Hasta ese momento, toda la industria de la historieta norteamericana estaba dedicada exclusivamente al género de superhéroes. Pero Pekar decidió reflejar en sus viñetas su propia vida gris, de empleado administrativo en un hospital de veteranos de Cleveland, cuya existencia iba de la rutina diaria del trabajo a la abulia de su solitario departamento.
Pesimista militante, perdedor por convicción, coleccionista obsesivo de discos de vinilo e historietas, y con un grado de lucidez del que hacen gala los verdaderos desencantados, Pekar sin embargo no quería pasar por este mundo sin dejar alguna pequeña huella. Pero para ello también debía encontrar a la persona indicada, precisamente al dibujante que plasmara en el papel sus ácidas y desesperanzadas reflexiones. Y este apareció en la figura del hoy legendario dibujante Robert Crumb, a quien conoció gracias a su afición por la historieta y junto con el que inició una nueva etapa en la historia del comic: con visiones centradas en lo humano por encima del hegemónico modelo superheroico. En este caso el personaje central era, podríamos decir, un antihéroe por excelencia: el mismo Harvey Pekar dibujado.
Claro que este tipo de historieta estaba destinada a caer ineludiblemente en el under, con su humor irónico aún en los momentos más duros y el reflejo de las frustraciones y los defectos más inconfesables de una sociedad que aún hoy se niega a reconocerlos.
A los pocos años “American Splendor” ya se había convertido en una historieta de culto, con un nutrido grupo de seguidores y hasta de fanáticos. Incluso llegó a ganar un American Book Award sin abandonar nunca su condición original de revista marginal y revolucionaria.
La película
Con estos antecedentes tampoco resulta extraño que dos especialistas en comics de culto, como son el matrimonio de documentalistas neoyorquinos que conforman Shari Springer Berman y Robert Pulcini, decidieran debutar en la ficción llevando a la pantalla grande los comics autobiográficos de Pekar.
La idea era conservar una total y absoluta correspondencia entre la película y la historieta de origen. “Lo que nos impulsó a llevar al cine a ‘American Splendor’ -han declarado los directores del film- es la sencillez, a veces mundana, otras poética, pero siempre honesta y lúcida, con la que Pekar retrata su mundo cotidiano”.
Para conservar ese espíritu, los realizadores recurrieron a la presencia del verdadero Harvey Pekar (que hoy cuenta 65 años) como narrador en off y protagonista de imágenes de archivo, a la de su mujer Joyce Brabner, su hija adoptiva Danielle Batone y algunos otros personajes de la vida real para que aparecieran en algunas escenas del film y contribuyeran a mantener un tono de autenticidad.
A ellos se suman los verdaderos intérpretes del film: Paul Giamatti (en el papel de Harvey a los 40 años), Hope Davis (como su futura esposa Joyce, una maniática igual que él que le sirvió de hombro para soportar su existencia) y Judah Friedlander (como Toby Radloff, el amigo nerd de Harvey), quienes aportan el costado ficcionalizado de la trama.
Pero además de los actores, las propias tiras del comic adquieren una importante presencia al convertirse en nexo conductor de la historia (recurso ya utilizado, aunque con otras significaciones, por Ang Lee en “Hulk”). De este modo, la figura del único e irrepetible Harvey Pekar aparece interpretada por un actor, por él mismo y hasta por un dibujo animado.
La película, ganadora en el Festival de Sundance del año pasado, se anuncia llena de un humor reflexivo pero no cínico, y también como un retrato honesto de la desolada vida urbana norteamericana. Una película que, por momentos, es una historieta para leer, en otros un dibujo animado, y también un documental sobre un outsider que logró realizarse en la vida a pesar de que siempre se negó a entrar en un mundo que despreciaba.