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La versatilidad al palo

El charanguista Jaime Torres estuvo en el Teatro Plaza de Godoy Cruz tocando junto a Markama. Agencia Taller mantuvo con él un extenso diálogo donde habló de sus inexistentes primeros discos, del Tantanakuy, y de su último trabajo: un disco electrónico con música chill out.  

Stuttgart, Düsseldorf, Braunschweig, Berlín, Hamburg, Rotterdam. Si la pronunciación de estos lugares es difícil, mucho más lo es saber que significan. De primera, no es ninguna de las sedes del próximo Mundial de Fútbol de Alemania. Tampoco son las ciudades donde se celebra el Oktoberfest, sino algunos de los lugares donde tocó Jaime Torres  en su primera gira por Europa en 1967.

El pasado sábado 14 , fue invitado por la organización de “Ciclo Históricos”, una propuesta del productor Franklin Henríquez, que lleva al escenario a figuras consagradas de Mendoza más un número de nivel nacional, fusionándolas en una misma velada. Ninguna mala idea, sobre todo dentro del concepto de que no ha tenido pruritos a la hora de incorporar artistas muy diferentes (muchos hasta acallados por nuestra elite cultural, como el caso de Polo Márquez). En esta oportunidad el número local homenajeado fue Markama y lo acompañó Jaime Torres.

Cada entrevista es una aventura. En este caso, tratándose de un artista de renombre, uno imagina los celosos managers con actitud de que el mundo se termina y su apuro es indispensable para que esto no ocurra. O músicos extravagantes con ropas llamativas, que te miran con cara de incomprensión, o plomos cancheros en permanente búsqueda de adolescentes, ufanándose con una remera de su patrón y dos millones de huevadas colgadas en el cuello. Bien, pero acá no hubo nada de eso. Nada. Torres bajó de la habitación del hotel unos 10 minutos antes de lo pautado con una partícula de crema de afeitar en su morena mejilla izquierda, que al instante, ya no estaba.

Larga vida

 AT: Son pocos los músicos a los que se le dice “Maestro” y usted es uno, ¿qué siente?

JT: Siento un cariño y un respeto a esta altura de aproximadamente 60 años de música. Uno siente que la gente realmente es generosa con uno. La gente y uno mismo hemos disfrutado de esto. Hay muchos oficios y profesiones que seguramente no tienen esta compensación que tenemos nosotros de parte del público. Por otro lado, a todos nos sucede esto de las pertenencias. Yo creo que pertenezco a éste mundo, a éste país musical y artístico, y uno ha sido fiel a esto y quizás esto es lo que le pasa a la gente. Como también lo he sentido con personas destacadas en la literatura, del campo de la investigación, la música. Pero de la misma manera siento cariño por aquel querido hombre de la labor cotidiana, de las cosas simples: el almacenero, el sastre, el peluquero.

La discografía oficial como solista incluye un total de 20 producciones, sin contar las innumerables veces que fue invitado de honor en discos de géneros de todo tipo. Como canta Gieco, “Toco con todos”.  Pero a pesar de permanecer tantos años en la escena folclórica y sobreviviendo a los actuales coros edulcorados y al molesto revoloteo de ponchos, no son muy reconocibles sus discos en las bateas. Más aún si se trata de los primeros que, según el propio músico, no se consiguen porque no se reeditaron: “Lamentablemente las discografías y los registros en nuestro país carecen de un mínimo de protección. Estas cosas no han sido tomadas en cuenta, se han descuidado. Pero en esto hoy hay una madurez en general. La gente y nosotros hemos ido creciendo en el rigor y el dolor y nos damos cuenta lo que tiende a cosa falsa y decimos ‘esto es un carnaval’. Ahora estamos un poco más atentos”.

En su primer disco, Torres es presentado como el “Virtuoso del charango”, y esto hace pensar una especie de temor o falta de conciencia del rango del folclore norteño al destacar nada más que una destreza. Sobre esto, el artista aclara: “No, lo que pasa es que el desconocimiento ha sido muy grande. Hubo que instalar en un mundo de instrumentos y música algo que era prácticamente desconocido. Y lo que es más triste, en muchos lugares, países o regiones de origen del charango, era considerado, no te digo menor, pero no muy tomado en cuenta. Y la prueba es que no está en los libros de historia de aquellas épocas”.

