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Los Andes: Danza policromática

Fue parte del Ballet del Teatro Municipal de Santiago de Chile y del Ballet Nacional de Cuba; y, en su Temuco natal, hacia el sur del país hermano, contribuyó, junto con otros cinco bailarines, a conformar el primer ballet profesional del lugar. Hoy, a los 37, dirige su propia academia en Viña del Mar.

11 de abril de 2006, 13:39.

Hasta allí, donde hoy está abocada íntegramente a la docencia, llegó el verano pasado un grupo de integrantes del Ballet de la UNCuyo. “Fueron a tomar clases a mi estudio y les gustó”, dice Claudia con moderado rubor.
 
Y parece que fue así no más, ya que Marcela Nadal, una de las bailarinas, le sugirió al maestro Héctor Cavallini -director del ballet mendocino- que gestionara su presencia en Mendoza.
 
Por estos días, la artista chilena confía lo que sabe a la gente de la UNCuyo, al tiempo que ensayan un espectáculo titulado “Colores”, que verá la luz a mediados de junio en el Teatro Universidad y que está “un poco” volcado hacia lo neoclásico, “sin perder nunca la base clásica”.
 
“Colores tiene que ver con una temática muy liviana, nada dramática. La historia muestra en dos actos y en forma didáctica cómo se le enseña a los niños a usar los colores para hacer una acuarela. Es un montaje con el que intento captar todo tipo de público. Quiero motivar a gente que no haya visto nunca ballet, criar un público nuevo. Porque bailarines buenos ya hay y elementos futuros también”, cuenta Claudia, satisfecha con el panorama con que se encontró en Mendoza.
 
Claro que, si bien está conforme con el material humano, deberá lidiar con la cuestión presupuestaria. En realidad, algo que tampoco la amilana. “No me asusta para nada el bajo presupuesto. En Temuco he tenido esos problemas. Sé que siempre hay trabas económicas para poner en escena el trabajo de un bailarín. La danza es un rubro que para ponerlo en marcha se necesita un presupuesto muy grande, más allá de los sueldos de los bailarines”.
 
Atenta a estas limitaciones, ha ideado algo factible, con un vestuario que no requiere demasiada producción gracias a la temática abstracta que se aborda.
 
“Por supuesto que, como siempre, vamos a contar con la buena voluntad de Tito Belot, en la escenografía, algo de vestuario que nos prestará la Municipalidad de la Capital y algo más que aportará el Pacsem”, interviene Héctor Cavallini, el anfitrión de Claudia.
 
Cada dos semanas, la coreógrafa chilena se instala otras dos semanas en nuestra ciudad. De su puesta participan todos los integrantes del Ballet de la UNCuyo, más invitados de los últimos años de los Talleres Universitarios de Danza. “Lo que en Chile llamamos aspirantes”, acota.
 
- ¿Con qué idea llegaste al ballet?
 
- Con la propuesta de aportar técnicamente mis conocimientos y de hacer montajes inéditos, con coreografías propias, no del repertorio tradicional de la danza clásica.
 
- ¿Qué impresión te dio el trabajo de acá?
 
- Conocí a los maestros y me pareció excelente el trabajo que hacen con los niños pequeños.
 
- ¿Y respecto del cuerpo de baile?
 
- Hay una primera virtud y es que está muy bien preparado técnicamente. Una muy buena base que le da don Héctor Cavallini, su director. Segundo, que es un grupo que tiene mucho hambre de saber más, y eso es muy importante.
 
- ¿Qué creés que podés aportarles?
 
- En Chile, si bien se parte de la base rusa, hay mucha influencia de la escuela cubana y yo estoy muy influida por la escuela cubana, que es más acrobática. Según los propios cubanos, que son muy nacionalistas, es una “técnica para virtuosos”. Creo que esto puede ser novedoso para los bailarines de acá.
Fausto J. Alfonso falfonso@losandes.com.ar  

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