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Los Andes: Cumplió un año el quiosco a cargo de jóvenes con capacidades diferentes

Mientras Alejandra se encarga de cobrar, Cecilia y María Luz atienden a los clientes y Jorge controla la mercadería. Las tareas ya están distribuidas y cada uno sabe la responsabilidad que le toca. Todos ellos trabajan desde hace un año en el quiosco del Damsu (Departamento Médico Social Universitario), emprendimiento destinado a jóvenes con problemas cognitivos, motrices y sensoriales que son rehabilitados en esa y otras instituciones.

Hace dos años que el proyecto comenzó y hoy no deja de dar sus frutos. En una primera etapa, un grupo de alumnos del Servicio de Estimulación y Rehabilitación del Damsu (SER) y Apando (Asociación de Padres de Niños Down) realizó una demostración ficticia para luego llevarla a la realidad. Así, con algunas tortitas, termos de café y papeles que simulaban ser billetes, aprendieron la mejor manera de acercarse a la gente para comercializar sus productos.
Esa fue la prueba que los llevó a recorrer un camino en el que ahora sólo miran adelante para concretar sus nuevos proyectos. Poco a poco, la iniciativa de insertarlos en el ámbito socio laboral creció con mayor fuerza. Justamente hace un año los cinco jóvenes con edades de 18 a 35 años, inauguraron el negocio real. Tan sólo con una caramelera donada y algunas golosinas, tomaron el compromiso de llevar adelante el quiosco.
Ese fue el objetivo y lo cumplieron. Es más, aunque la pasantía dura seis meses, el plazo se extendió gracias al crecimiento que todos demostraron individual y socialmente. A cambio de su labor, los pasantes reciben 50 pesos mensuales como incentivo. El horario de atención al público es de 8 a 15, de lunes a viernes.
La idea central de esta prueba piloto es que los jóvenes con capacidades diferentes, que hayan terminado sus estudios, cuenten con herramientas reales para incorporarse en el mundo laboral. “De esta manera ellos aprenden lo que es cumplir un horario, manejar y ahorrar dinero, además de relacionarse con la gente”, explicó María Alejandra de la Rosa, jefa del SER.
Incluso a medida que el proyecto se fue consolidando, esa meta fue cumpliéndose: “Cuando empezamos habían chicos que no mantenían el contacto visual con el otro o no realizaban cálculos mentales. Ahora en cambio, no sólo han sabido revertir esa situación, sino que tienen estrategias para la venta, con las que los clientes se van muy conformes”, contó Cecilia Pérez, ortopedagoga que forma parte del equipo de acompañamiento.
Para los protagonistas de esta experiencia, el hecho de resolver situaciones cotidianas no implica mayores complicaciones. “Cuando la gente tiene alguna duda de los precios, nosotros se los brindamos amablemente, siempre con una sonrisa”, comentó Cecilia Rubinstein (24) mientras acomodaba las golosinas. Pero esa no es la única tarea que les toca.
“Por la mañana atendemos a los proveedores, controlamos que la máquina de café y la heladera estén limpias y antes de irnos constatamos que todo esté en orden, incluyendo la caja”, agregó Jorge Bertolín (23) mientras ordenaba los helados en el freezer.
A modo de balance de de su actividad, estos jóvenes con capacidades diferentes rescatan: “Nos sentimos muy bien atendiendo a la gente y los vamos a extrañar cuando nos vayamos”. En esa línea María Luz Herrera (24) ya piensa en tener su propio micro emprendimiento.
 
Claves
Objetivo. Que los jóvenes con discapacidad cuenten con herramientas para integrase laboralmente.
Crecimiento. En un año, lograron desarrollar nuevas aptitudes.
Recambio. El retiro de los que cumplieron su práctica es paulatino. Mientras se incorporarán otros chicos.
Ayuda. Muchos elementos del quiosco provienen de donaciones.
 
Primeras pasantías en Godoy Cruz
A partir de este lunes, 15 alumnos de la escuela de Educación Elemental y Especial 7-001 comenzarán sus pasantías laborales en la Municipalidad de Godoy Cruz. La idea del plan piloto consiste en incorporar a los jóvenes con discapacidad para que desempeñen tareas de mantenimiento, electricidad, jardinería, administración y encuadernación, entre otras.
Una vez que culmine la práctica ellos recibirán un certificado de aptitud que les permitirá contar con referencias a la hora de buscar trabajo.
Aunque la duración de la pasantía será en principio de dos meses, ese plazo podría extenderse en cada caso e incluso existe la posibilidad de que continúen en su puesto. Durante los dos meses no percibirán un pago por sus labores, ya que el objetivo es sobre todo formarlos para que adquieran habilidades para relacionarse social y laboralmente.
El traslado hacia la comuna podrán hacerlo con el mismo pase gratuito que utilizan para ir a la escuela. “Los empleados también aprenderán mucho de ellos”, dijo Daniel Vilches, secretario de Gobierno.
Zulema Usach zusach@losandes.com.ar

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