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Las consecuencias de la impunidad

Agencia Taller presenta un informe especial sobre la situación actual de algunos represores y funcionarios de la última dictadura militar en Mendoza. ¿Qué rol cumplen hoy en la sociedad? ¿Por qué la justicia y la comunidad no los condenan? Estas son algunas de las preguntas que aún buscan respuesta. En esta entrega, Jorge Bajuk Radej.

18 de octubre de 2005, 01:46.

Departamento de Política

Agencia Taller

agencia@uncu.edu.ar

Jorge Bajuk Radej

“Nosotros certificábamos los golpes, pero uno no sabía si (al detenido) lo traían de una comisaría, si eran del D2 o de donde lo traían”, respondió a Agencia Taller el médico Jorge Bajuk.

Bajuk es médico cirujano recibido en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo, en 1968.Ingresó a la Policía como Agente Personal Subalterno en enero de 1975, desempeñándose como médico de guardia en Sanidad Policial. Mantuvo ese cargo 6 meses y luego fue ascendido a Oficial Inspector Cuerpo Profesional.

Sanidad Policial estaba ubicada en el edificio del Palacio Policial, a metros de donde funcionaba el centro clandestino conocido como D2, por donde pasaron más de 300 personas en calidad de detenidos - secuestrados.

De esas personas, algunas fallecieron como consecuencia de las torturas recibidas y otras, más 20, desaparecieron.

Pedro Dante Sánchez Camargo, comisario y jefe del D2, explicó ante la Cámara Federal de Mendoza que, por orden del Comando de Operaciones Tácticas (C.O.T.), los calabozos del Palacio Policial se utilizaron “para mantención de arrestados o detenidos”.

"Los calabozos estaban con llaves y dentro del lugar donde estaban las celdas había una persona que era reemplazada cada 3 horas. Estos detenidos tenían asistencia médica y espiritual”, señaló en la justicia.

“Eran tres los médicos del Departamento de Sanidad de la Policía que trabajaban en el D2”, contó Sánchez Camargo. Sin embargo, una nómina presentada por la propia Policía de Mendoza a la Justicia Federal indica que eran 12 los profesionales que trabajaban allí. Uno de ellos, el Dr. Jorge Bajuk Radej.

Los ex secuestrados que pasaron por ese centro clandestino afirman que alguien los revisaba periódicamente y que siempre había un médico presente en las sesiones de tortura.

A pesar de eso, y por estar encapuchados, las víctimas sólo pudieron reconocer a uno de los médicos. Se trata del doctor Rafael Stipech, otorrinolaringólogo; quien asistió a un detenido después de que le practicaran un método de tortura conocido como “el teléfono”.

De todas las personas mencionadas en este informe, sólo uno pudo ser ubicado. Esta es la entrevista al médico Jorge Bajuk.

- Dr. Jorge Bajuk, ¿cómo era la organización de Sanidad Policial?

- Había 6 médicos que estaban de guardia 24 horas. Pero no internos en la policía, sino que atendíamos en el consultorio en la mañana y en la tarde hacíamos los llamados a domicilio, los informes. En la noche, si éramos requeridos por la autoridad policial o por algún juez o fiscal por algún accidente, riña o paciente grave teníamos que concurrir al lugar de los hechos o al hospital donde estuviera, por orden de ellos y nada más.

Al ser consultado por Agencia Taller sobre si alguna vez atendió a un detenido político contestó: “Yo he atendido detenidos, cuando los traían no nos decían éste es 0detenido político’ o éste es reo común”, dijo. Y agregó “el concepto que nosotros teníamos en el ´75 era que el D2 era el servicio de informaciones de la policía, así como el ejército tenía la SIDE, la aeronáutica tenía la SIA. Ni ellos se metían con nosotros, ni nosotros nos metíamos con ellos. Sabíamos que en el D2 tenían calabozos y, seguramente, no estaban vacíos, pero no teníamos relación con eso”.

- ¿Era una situación complicada trabajar en Sanidad Policial?

- Llegó un momento en que si era complicado, incluso a la ambulancia en la cual nosotros nos movíamos le borraron la insignia; la pintaron para que no pareciera de la Policía. Acuérdese también que hubo asesinatos de policías y demás, entonces era riesgoso andar en esa ambulancia.

