En torno a estos ejes, y en un escenario de 30 hectáreas al costado del mar Mediterráneo, especialmente construido para el acontecimiento, se realizan todo tipo de espectáculos, exposiciones, conciertos, juegos y talleres. Entre estos caben destacar las exposiciones: Voces, donde se aborda el tema de la diversidad lingüística y los más de 5.000 idiomas que hay en el mundo; Habitar el mundo, que trata el tema ecológico con una gran espectacularidad visual y expositiva; Ciudades y Esquinas, donde se reflexiona sobre las ciudades como lugar de encuentro entre culturas diversas; y la promocionada Guerreros de Xi’an, una muestra de las famosas piezas de arte funerario chino halladas en las excavaciones de los mausoleos de Qin Shihuang y Yangling.
Un apartado especial merecen los llamados Diálogos: conferencias, congresos, encuentros interculturales y debates que se celebran a lo largo de los 141 días del Forum. Agrupados en once bloques temáticos y con una asistencia aproximada de 65.000 congresistas y 1.500 ponentes de todo el mundo, los diálogos pretenden ser un espacio abierto para la discusión de los conflictos culturales y para la exploración de maneras innovadoras de gestionarlos. Se puede participar de los mismos e incluso formular preguntas a los asistentes mediante la página web del Forum. El programa es de lo más amplio. Incluye desde un congreso especializado en la diversidad lingüística hasta un debate sobre los microcréditos y el desarrollo, desde encuentros internacionales como el IV parlamento de las Religiones del Mundo o el Festival Mundial de la Juventud, hasta debates de carácter más político, como el Diálogo Oriente-Occidente o El papel de Europa en el Mundo.
Luces y sombras
Pero si bien se trata de un acontecimiento de grandes dimensiones, que aborda temas sin duda impostergables en la agenda mundial, el Forum no ha conseguido, desde sus inicios, llegar de manera adecuada a la opinión pública. Las resistencias al evento ya se hacían sentir desde mucho tiempo antes de su comienzo y se hicieron aún más fuertes con su puesta en marcha. A partir de las distintas plataformas "anti-forum", la crítica fundamental se ha centrado en develar la contradicción existente entre los tres ejes del evento y la actuación, por parte de los principales patrocinadores, en el negocio de la guerra, en la contaminación del medio ambiente y en el no respeto de la diversidad cultural. Por otro lado, las voces críticas apuntan a la evidente correlación entre el Forum y el negocio inmobiliario (que en la España actual mueve cifras espectaculares y se constituye en uno de los principales focos de especulación). Como consecuencia, la respuesta del público no ha sido la que se esperaba. Había una más que optimista previsión de cinco millones de visitas, pero el Forum 2004 tendrá que conformarse -según previsiones obtenidas por la tendencia actual- con una cifra muy inferior (entre 2,5 y 3 millones).
Más allá de esta crítica, que a veces peca de simplista y que es sólo negativa (ninguno de los movimientos anti-forum ha planteado una alternativa real al evento), existen otras voces disidentes que es interesante analizar. En su mismo intento por llegar al gran público, y como consecuencia de un excesivo interés por la forma más que por el contenido, el evento corre el riesgo de transformarse en lo que algunos han definido como "el circo de las culturas". La fastuosidad de las exposiciones y espectáculos, el cuidado minucioso de los detalles visuales y técnicos, parece ser inversamente proporcional a la profundidad de los contenidos. Por momentos, el Forum parece más un parque temático en donde se teatraliza la diversidad cultural, folclorizando las diferencias y presentando a las culturas más como una confirmación del estereotipo que desde una visión eurocéntrica se tiene de las mismas, que a una verdadera reflexión a la altura de los trascendentales temas de la cultura contemporánea. Es inquietante, por ejemplo, el hecho de que en un encuentro mundial de estas proporciones no figure prácticamente ningún gran nombre de la escena antropológica o filosófica contemporánea.
