Cuatro investigadores mendocinos lograron “leer” parte de esta incógnita y descifraron la maquinaria molecular que indica cómo hace el espermatozoide para ingresar al óvulo. Desde hace tres años trabajan en esta temática, en la Facultad de Medicina de la UNCuyo, y la investigación, que demandó 160 mil dólares, ya está publicada en la revista científica internacional “Plos Biology”, de Estados Unidos.
Ellos se propusieron conocer en detalle el “paso a paso” de este proceso celular. Por eso, en primer lugar pudieron constatar que las proteínas (sustancias químicas que forman parte de la materia fundamental de las células) que tienen los espermatozoides, son las mismas que están en las células nerviosas (neuronas).
“Este hallazgo fue importante y nos permitió continuar avanzando, porque son justamente estas proteínas, que se denominan Snares, las que finalmente van a ingresar al óvulo”, explicó Luis Mayorga, doctor en Bioquímica e investigador del Conicet.
La investigación se realizó en las instalaciones de la Facultad de Medicina de la UNCuyo, en el Laboratorio de Biología Celular y Molecular que forma parte del Instituto de Histología y Embriología de Mendoza. “Por otra parte, el costo lo cubrió una agencia nacional de Promoción Científica y Tecnológica y la mayor inversión llegó desde el Instituto Médico Howard Hughes, de Estados Unidos, que se dedica a financiar investigación médica. Cuando nosotros presentamos nuestro proyecto, habían cuatrocientas propuestas y se subsidiaron cuarenta”, detalló Mayorga.
Danza molecular
Los espermatozoides tienen en su interior un gránulo -o bolsa- que está formado por proteínas -llamadas Snares-. Los investigadores pudieron descubrir que la membrana externa de este gránulo se funde con la membrana plasmática del espermatozoide, se origina un poro y por allí se escapan las proteínas que van a ir directamente al interior del óvulo (ver infografía).
“Este gránulo se llama acrosoma, está arriba del núcleo del espermatozoide y si las proteínas que contiene no se liberan y llegan al óvulo no hay fecundación”, aclaró Gerardo De Blas, bioquímico y becario del Conicet.
El profesional señaló que el equipo de investigación focalizó su trabajo en la fusión de estas dos membranas -la del acrosoma y la más externa del espermatozoide-. “En este momento, somos el único grupo en el mundo que trabaja en esta línea”, dijo De Blas.
Hasta antes de este descubrimiento, se sabía que la familia de proteínas Snares estaba en las neuronas, pero se desconocía que también habitaban en los espermatozoides y cómo era su funcionamiento. “Avanzar en este proceso no sirve sólo para la reacción acrosómica de espermatozoides, aplicada a la infertilidad, sino también para la secreción de neurotransmisores y de insulina”, completó Mayorga.
Ahora el desafío ya está planteado y se abren nuevos caminos para continuar la investigación. “Esto es muy competitivo, como somos los únicos que hemos trabajado así, queremos avanzar lo más rápidamente posible. Se seguirán analizando las proteínas”, adelantaron los profesionales, que aclararon que desde hace dos semanas la investigación ya está publicada en la página web de “Plos Biology”.
El equipo
La investigación. El nombre del trabajo es Dinámica de Ensamble y Desensamble.
Profesionales. Gerardo De Blas (bioquímico y becario del Conicet), Carlos Roggero (licenciado en Bioquímica Molecular y becario del Conicet), Claudia Tomes (doctora en Química e investigadora del Conicet) y Luis Mayorga (doctor en Bioquímica e investigador del Conicet).
Costo. El financiamiento fue externo y se necesitaron 160 mil dólares. Se trabajó en la Facultad de Medicina de la UNCuyo.
Cuestión mágica
Los procesos bioquímicos que se producen en las células seducen a los investigadores y permiten describir nuevos procesos.
“En todas las células aparece algo mágico, parece que el espermatozoide sabe que cuando toca al ovocito tiene que secretar el contenido del gránulo. Nosotros tratamos de ver cuál es la maquinaria molecular que posibilita todo esto, es decir, cómo hace el espermatozoide arreglárselas, para tocarlo y eliminar el contenido del gránulo. Somos los primeros en analizar esto”, manifestó Luis Mayorga, investigador del Conicet y doctor en Bioquímica, egresado de la Universidad de San Luis.
Paola Bruno pbruno@losandes.com.ar
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