AT: ¿Y la música?

JT: Quizás la rítmica sí, por las recopilaciones. Pero nadie se dedicaba a los instrumentos. Podemos hablar, de 50 o 100 años atrás, sobre violinistas, pianistas, guitarristas, pero de esto no, un desconocimiento e ignorancia total sobre el charango.

AT: ¿Pero con alguna voluntad o intención detrás?

JT: Lo que se desconoce no se ama. Y acá, no te olvides que desde que pisaron esta tierra americana, se signó a maltratar todo y  saquearlo. Y eso no se terminó en 5, 10 o 100 años. Hubo toda una lucha por la independencia, que ahora continúa con una necesidad de reconocimiento.

Quedó flotando lo del charango. Y es que la imagen de Jaime Torres junto a su instrumento es tan fuerte como indisoluble. Como Da Vinci y la Gioconda o Duchamp y su mingitorio. Este instrumento fue creado por los pueblos criollos, alrededor del siglo XVIII. Es un cordófono nacido a imitación de la vihuela española. No obstante, tiene algo de guitarra (clavijero, tapa con silueta feminoide y puente encolado sobre ésta para sujetar las cuerdas) y elementos de mandolín (tamaño, las cuerdas dobles y caja abovedada). En su construcción refleja plenamente el humilde germen campesino: el caparazón del armadillo o quirquincho como caja.

AT: Es muy conocida una cierta xenofobia hacia la gente del norte argentino y a los bolivianos por parte de los argentinos, incluso en el mismo Jujuy. ¿A usted le fue muy difícil llegar a los públicos por sus facciones?

JT: No digo que uno no padece cosas por portación de rostro y color. Siempre hay un cierto sector, pero es mínimo, por falta de conocimiento. Este es un país que nunca preguntó demasiado. Yo te puedo asegurar que eso que decís vos, se nota mucho más en un país como Estados Unidos donde vas a ser siempre un ciudadano de otra categoría. Nosotros todavía tenemos una frontera donde se dice “¡extranjeros!” y hay una cosa como cordial, quizás un poco más dada al europeo en general. De esto debemos aprender, no por represalias o algo parecido, y tratar de la misma manera como lo tratan a uno para que sientan y comprendan cómo se debe sentir ¿no?

AT: Y este fenómeno ahora se ha acentuado aún más con las ofertas turísticas. Incluso acá en Mendoza se creó un Ministerio de Turismo y Cultura, ¿Le parece bien relegar la cultura a la sombra del turismo?

JT: Eso me suena hueco, es algo que lastima, parte de los carnavales que decíamos antes.

Plantar un árbol

Dentro de la interpretación en vivo, Jaime Torres  y  su gente cantan un tema mitad castellano mitad quechua. Esta lengua se habla en diversas regiones de América del Sur: al sur de Bolivia, al noroeste de Jujuy, del lado chileno a la altura con el norte salteño y en el Chaco. Incluso sus hablantes son también de Perú y Ecuador. No es casual, entonces que se eligiera un vocablo quechua para designar un evento anual en la Quebrada de Humahuaca: el Tantanakuy, que significa “encuentro de unos con otros”, y es una iniciativa del recordado poeta Jaime Dávalos y el propio Torres. El mismo es un encuentro de músicos populares de la región, que incluye a la puna, el valle y la quebrada. “Esto no es un festival como muchos piensan, sino más bien una respuesta a una necesidad que sentimos mucha gente que amamos y somos de aquellos pagos, y que no tenemos el espacio físico para reunirnos.”, comenta orgulloso Don Jaime, como un viejo sabio de cualquier parte, como viendo un árbol que tiene 27 años, y que ahora solo riega con su presencia acompañado por numerosos amigos y artistas que tocan a la par del pueblo coya. Y culmina: “particularmente en los años de la dictadura, esto era un punto de reflexión y reunión, así lo manifestó alguna vez un amigo, que es el Perro (Carlos) Santillán. Llegaban hombres con palabras claras, con conceptos, con el alma, sin nada que esconder. Aunque tampoco se hizo de esto como un kiosco de protesta. Porque esto nos sirvió.”

AT: ¿Usted tuvo problemas con el régimen Militar?

Mira, era tal la torpeza, dependía de a qué arma pertenecía ese medio. Había canales de TV en los que yo podía trabajar y en otros no, estaba en una lista.