Y es que no se puede entender un acontecimiento de estas características sin detenernos antes sobre el contexto que le da origen. En un mundo globalizado, donde los flujos de turismo representan cifras astronómicas y las inversiones empresariales se disparan según el prestigio y la calidad de las metrópolis, las ciudades compiten entre sí sobre todo en el mundo de la imagen. Barcelona, para nada ausente en esta competencia, busca desde hace varios años posicionarse como "marca". Tras los Juegos Olímpicos del ’92, que transformaron radicalmente la ciudad y le dieron el impulso mundial que necesitaba, se pone en marcha desde 1995 un plan estratégico que busca nuevos argumentos para posicionar a la urbe con una ventaja competitiva en el escenario mundial. Y los encuentra en el terreno de la cultura y la sociedad del conocimiento. Hacia allí apuntan los planes del nuevo Instituto de Cultura, que desde su creación en 1996 hasta la fecha ha visto crecer su presupuesto en un 60% y que actualmente representa un 5% del presupuesto global. (¡Mejor no hagamos comparaciones con Argentina y Mendoza...!)
A la ya importante oferta cultural existente se agregan grandes acontecimientos promocionados internacionalmente, que dejan sus resultados en la industria turística, sirviendo al mismo tiempo para justificar grandes inversiones. El año Gaudí en 2002, o el año Dalí en 2004, son sólo algunos ejemplos de esta verdadera estrategia promocional que hasta ahora les está dando muy buenos resultados. (Confirma que la cultura puede ser un gran recurso económico).
En la agenda de este año, el proyecto 22@ (una intervención urbanística en uno de los antiguos barrios industriales de la ciudad, que pretende transformar esta zona en un centro mundial para inversiones relacionadas con la sociedad del conocimiento) y el Forum de las Culturas, son los grandes acontecimientos con los cuales se busca terminar de posicionar la marca Barcelona como un referente mundial en el ámbito de la cultura.
Final abierto
No podemos por tanto ignorar -ni simular, como algunos pretenden- el hecho de que en este tipo de acontecimientos la cultura es concebida como producto. Desde esta perspectiva, el evento cultural es una herramienta estratégica para conseguir otras finalidades, como son el desarrollo económico y la proyección internacional de la ciudad. Pero esto -y aquí es donde la crítica debe hacerse más contundente- no tiene por qué estar reñido con la calidad de los bienes culturales que se ofertan, más aún cuando se cuenta con los medios necesarios como para obtener resultados que además de espectaculares ofrezcan profundidad de contenido. Es posible realizar un gran encuentro que además de cumplir con objetivos externos (económicos, promocionales), ofrezca una oferta cultural de calidad y conduzca a la reflexión seria y profunda sobre los grandes temas que el siglo XXI tiene que resolver en lo que a cultura se refiere. El Forum de las Culturas de Barcelona, hasta ahora, ha cumplido más con el primer objetivo que con el segundo y ha pagado un precio elevado por esto. Es de esperar por ello que la siguiente ciudad que tome el relevo -cobra cada vez mayor certidumbre el nombre de Monterrey, México- tome nota de los errores y aciertos de Barcelona y, además de conseguir las inversiones necesarias para dar publicidad y magnitud al acontecimiento, cuente con la participación y el apoyo de la sociedad en su conjunto, con un compromiso claro por parte de los profesionales e intelectuales de la cultura, y con una preocupación sincera por resolver todos aquellos temas que en el orden simbólico plantea el nuevo milenio.
(*) Gabriel Eligio Concatti es Lic. en Sociología por la UNCuyo. Realiza actualmente el Master en Gestión Cultural de la Univ. de Barcelona. Ha sido contratado por el Forum 2004. Sugiere recomendar a los lectores las páginas Web: www.barcelona2004.org; y www.forumbcn2004.org; como también ofrece su propio mail: gabriel@fastmec.com.ar