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La vida después de la cátedra

Los  docentes universitarios deben jubilarse a los 65 años y enfrentar un nuevo y “pasivo” estilo de vida, pero muchos de ellos prefieren demostrar que todavía están activos y que aún les queda mucho por enseñar y aprender . El centro cultural que funcionan en el CEJUPEN es un fiel reflejo de esta realidad.

04 de mayo de 2006, 17:22.

 

Por Emilce Palazzo

emilcepalazzo@yahoo.com.ar

Departamento Cultura

04/05/06 Después de toda una vida destinada a la enseñanza, muchos docentes universitarios deben retirarse del aula por alcanzar la edad establecida  para jubilarse. La mayoría de ellos  piensa que fuera de la cátedra  todo termina: ¿cómo desvincularse de un lugar qué fue durante años su refugio para la docencia, la investigación, la creación y la formación de generaciones de profesionales? 

Pero la vida no termina a los 65 años, la experiencia adquirida permite no sólo enseñar sino también aprender. Los 1400 jubilados reunidos en el Centro de Jubilados y Pensionados de la Universidad Nacional de Cuyo (CEJUPEN), son un ejemplo. Allí, actividades que fueron relegadas durante su práctica profesional se convierten ahora en una nueva forma de vida

El Centro se fundó el 27 de agosto de 1975, y las actividades que se realizaban eran netamente administrativas. Pero en el 2002 comenzó a funcionar como Centro Cultural de actividades para la tercera edad y comenzaron a llevarse adelante cursos y talleres tales como inglés, francés, portugués, artes plásticas, folklore, coro, teatro, tango y canto. Además se programan y realizan viajes, dentro y fuera de la provincia,  y se brindan charlas instructivas sobre educación, historia, medicina y  asuntos legales. Y toda esta tarea CEJUPEN la ejecuta siendo una entidad sin fines de lucro que funciona a partir de la cuota social que abonan sus beneficiarios, la misma proviene del 5% que se descuenta de sus haberes pasivos.

La vida después de los 65

El centro cultural CEJUPEN está ubicado en el callejón Lemos 538 de la capital mendocina. Nada hace sospechar, a excepción de un pequeño cartel, que  en esa casa, similar a  otras de la zona, quienes alguna vez colaboraron en la educación universitaria retoman la actividad, pero esta vez para aprender y charlar sobre los viejos tiempos.

Alejado de la pasividad que habitualmente se le atribuye a la tercera edad, el centro encierra vitalidad y es un lugar de sociabilización entre  personas que viven la misma situación. ATPA consultó a la presidenta de CEJUPEN, Mabel Mercado de Liserre, ex profesora de facultades como Ciencias Políticas, Ciencias Económicas y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), que señalaba que “es un centro donde lo que se persigue es que la gente encuentre una contención y una compañía a esa soledad que implica la jubilación. Muchos creen que llegar a la jubilación es una felicidad enorme, pero al llegar a viejo necesitas más cuidados y el sueldo que percibías se te reduce un 60%. Es decir, no podes mantener el estatus que tenías, entonces para muchos es una tragedia jubilarte”. 

La necesidad de seguir vigente más allá de no poder ejercer la profesión que en la juventud eligieron, genera una crisis acerca de cuál es su utilidad en la sociedad. La psicóloga  y especialista en gerontología María Cristina González de Menne afirmó, en su ensayo “Vivir Sólo”, que “en el caso puntual del adulto mayor se presentan situaciones que le obligan a replantearse sus pautas de vida, que lo llevan a reubicarse en un contexto diferente al que actuó durante mucho tiempo, es el caso  del retiro y/o jubilación de su actividad cotidiana;  la pérdida del cónyuge, la decisión de los hijos de dejar el seno familiar (nido vacío), son las situaciones más comunes en las que el adulto mayor debe replantear un nuevo esquema de vida. La  transiciones en la etapa de la vejez , se plantean como crisis psicosociales; si las mismas no se resuelven, puede desencadenar  en una debilidad del yo o una disfunción psicológica; si por el contrario se logra un compromiso con la integración, la crisis de la vejez se resuelve, emerge la fortaleza de la sabiduría.”

El centro de jubilados CEJUPEN se convierte, entonces,  en un puente para la transición de ser docente a ser jubilado. Elena Ciardoney de Pelliza, ex profesora de latín y actualmente alumna del taller de artes plásticas del centro, comentó a ATPA: “el centro de jubilados ayuda al cambio, es muy importante porque, normalmente, la persona que deja la actividad, al tener muchos años de docencia, realmente extraña a los chicos, por lo que si estás  próximo a jubilarte pensás que se te terminó la vida, y no es así. Entonces, el centro de jubilados colabora con el buen humor, con salir de casa para hacer tal cosa y eso es muy importante. Además aprendemos muchísimo y uno lo hace con toda la responsabilidad porque sabe lo que cuesta ser docente”.

En CEJUPEN talentos escondidos pueden ser desarrollados y le permite a los jubilados aceptar con orgullo su nuevo estilo de vida. “ Es indispensable que el adulto mayor se sienta bien consigo mismo, en su relación bio-psico-social y que pueda aprovechar todos sus conocimientos y experiencias para continuar su vida, que no sienta esas situaciones antes mencionadas como definitorias de un final ineludible, como una incapacidad de continuar su crecimiento. Así  replanteada, la relación con la vejez nos lleva a creer que crecer es envejecer y envejecer es crecer”, aseveró María Cristina González de Menne.

Los años hechos sabiduría

 Los socios del centro cultural están convencidos que su función en la vida no se termina con la jubilación, tal como afirmó a ATPA Rosa López de Escaramuza, profesora de artes plásticas de la entidad, quien sostiene que “el que es docente de alma es docente toda la vida y no deja nunca de enseñar. En la vida todo los días se aprende algo”, y sostiene que  CEJUPEN es diferente porque “acá es especial. Yo he ido a otros centros de jubilados, donde lo que se busca es entretener pero no desarrollan actividades muy profundas. Este es un centro que hace mucho por la cultura”.

La formación académica impartida por estos jubilados a varias generaciones de alumnos se convierte hoy en satisfacción y en una forma de perpetuar su sabiduría. “Hay que considerar en la vejez el impulso a producir un sucesor. El pasaje activo de saberes mediante un lenguaje es una condición humana necesaria para completar la insuficiencia de la transmisión biológica, y tiene su meta en la transmisión de la genética y  la cultura a un sucesor. El adulto mayor da cuenta de su función de cronista y de que contar permite un refinamiento de la escucha, y un uso más eficaz de las  interpretaciones,  construcciones y señalamientos” afirmó el Dr. Osvaldo Bodni en “Vejez y desvalimiento. Una teoría de la inutilidad”.

A pesar del reconocimiento que estos docentes jubilados han tenido  a lo largo de su  profesión, advierten que la tarea no ha sido fácil ni remunerada como tendría que ser, y que siempre ha estado relacionada con  las problemáticas sociales y económicas que el país ha atravesado, situación que en la actualidad es mucho más evidente: “Solamente tuve buenos sueldos en la época de Frondizi, cuando había una relación muy directa entre tarea y sueldo. Parece que ahora la docencia es tomada como el sacerdocio, resulta entonces que no hay que ganarse la vida trabajando. ¿Cómo te ganás la vida siendo docente?” afirmó   Elena Ciardoney de Pelliza. Esto demuestra que en la docencia la vocación está antes que el trabajo.

Las actividades realizadas en centros como CEJUPEN permiten que los jubilados sigan explotando su potencial a pesar de formar parte del supuesto sector pasivo de nuestra sociedad.

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