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Los Andes: : Creado por Perón, el Instituto Balseiro cumple 50 años

Hoy se cumplen 50 años del inicio de actividades académicas en el Instituto Balseiro, una de las naves insignia de la investigación aplicada de la Argentina.

A lo largo de este medio siglo, en estrecha amalgama con el Centro Atómico Bariloche y con el aval académico de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), el Balseiro se ha forjado prestigio y reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional. Esto es fruto de la cohesión en los criterios de calidad y excelencia que fueron inspirados por su creador y primer director, el doctor José Antonio Balseiro, fallecido a temprana edad (42) y cuando todavía se esperaba mucho de él.

Actualmente, el Instituto ofrece formación de grado y posgrado en las áreas de Física e Ingeniería con el constante apoyo institucional de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Ubicado en la ciudad de Bariloche, a lo largo de estos años de vida, el Balseiro ha contribuido, junto con el Centro Atómico, a crear en esa ciudad el ambiente propicio para que en ella se desarrolle un polo científico y tecnológico. Éstos, junto al turismo, su principal industria sin chimeneas, constituyen la imagen actual de esa plaza de los deportes invernales.

 

El proyecto atómico

Uno de los tantos integrantes del centro científico, el ingeniero nuclear Aníbal Blanco (chaqueño, 40), dio testimonio de algunos detalles del origen, algo novelesco, del establecimiento.

Los antecedentes hay que buscarlos en 1948, cuando llegó al país el científico alemán (nazi, según consta en bibliografía) Ronald Richter, considerado por muchos un mitómano. Rápidamente convenció a Juan Domingo Perón, en ejercicio de su primera presidencia, sobre la necesidad de realizar un proyecto de producción de energía a nivel masivo, a través de la fusión, es decir, la unión de núcleos livianos.

“El tres veces mandatario quería esa energía para uso pacífico -explica Blanco-. La oferta del germano era generar una enorme cantidad de energía, a un costo muy barato, que se pensaba utilizar en la transformación industrial del país. Esto entusiasmó al gobierno”.

Dos años después se creó la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), que entre sus misiones tenía la de apoyar el proyecto Huemul, que Richter desarrollaba en la isla de ese nombre, en San Carlos de Bariloche. En 1951 anunciaron que se habían llevado a cabo “reacciones termonucleares bajo condiciones de control en escala técnica”.

Los jefes de la CNEA comenzaron a sospechar de la veracidad de las afirmaciones de Richter. En setiembre del ’52, viajó una comisión a la isla Huemul, a investigar qué pasaba. La integraban José Antonio Balseiro (doctor en Física), Mario Bancora (ingeniero electricista), Manuel Beninson (militar), Pedro Bussolini (cura) y Otto Gamba (ingeniero), todos muy jóvenes.

Balseiro era el único de ese quinteto que tenía conocimientos científicos sobre energía nuclear. Los informes de Balseiro y Bancora fueron claramente negativos, y se resolvió parar los trabajos en la isla, que se empezó a desmantelar en 1953 y se terminó allí la corta vida del centro Huemul.

 

El convenio con la UNCuyo

En 1954, Balseiro, apoyado por Bancora, empezó a gestar el sueño de Enrique Gaviola (mendocino): crear un lugar de investigación donde, además, “se enseñe a investigar”. Era la semilla de lo que sería luego el Instituto de Física de Bariloche. Tras dos escuelas de verano en el ’54 y en el ’55 se firmó el convenio entre la Universidad Nacional de Cuyo, la más cercana a Bariloche, y la CNEA. Esa fue el acta de nacimiento del Balseiro, nombre que adoptaría recién en 1962, en la gestión de Carlos A. Mallmann.

El lunes 1º de agosto de 1955, hace medio siglo, José Balseiro (36) empezó con las clases a las 8.30 de la mañana. De allí surgió la primera camada de licenciados en Física, recibidos en junio de 1958, que fueron también los primeros ayudantes y docentes del establecimiento.

El contexto histórico de la creación de este ámbito de formación científica fue el primer intento de derribar a Perón, en junio de 1955. Tal vez el hecho de su posición geográfica, alejado de los centros de poder, lo mantuvo indemne de muchos procesos de destrucción de instituciones científicas de los últimos 50 años, superando episodios como caídas de presidentes (Perón, Frondizi, Illia, Martínez de Perón), las peripecias de la ciencia argentina del siglo XX y los agravios, como la triste “Noche de los bastones largos” de 1966, y la persecución que sobrevino al golpe del ’76.

Pero, como opinó el ingeniero Blanco, “el primer tramo de la existencia del instituto fue difícil, y su continuación se debió al coraje de Balseiro, que puso todas sus fuerzas para mantener abierta la institución”.

El siguiente episodio traumático se produjo en 1962, cuando murió su mentor, y dos días después derrocaron a Arturo Frondizi: la gente del instituto se quedó sin su líder y huérfana de apoyo presidencial.

Pero otra vez el Balseiro sobrevivió bajo un paraguas protector de ideales, en aras de un crecimiento científico y el afianzamiento de la ingeniería y el desarrollo físico y nuclear de nuestro país.

 

Festejos y actividades

Con motivo del 50º aniversario, el Instituto ha organizado una serie de eventos y actividades de carácter académico, institucional, cultural y de divulgación científica. El acto central tendrá lugar hoy, a las 10.30, en el cine Arrayanes, de San Carlos de Bariloche. Pero, en diciembre, del 19 al 21, se celebrarán las “Jornadas de Física Bariloche 2005, conmemorando los 50 años del IB”, con participantes del país y del extranjero. Será un foro científico de nivel internacional.

 

Su primer director

Al instituto rionegrino se le impuso el nombre de José Antonio Balseiro, su primer director, en atención a la trascendencia de este licenciado en Física de la Universidad de La Plata y doctor en Física, con posgrados en el Observatorio de Córdoba y en Manchester (Inglaterra). Un científico de primera línea que, lamentablemente, murió muy joven, a los 42 años, en 1962, cuando su aporte a la ciencia nacional, ya importante, podría haber seguido dando muchos más frutos.

* Miguel Títiro titiro@lanet.com.ar 

 

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