic), se dio el lujo de puntear su guitarra, hacer prender las luces del teatro para ubicar a sus familiares y ejecutar brillantemente un tema de su amigo Francia. Ah, y me olvidaba de algo… tiene 80 añitos. Estos minutos también bastaron para mostrar los nutrientes que Fernando absorbiera de niño antes, que los vinilos de Pescado Rabioso y Pappo’s Blues: gatos, cuecas, tonadas y alguna guaracha. La raíz quedo al desnudo y la historia se pone más interesante.

“Soltando coplas”, “Los ojos del amor”, “Tonadamente”, “El Vampiro Chupador”, “Serenatero” (estos dos pertenecerán a la futura placa), “Pintadita”, “La margarita”, y una conmovedora versión de “Maturana”, el gran tema de Castilla y Legizamón, fueron algunas de las canciones que sonaron durante la noche. Y, salvo pocas como “La Refranera” de Felix D. Palorma, no se aferran a los clásicos para ganar aplausos. El desmonte lo han hecho sólo con la constancia bien afilada y una desmesurada sensibilidad. 

Tilín cierra los ojos, mientras quiméricas notas con aroma a malbec atacan nuestros atónitos oídos. El ala de su eterno sombrero le hace sombra en la mitad de su rostro. En la otra punta, Fernando se desdobla al cantar, agita sus manos y rockea con su guitarrón. Pero, a pesar de su desfachatez, es medido y profesional. De esta manera todo iba concluyendo, hasta que Tilín dispara la última sorpresa: “Osky” Amante estaba operando el sonido, el mítico músico integrante de “Soluna” (el proyecto musical de Sataolalla luego de disolver “Arco Iris” en 1977) y que además trabajó en muchos discos de León Gieco. Nuestros oídos siguieron atónitos.

La esperanza en racimo

Lamentablemente, en la botella quedaba el último sorbo. Brindis y despedida. La pantalla gigante quedó en negro. El público los aplaudió a rabiar, y la yapa obligada. Una vez corrido el gran telón, en el camarín todos estaban contentos: congratulaciones, abrazos y el festejo por los dos flamantes temas presentados. Sobre una larga mesa descansaban un ramo de rosas, 2 botellas de tinto a la mitad, y alguna gaseosa. “Gracias a Dios estamos laburando”, me contó entusiasmado Fernando, una frase infrecuente en los artistas. Hablan tibiamente de su próximo demo para Santaolalla: “Él propone que preparemos unas 25 o 30 canciones para poder seleccionar” explica Barrientos, acerca de la dinámica de trabajo con el productor (restan por contrato dos discos más con él). Tilín se seca la cara y sigue atento a su compadre, se lo nota cansado, pero satisfecho.

Recién amanece y sólo los pájaros los acompañan con su trino. Un seco golpe a la reja y la tierra pegada se desprende. A la par, hay otro gredoso y largo surco por arar.

Fabián Sepúlveda

fabsep@hotmail.com

Departamento de Cultura

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