¿Se puede ser positivo ante el cambio climático? ¿Existen oportunidades de crecimiento comprometiéndose con la sostenibilidad? Luego de hablar con Rafael Kemelmajer se puede encontrar una respuesta afirmativa y entusiasta que, sin negar lo preocupante de la situación mundial, invita a pasar a la acción. La posibilidad de crecimiento con conciencia ambiental y social, asegura, puede terminar convirtiendo a Mendoza en un polo de referencia.
Docente, referente de las empresas de triple impacto, emprendedor, pero sobre todo un apasionado de la sostenibilidad, Kemelmaer trabaja junto a la UNCUYO en la formación de los nuevos líderes y en el acompañamiento al sector privado y público para generar modelos de negocios que sean buenos con el planeta y la sociedad.
Esa tarea lo llevó a España junto a la rectora Esther Sanchez y la secretaria general del Instituto de Ciencias Ambientales (ICA), Gabriela Lúquez, para compartir con referentes que forman parte del proyecto MetaRed, un espacio que nuclea a más de 1.700 universidades de Iberoamérica. Dentro de la red, la rectora de la UNCUYO es presidenta para Argentina de MetaRed ESG, la cual trabaja por la sostenibilidad.
—¿Cuál es el balance luego de compartir con referentes de universidades de diferentes lugares del mundo?
—Me genera mucha ilusión la posibilidad de generar acciones conjuntas. Cuando todas las universidades nos ponemos de acuerdo para ir hacia el mismo lugar podemos mover la aguja fuertemente. Eso nos permite colocar sobre la mesa acciones que son urgentes y muy necesarias de tratar con el aporte de la academia.
"La universidad tiene que dar el ejemplo de gestión amigable con el ambiente y con la sociedad. Si no es la academia la que brinda el conocimiento para generar soluciones y ofrece una alternativa a la evolución que está necesitando la tierra, ¿quién esperamos que lo haga?".
—¿Cómo se involucra la universidad con la cuestión ambiental?
—Toda la problemática que está pasando hoy con la crisis climática es de origen económico, se genera por la forma de producir y consumir que tenemos. Y esas maneras de producir tienen que ver con un sistema económico liderado por aquellos egresados que utilizan las herramientas que aprendieron en las casas de estudios. Tenemos que cambiar esas formas, evolucionar para que salgan preparados no solo para generar soluciones macroeconómicas, sino para que puedan generar soluciones para el bien común.
—Ante ese panorama, ¿cuáles son los principales desafíos que va a tener que enfrentar la universidad?
—Un gran desafío es la rápida adaptación de los planes de estudios que lleva tiempo, porque no solo es el cambio del plan, sino también preparar a profesores para que enseñen estas nuevas temáticas.
"Hay muchos temas que los chicos tienen que empezar a aprender, no sólo formarlos en lo que el mercado pide hoy, sino tener la visión de ver lo que va a demandar dentro de cinco años. Para ello necesitamos que quienes lideran la universidad tengan mucha visión del mundo que viene".
El desafío para los líderes en general -y para los académicos en particular- va a ser cada vez mayor porque los cambios son muy abruptos. Si solo pensamos en las variables de cambio climático e inteligencia artificial, es casi indescifrable el mundo que vamos a tener dentro de cinco años.
—¿Cómo preparase para un futuro tan incierto?
—Tenemos que formar mucho en habilidades blandas, preparar a las personas para la colaboración, los coliderazgos, la creatividad, la adaptación al cambio. Si antes decíamos que estudiar era para toda la vida, hoy estudiar es para cada segundo, porque los cambios son muy rápidos. El rol del profesor tiene que cambiar enormemente, debe ser más un coordinador y gestor del conocimiento. Vamos a ver cada vez menos a ese docente que daba la clase magistral. Hoy las paredes del auditorio son virtuales y yo puedo tener en mi clase a un emprendedor que está en Berlín.
— ¿Y cómo es el estudiante de este nuevo modelo?
—También debe tener un rol muy distinto del que tenía antes, hoy necesitamos un estudiante mucho más inquieto. Lo que le vamos a dar en la universidad son las herramientas para que se pueda mover para buscar más.
"No va a salir de la universidad con todas las respuestas. Debe salir con todas las preguntas, entender por dónde tiene que ir a buscar diferentes soluciones a estas problemáticas".
Una nueva manera de pensar las empresas
Desde hace un tiempo la UNCUYO se ha volcado al dictado de carreras con un enfoque sostenible. Un ejemplo de esto es la licenciatura en Administración de Empresas con orientación en Triple Impacto, sobre la cual Pedro Tarak, cofundador de Sistema B y referente mundial en la temática, destaca que apunta a la construcción de un sistema económico inclusivo, equitativo y regenerativo.