- 76, 77 y 78 fueron los años más complicados que se vivieron en el Palacio Policial, por ser la sede del D2 ¿alguna vez le tocó atender a alguna persona torturada?

- Nunca. Uno no preguntaba por qué estaba detenido, no teníamos diálogo, pero a mí nunca me tocó ningún encapuchado.

- ¿Nunca?

- Que me hayan dicho éste vino del D2, nunca.

- ¿En algún momento le tocó atender a alguna persona golpeada?

- Y sí, nosotros certificábamos los golpes, pero uno no sabía si lo traían de una comisaría, si eran del D2, o de donde lo traían.

- Usted recibía a alguien, y ¿no preguntaba de dónde venía?

- Lo acompañaba tal persona, y eso estaba en los informes, se ponía en el libro.

- Con el tiempo, ¿usted empezó a conocer que esto pasaba ahí, en el D2?

- De hecho como lo conoció toda la población. Y como otros lugares de detención.

- ¿El D2 estaba a 40 o 30 metros de Sanidad Policial?

- ¿Usted conoce el Palacio Policial? Estábamos muy alejados y, además, había todo un hall de entrada donde había público.

- ¿En ningún momento sospechó que ahí había escenas de tortura?

- Como sospechar, todo el mundo sospechaba, si ese era un lugar vedado. Nosotros tampoco andábamos por el Palacio Policial por donde quisiéramos, teníamos nuestro consultorio y entrábamos y salíamos por la parte del público.

- Si usted hubiera atendido a alguien encapuchado, como declaró otro doctor (Ibrahim Prieto) ¿hubiera declarado después, una vez llegada la democracia?

- Que yo he visto a un torturado, sí, lo hubiera declarado si lo hubiera visto. No tendría ningún inconveniente hoy día en decirlo, en absoluto. Además, le voy a dar tres razones por las cuales yo no podría de ninguna manera presenciar o justificar alguna cosa de este tipo. Una por mi cuna: yo soy inmigrante, soy hijo de inmigrante político que escapó por amor a la vida y a la libertad. Segundo: porque estudié medicina, no puedo estudiar medicina para después avalar la muerte, la tortura, el sufrimiento. Y tercero: por mis convicciones religiosas, soy católico y practico, si eso les sirve de algo.

- En las sesiones de tortura, los detenidos que han declarado, afirman que había una persona con un estetoscopio, auscultándolos.

- (Interrumpe) No le niego que eso haya pasado y no puedo decirle que ninguno de mis compañeros de guardia lo hacía, no sé, creo que no. Jamás se hizo un comentario sobre esto, ni tampoco teníamos ningún pacto ni nada. De que las torturas existían, hoy día el que diga que no existían ha vivido en otro mundo. No puedo decir que no había médicos presentes porque yo no he participado, no he estado.

Agencia Taller accedió a los apuntes de Carlos Venier, abogado de la causa realizada por la muerte en el D2, de Miguel Ángel Gil. En esa investigación, se citó a declarar a Bajuk quien afirmó que “los calabozos se limpiaban todos los días”. Y que “las conclusiones de la necropsia (de Miguel Ángel Gil) eran razonables”. Consultado sobre este punto, el médico respondió: “Ni me acuerdo del caso Gil, ni de que yo haya declarado en ningún lado”.

Actualmente, Jorge Bajuk es Presidente del Departamento de Asistencia Médico Social Universitario (DAMSU) de la Universidad Nacional de Cuyo.

Consultada sobre esto, María Victoria Gómez de Erice, Rectora  de la UNCuyo, explicó que llamó al médico cuando se conoció que había trabajado en un centro clandestino. “De manera bastante conmovedora, me aseguró que no había tenido absolutamente nada que ver en el D2”, sostuvo. Y agregó  “Yo también pregunté a gente amiga mía que estuvo en el D2 y me dijo que jamás lo vio, ni sintió que el Dr. Bajuk estuviera interviniendo. Lo que pasa es que estar en un lugar no significa que uno intervenga, en eso hay que tener cuidado”.

Gómez de Erice concluyó: “Si alguna persona tiene una acusación y le consta, que lo presente por escrito y haremos la averiguación, pero lo que yo sé hasta hoy es que no participó”.

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