En Mendoza estos auspiciosos aires corren también a sus anchas. No sólo debido a la mencionada reglamentación, que ha permitido engrosar los nombres argentinos en las marquesinas de las salas, sino también a que ha surgido una suerte de “idilio” entre funcionarios, productores y realizadores cinematográficos provinciales, que los ha encaminado a sendas reuniones en las que planean el desarrollo de la industria en la zona cuyana (¡ojalá no sea sólo un romance de estación!).
A tantas buenas nuevas viene a colarse otra que ya comenzó a esbozarse con La niña santa, de Lucrecia Martel, y continúa este fin de semana con la presencia del respetadísimo Fernando “Pino” Solanas, al momento de presentar su reciente documental: Memoria del saqueo. Hablamos del Ciclo de Cine Argentino que ha programado el Universidad en este septiembre de florecimiento cinematográfico.
Apuntamos aquí algunas apreciaciones sobre Memoria del saqueo que nos brindara con anterioridad su realizador (quien no sólo estará presente en las dos funciones previstas para mañana, sino que además dictará algunos talleres para especialistas).
La película. Memoria del saqueo, supo decirnos su autor al momento de presentar en sociedad este documental (a mediados de este año), es un intento por “hacer una película rigurosa, seria. Es un film que conmueve y una crónica de la traición como metodología del accionar político”. ¿Qué es lo que lo alienta a volver ahora al documentalismo, luego de haber coqueteado con él en los inicios de su carrera (recordemos la extraordinaria La hora de los hornos)? Nada más y nada menos que la realidad nacional y la necesidad de mirar el futuro social en función de la memoria. Porque de esto se trata este film que se presenta en Cine Universidad. Y así nos los explicó su realizador: “El éxito del modelo nos llevó a un verdadero desastre. Yo creo que fueron los resultados de esquemas salvajes socio-económicos que produjeron una tragedia que genera miles de muertos; porque el Indec decía -en el año ‘99 y 2000- que había 37 mil muertos al año por desnutrición o enfermedades curables y falta de atención en salud... Es una suerte de genocidio social, sistemático y cotidiano que no se ve, que se silencia. La película plantea ese gran tema como tesis final y hace co-responsables no sólo a los gobernantes que ejecutaron esos planes, sino a sus inspiradores intelectuales”.
El eje temporal de Memoria... se asienta en la caída del gobierno de Fernando de la Rúa. De allí en más, la reflexión profunda. Un fresco realizado por la cámara de Solanas que “anduvo por todo el país. Más de cien horas de filmación y treinta de archivo se redujeron a dos, con una gran investigación que estuvo a cargo de Alcira Argumedo”. Así de completo y taxativo es este documento que deberemos atesorar en la retina y el corazón para comprender un poco más sobre nosotros mismos.
Otras estrellas
El Ciclo de Cine Argentino que propone la sala céntrica de la UNCuyo (Lavalle 77, Ciudad) apenas comienza. Luego de esta semana (en que estará en exhibición Memoria del saqueo, hasta el miércoles -ver página 7 para días y horarios-) continúan una serie de títulos que componen lo más granado de la producción cinematográfica vernácula de este año. Aquí apuntamos una breve reseña de los films que completan la programación:
- Del jueves 9 al miércoles 15: Roma, de Adolfo Aristarain. Interpretada por José Sacristán y Susú Pecoraro. Sinopsis: Los recuerdos de un escritor, exiliado en España, pintan las décadas del ‘50, ‘60 y ‘70 en la Argentina. Con esta premisa Aristarain apuesta a sus gimnásticas y personales maneras de componer el fluir narrativo: el pasado y el presente establecen un juego de encuentros y desencuentros que disparan la relectura.
- Del jueves 16 al miércoles 22: El abrazo partido, de Daniel Burman. Interpretada por Daniel Hendler, Diego Korol y Adriana Aizemberg. Sinopsis: El Once porteño es el espacio donde la “ciudad global” tiene su expresión; a través del personaje de un joven y sus relaciones más próximas. Profundamente existencialista, la mirada de Burman desgaja inteligente y sutilmente los males de la época.
- Del jueves 23 al miércoles 29: Los guantes mágicos, de Martín Rejtman. Interpretada por Vicentico y Valeria Bertuccelli. Sinopsis: La figura de un remisero porteño (y su encuentro fortuito con una serie de situaciones y personajes particularísimos) constituye el pincel con el cual Rejtman esboza, sin grandilocuencias y con humor genuino, un fresco humano y nostálgico sobre la decadencia y la catástrofe nacional.
Señor director
Tangos... El exilio de Gardel, Sur, El viaje, La nube, Los hijos de Fierro no son sólo nombres, no son sólo películas; sino las huellas de otro nombre del cuál son parte y esencia. Un nombre referencial para la cultura argentina: Fernando (Pino) Solanas.
No es posible, en estas líneas, trazar el itinerario de ruta que ha seguido a lo largo de más de tres décadas este artista sutil y contundente, reflexivo y poético, que es Solanas. Basta con citar un motivo de orgullo para apenas esbozar la magnitud de su obra: recibió el Oso de Oro a la trayectoria en el Festival de Berlín de 2004. No obstante sí nos parece factible reconocer que, para Solanas, cine e ideología comulgan con fluidez en una asociación legítima y enriquecedora; pues antes de esta Memoria del saqueo, fue el autor (junto a Octavio Getino) de una obra monumental; uno de los films políticos tal vez más importantes que se hayan realizado en América Latina: La hora de los hornos. Dice, al respecto, Román Gubern en su Historia del Cine: “... aplastante film-manifiesto de más de cuatro horas sobre la lucha anticolonial y antiimperialista”.
Así, la promesa que trae consigo éste, su nuevo documental, se asienta no en la denuncia de los hechos (que sin duda estará claramente explícita) sino en el cómo esta denuncia cobra fuerza de discurso argumentativo: poderoso, profundo, inteligente como lo fuera el de La hora de los hornos. Es más, el propio Pino encuentra entre estos dos films una cercana filiación: “Sobre todo en la forma -apunta-. ‘La hora...’ era una película más de combate, de agitación; porque en la Argentina se luchaba contra las dictaduras. En cambio ‘Memoria...’ la hice en plena libertad, con el estímulo de la gente que andaba por las calles en asambleas, y que me reconocía una verdad que durante esa década había puesto en duda. Más que un documental, ‘Memoria...’ es un ensayo cinematográfico. En eso se emparenta con ‘La hora de los hornos’. Una película estéticamente muy elaborada, soy yo el testigo, el que hago esa cámara, el que dirijo la película, y es también mi voz la que habla”.