La mayor universidad del país necesita casi 2.500 millones de pesos en 2009 para mejorar su infraestructura. Afirma que es fundamental mejorar los vínculos con la sociedad; también la articulación del CBC con los contenidos del secundario.
“Chicos, si necesitan un arreglo, vengan al consultorio de la Facultad”, invita María Beatriz Guglielmotti a la cronista y al fotógrafo. Nos mira los dientes, los examina, da su veredicto: “Los dos tienen muy buena dentadura”. Su pasión por la odontología atraviesa la gestión académica. La actual decana de la Facultad de Odontología, que fue elegida por la mayoría de sus colegas como vicerrectora de la UBA –en reemplazo del decano de Arquitectura, Jaime Sorín, que renunció el mes pasado– se ríe en su despacho pero no se contiene. “Fui votada en forma unánime pero realmente no me había propuesto llegar a este lugar en la vida, accedí sin tener que buscarlo, se dio solo”, asegura.
Guglielmotti se recibió de odontóloga en 1972. Con el título bajo el brazo, trabajó en hospitales públicos y clínicas privadas mirando bocas ajenas hasta 1979, cuando decidió dedicarse a la docencia y la investigación de la anatomía patológica. Mientras cuenta que no tiene hijos pero sí un puñado de sobrinos, se detiene en un laboratorio del primer piso de la Facultad para charlar con Crítica de la Argentina sobre la necesidad de revisar el presupuesto de la mayor universidad de la Argentina, articular la escuela secundaria con el Ciclo Básico Común (CBC) y vincular la universidad con la sociedad de un manera plena.
–¿Cuáles son sus expectativas para 2009 en relación con el presupuesto de la UBA?
–La UBA necesita un mayor presupuesto para mejorar su infraestructura y su equipamiento. Lo que se está pidiendo es lo que se necesita: de 1.051 millones de pesos que recibimos en 2008, necesitamos 2.454 millones para funcionar en 2009. Esperamos que se tenga en cuenta ese pedido y que después hagan los controles pertinentes sobre cómo se entrega el dinero.
–Después de la reforma del estatuto de la UBA, quedaron en el tintero dos temas: el CBC y el cogobierno. ¿Qué balance hace sobre eso?
–Se trabajó muchísimo en comisiones para llegar a la asamblea universitaria y por eso todos los puntos se aprobaron por consenso. Hay que destacar que se realizó en un ambiente donde nos pudimos escuchar, pese a que estuvimos en desacuerdo con la presencia de la policía. Los temas pendientes van a requerir de muchísimo análisis y se verá hasta dónde se puede llegar a un acuerdo: el cogobierno es un tema complejo. Es claro que tiene que haber una adaptación y se tiene que reformar, pero cómo y hasta dónde no sabemos.
“No pertenezco a ningún partido político, de hecho trabajé en casi todas las gestiones de los últimos treinta años en mi Facultad. Soy muy respetuosa de todo el mundo. Me hubiera gustado, pero no tuve el tiempo para dedicarme a la militancia”, confiesa Guglielmotti. Y no se olvida la sonrisa. Es que con tres años de gestión como decana, reconoce que la academia le apasiona pero que lo suyo es la docencia. “Yo nací para ser docente, me encanta. La investigación la descubrí por la práctica. Tuve mucha suerte porque conocí maestros excelentes”.
–¿De qué manera se puede mejorar la vinculación entre la secundaria y el CBC?
–La reforma del CBC aún no está consolidada. Sin embargo, creo que los contenidos deberían ser comunes y transformarse en el soporte para las asignaturas que vienen después. Hay que ajustar qué CBC queremos y articularlo con la secundaria, porque a veces lo que se encuentran los docentes es que los alumnos no tienen los conocimientos necesarios para el cursado y la comprensión de los contenidos que les están dando.
–¿Qué objetivos persigue en su nuevo rol?
–Hay muchos temas pendientes: el CBC y la enseñanza en los preuniversitarios son los principales. También la conexión entre la comunidad y la sociedad, que es algo que hay que lograr con una buena participación. Nos falta presupuesto e infraestructura, pero nos olvidamos –independiente de las falencias– de lo que tenemos y que sí funciona. Yo soy optimista y, por sobre todas las cosas, tengo empeño.