—En referencia a esta oferta, ¿qué implica que los futuros administradores tengan una formación en triple impacto?
—Salen preparados para transformar y crear organizaciones que sean buenas para el resto de la sociedad y el planeta. A todas las empresas les gustaría generar un impacto positivo y a su vez ser competitivas, pero no saben cómo hacerlo. Esto demuestra que falta formación de profesionales que les enseñen a las empresas a evolucionar. Si no lo logramos este cambio, las empresas van a tener cada vez menos mercado, menos competitividad y menos oportunidades. Esta es una situación en donde la UNCUYO está siendo pionera en Latinoamérica y eso se observa en diferentes personas y organizaciones que están viniendo a Mendoza para conocer el tipo de innovaciones que estamos realizando.
—¿El compromiso con el ambiente y la sociedad puede ser rentable?
—Más que rentabilidad, me gusta hablar de competitividad. Cuando hablamos de economía tenemos que pensar en la competitividad, uno no puede crear una empresa que no sea competitiva. Entonces, debemos y estamos enseñando en nuestra universidad cómo crear empresas que sean competitivas y que solucionen problemáticas comunes globales. Para entender esta situación hay miles de ejemplos, uno concreto puede ser el impuesto al carbono en origen que está trabajando Europa. Esta medida implica que si un producto importado de Latinoamérica es alto en carbono va a pagar muchos impuestos. Por lo tanto, Europa va a buscar economías bajas en carbono para importar productos y servicios. Si Mendoza es una ciudad baja en carbono va a tener más oportunidades de mercado.
—¿La problemática ambiental y la necesidad de sostenibilidad son una realidad que Latinoamérica no puede desoír?
—La crisis climática golpea a todo el mundo. A los lugares que son más vulnerables, que tienen más pobreza, los va a golpear mucho más fuerte. Pero si nosotros creamos una economía que esté a favor de la tierra, de las leyes que está promoviendo el viejo continente, tenemos más oportunidades. Hace veinte años se hablaba de formar ingenieros en sistemas porque era el boom de la tecnología; en ese momento no tuvimos políticas públicas y privadas para generar la cantidad de programadores necesarios. Hoy nos encontramos con bajos salarios, gran desempleo y, a su vez, tenemos una alta demanda de estos puestos de ingeniería que son muy bien pagos. Lo mismo está sucediendo ahora con lo ambiental y va a suceder más fuerte. No son temas separados, no es elegir a qué le damos prioridad al desempleo o a la crisis climática. Hay una economía que está evolucionando y si no tomamos las oportunidades, vamos a recibir menos inversión y si recibimos menos inversión, tenemos menos empresas y así menos empleo.
"La situación que se nos presenta puede ser una gran oportunidad o un montón de problemas, depende en qué lugar nos pongamos, si nos quedamos parados para que venga la ola y nos tape o vamos a reaccionar a tiempo liderando e inspirando. El rol que ha elegido la UNCUYO es el de evolucionar y mostrar a otros que se puede".
Mendoza y UNCUYO, referentes en sostenibilidad
—Dentro de las acciones que se están realizando en la Universidad, hace unos meses los intendentes se comprometieron a reducir la huella de carbono...
—El acuerdo que se firmó en la UNCUYO es el más importante que se selló en Mendoza, es un acuerdo para el planeta. Yo estoy en contacto con personas de Naciones Unidas que me dicen que no conocen un acuerdo de esta magnitud y esto despierta el interés de otras regiones. En Mendoza tenemos el potencial para demostrar que algo distinto puede pasar.
— ¿La Provincia puede posicionarse en esta temática a nivel mundial?
—Mendoza tiene un gran potencial por ser una de las provincias con mayor convergencia entre sectores y mucho diálogo. En esta provincia se formó el Ejército de Los Andes para luchar por la Independencia de Latinoamérica, aun cuando Mendoza ya era libre. Desde ahí Mendoza tiene en su narrativa ser un lugar que crea algo bueno para otros, está en su genética.
"Algo que me motiva es ver los líderes que tenemos en Mendoza, hay gente realmente comprometida. En el caso de nuestra Universidad me ha tocado trabajar mucho con la Rectora y puedo ver el nivel de compromiso profundo que tiene; es el tipo de persona que me llena de energía para animarme a hacer cosas. Desde Mendoza podemos inspirar a otros lugares de Latinoamérica y ya lo estamos haciendo".