Amigos
“En su cultura, conviven con poca gente. En el secundario tuvieron una experiencia diferente: veían a sus 56 compañeros cada 15 días, mientras que ahora debía encontrar un grupo de 150 diariamente”, afirma Roxana Pulgar, responsable de Apoyo pedagógico de ambas carreras en el ITU de Luján.
Omar recuerda bien esos primeros días de desencuentro con la parte de la cultura urbana más inmediata: sus compañeros. Sin embargo, no se queja, sino que enfatiza cómo el diálogo llevó a su cauce normal las cosas: al entendimiento. Pero no fue fácil: hubo que sortear numerosos obstáculos y hasta realizar sacrificios.
–Sí, logré hacerme amigos. A medida que a uno lo van conociendo, que ven el esfuerzo que uno hace, que estamos lejos de la familia, que nos atendemos nosotros mismos...
O, en otro pasaje:
–Al principio mis compañeros del ITU no tomaban noción de dónde veníamos, el sacrificio... A medida que les fuimos hablando, del esfuerzo, fueron tomando noción. Ellos nos preguntaban, era un intercambio.
“Finalmente lograron integrarse con sus compañeros; los quieren muchísimo. Son humanitarios, responsables...” indica Roxana.
Tiempo
En las charlas con ambos egresados, por separado, coincidieron en destacar el mismo elemento que más les llamó la atención al comienzo, de la vida urbana: el tiempo.
–Al principio fue difícil adaptarse; estaba lejos de casa. Era una responsabilidad diferente del secundario. Acá la vida es más rápida– dice Omar.
–Lo que más me llamó la atención fue moverse en horarios preestablecidos. En el campo, el tiempo pasa más lento– afirma Santiago.
Devolver
Milan Kundera nos habló la semana pasada de ciertos eventos, aparentemente minúsculos, cuyas consecuencias podían ser imprevisibles. Y refirió con especial atención aquellos que “van contra la naturaleza”. Es decir, los que atentan con lo esperable de las cosas.
Dejamos para el final este punto, el más importante posiblemente. ¿Qué será de las vidas de los flamantes egresados Huarpes? ¿Qué espera la sociedad de ellos? Y, especialmente, ¿qué esperan sus comunidades?
En el acto que la Secretaría de Bienestar Universitario organizó para saludarlos, por su esfuerzo y su logro, algunos presentes pronunciaron, de un modo u otro, que había llegado el momento de la devolución. De devolver a sus pueblos lo que éstos y la universidad les habían dado. Ahora bien, ¿qué significa esa devolución? ¿Ellos están pensando en eso? ¿Traicionan su origen, al venir a la ciudad o al no regresar a sus tierras?
Parecen buenas preguntas. Por eso, no tenemos repuestas.
Sí, quizá, algunos indicios, por las charlas con los protagonistas de la historia de hoy.
Omar no está pensando en regresar, al parecer. Comenta que planea trabajar en su área, la logística, dentro de un hipermercado. Nos preguntamos si, dada su formación, tiene muchas otras opciones...
¿Y Santiago?
–Ahora estoy viendo si sigo estudiando, Derecho o Geografía. O ir a Lavalle, a trabajar en una finca.
Y agrega luego: “Por ahora, voy a priorizar el estudio.”
–¿Qué dice tu familia?
–Y... mi familia quiere que vuelva.
–¿Y qué opina la gente de tu comunidad?
–No tuve mucho contacto con la comunidad.
Los escuchamos hablar, y la pregunta repiquetea obsesivamente dentro de la cabeza. ¿Qué significa “devolver” a la comunidad? ¿La universidad los forma para transformar y mejorar sus pueblos de origen? ¿O se trata de futuros emigrantes, en sentido demográfico y cultural?
“(...) nadie se atreve a explicar la historia de los últimos doscientos años como la historia de la invasión de las ciudades por los mirlos”, dice provocativamente Kundera. Nosotros vislumbramos que es posible escribir la historia de la Mendoza desde otra clave, más allá de sus instituciones, sus acequias, sus bodegas, sus lampazos, sus reinas de la Vendimia: desde la clave de los diferentes, de los oprimidos, que escriben su historia y la Historia luchando contra una de las peores hostilidades: la del silencio y la del olvido.
FIN
Germán Darío Fernández
Para ¡en contActO!, boletín de la Secretaría de Bienestar Universitario
2006