AT: ¿Por qué?

JT: Yo he recibido de muchos colegas, llegada la democracia, grandes abrazos, muchos que estaban fuera del país y a los que visité permanentemente. Entre ellos el Tata Cedrón, Juan Gelman, Mercedes Sosa. O sea que tengo una identificación con alguna gente.

Like a rolling stone

AT: Hay un sector del rock nacional más duro que otro, curiosamente ha sido precisamente dentro del primero donde a usted se lo venera (por tocar con Divididos, Bersuit, Gieco), ¿se lo imaginó alguna vez?

JT: La verdad que no. Mucho tiene que ver en esto un amigo, que es Gustavo Santaolalla, que fue productor de algunos de mis últimos discos y me dijo si me animaba a tocar, y le respondí que sí.

AT: Para el mundo del rock, que Jaime Torres toque con su charango en un disco, es un honor, ¿qué piensan sus colegas más conservadores?

JT: Antes de tomar estas decisiones, siempre pasan por un deseo de querer hacerlo ¿no? He tenido algo que valoro mucho, y es el respeto. Me siento muy amigo de Cordera (Gustavo), es un tipo formidable. Me siento a charlar con él de las cosas que estamos charlando aquí, igual con los muchachos de Divididos. Para mí, por ejemplo, fue una cosa muy hermosa cuando los chicos en un recital cantaban “el que no salta es un inglés”. Eso es una respuesta a un montón de cosas que uno lleva adentro. Y después la gente se queja de que los jóvenes no tienen identidad, ¡me cago! ¿Y entonces qué es eso?

 

AT: ¿En qué proyectos anda últimamente? 

JT: Estoy produciendo un trabajo del grupo “Humahuaca Trío”, donde uno de los integrantes es un hijo mío. Son muy interesantes, tienen algo diferenciado a lo propuesto y sus letras muy irónicas. También trabajo con estas nuevas propuestas musicales que han denominado el chill out...

(Él se ríe, pero no sé si me está tomando el pelo o lo hace por la cara de estúpido que pongo)

JT: ...cuando me dijeron que lo que había grabado era chill out el primer sorprendido fui yo, porque estaba lejos de buscar una cosa determinada. Lo único que yo pido es que no se distorsione el sonido propio del instrumento. En este caso he trabajado la música electrónica con Alejandro Seoane, que es un joven que ha presentado los trabajos “Buda 1 y 2”, trabajos muy interesantes y nos sentimos muy a gusto. Estamos preparando un  disco para dentro de poco. Esto se da a raíz de que yo grabé en Alemania hace un año un material que se usó como chill out y cuando nos llegó aquí, nos juntamos con la compañía para ver qué se podía hacer desde acá. También tengo una obra que interpreté con Camerata Bariloche (“Suite para charango y orquesta”) en el Colón, que tiene más de 10 años con orquestación de Gerardo Gambini, y estoy muy triste de no poder grabarla...

AT: ¿Por qué no puede?

JT: Por que los costos son algo elevados y las veces que he tratado de hacerlo siempre he tenido impedimentos. Una vez yo quise hacerlo con la Orquesta Sinfónica de Salta, y en vez de recorrer estudios de Europa o Norteamérica, que tienen “silencios profundos”, yo decía por qué no hacerlo en un lugar con “silencio profundo natural” y propuse grabar a cielo abierto... Todo el mundo dice que estoy chiflado y se asustan, pero no es nada imposible ni raro. La gente de las discográficas es tan absurda, porque trata siempre de copiar. Todos piensan en la inmediatez.

El casete terminó y se detuvo el grabador, ese mecanismo que, por lo general, marca el fin de la charla. Pero nada de esto pasó. Don Jaime continuó hablando. Su lengua fue más incisiva (y sus puteadas también). Pienso el final de la nota. Tengo miles y ninguno. Nos despedimos hasta pronto (iría a verlo al show en 3 horas más). Camino un trecho y veo un afiche del espectáculo Operación Triunfo. Me acuerdo lo de las discográficas, la inmediatez, del carnaval. Pero también de la identidad de los jóvenes, del Tantanakuy, y cuando dijo que ahora “nos damos cuenta lo que tiende a cosa falsa”.

Fabián Sepúlveda.

fabsep@hotmail.com

Departamento de Cultura

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