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Los Andes-Domingo 12: Mendoza, un hogar lejos de casa para chicos de todo el mundo

Desde afuera parece una vivienda común, pero apenas se cruza el umbral, costumbres diversas, integración y cuotas de argentinidad se unen en sus habitantes. Son ocho estudiantes extranjeros de distintos países que conviven con dos argentinos, en lo que se convirtió hace poco más de ocho años en una residencia cosmopolita, ubicada en Godoy Cruz.

13 de junio de 2005, 13:10.

El grupo forma parte de una veintena de jóvenes que llegaron a Mendoza en el último año para cursar materias en facultades de la UNCuyo, en el marco de convenios de cooperación universitaria o de manera independiente.

No son los únicos; según el área de Cooperación Internacional de la UNCuyo, hay muchos visitantes académicos que no están contemplados porque llegan por acuerdos de cada facultad, o por su cuenta. Además, otros veinticinco chicos desembarcaron en la provincia a través de programas de intercambios como AFS o el Rotary Club y son alojados en casas de familia (ver aparte).

En la residencia godoicruceña conviven europeos y latinoamericanos junto a dos mendocinos. Todos cuidan del grupo que se ha conformado. “Tenemos amigos distintos, pero con los chicos de la casa compartimos la mayor cantidad de tiempo posible, por eso intentamos coincidir en las comidas, y salimos juntos”, dice Aziza Akhmouch (24), una ciudadana francesa que llegó a Mendoza por primera vez hace tres años. Desde ese momento vive seis meses en Francia, y el resto del año aquí, en donde cursó materias en la Facultad de Ciencias Políticas y ahora asiste a algunas de Ciencias Económicas.

Salen a tomar algo o a bailar y ven en Mendoza un lugar ideal para estudiar. Muchos de ellos ya tienen hábitos típicamente “menducos”, como la siesta o tomar mate. “Allá no existe la siesta. Cuando no vamos a la universidad dormimos un rato después de comer”, cuenta Lorena Gurdián (20), oriunda de Panamá.

A su vez, Gerald Sohäfev (24), quien llegó desde Alemania para completar sus estudios de Administración Internacional en la Facultad de Ciencias Económicas, agrega que le encanta tomar mate. “Pero tiene que estar muy dulce, sino no me gusta”, asegura como un experto.

Algunos de los chicos eligieron Mendoza por la tranquilidad y por no tener las características de una gran urbe. “Tenía posibilidades de ir a Buenos Aires, pero preferí un lugar más tranquilo”, comenta Gerald, el joven alemán.

La mayoría de los chicos vinieron por seis meses, y otros se quedan un poco más. El tiempo suficiente para caer cautivados por el significado que los mendocinos dan a la amistad y a la familia. Por esa razón, aunque no vayan a residir aquí definitivamente, les gustaría seguir vinculados con trabajos de investigación, “o viniendo de vacaciones, al menos una vez al año”.

En la casa “babel” viven tres franceses, tres alemanes, una chilena, una panameña y dos locales. Lo cual explica la diversidad de banderas que adornan las paredes, o el gran mural con fotos de los más de cien estudiantes que ya pasaron por la residencia en casi ocho años, colgado junto a mapas de Argentina y del mundo.

La residencia es una de las pocas de ese tipo. Los otros jóvenes universitarios que han llegado a estudiar desde otras latitudes viven en hostels, y un porcentaje muy pequeño en casas particulares que los alojan.

En total, desde 2004 arribaron a Mendoza cerca de veinte chicos de Colombia, México, Alemania, Bolivia y Francia, por distintos programas de movilidad estudiantil, a través del área de Cooperación Internacional .

Aunque es muy amplia (tiene seis habitaciones y tres baños), la residencia tiene un cupo límite. Según Carlos Alonso (40), uno de los mendocinos que habita allí y que alquila la casa, “siempre somos entre seis y ocho por una razón fundamental: si son más no se pueden fortalecer los vínculos personales”.

La mayoría de los chicos volverá a sus hogares en Europa o América Latina en agosto, y otros llegarán a la residencia para compartir el lugar y vivir el intercambio, tal vez de modo similar a algunos de los que partirán: “Como la experiencia que marca tu rumbo para siempre”, según define Aziza.

Para conocer el planeta

Los mendocinos también pueden viajar mediante intercambios interculturales y estudiantiles.

Contactos. En la UNCuyo, Secretaría de Relaciones Institucionales, 6º piso del Cicunc. Para AFS, llamar a Maximiliano Dumit, al tel. 4381871. Rotary Club, escribir a: yep4860@yahoo.com.ar.

Requisitos. En la UNCuyo, ser estudiante regular, haber aprobado la mitad de la carrera y tener buen rendimiento académico. Para AFS y Rotary, tener entre 15 y 18 años y rendir un examen de cultura general.

Costos. La UNCuyo tiene becas que cubren alojamiento y comida. AFS otorga medias becas. En Rotary Club, la familia debe pagar los gastos del estudiante.

Jóvenes embajadores de la integración

Tienen entre 15 y 19 años. Llegaron a Mendoza desde Europa y Estados Unidos para cursar el Polimodal o alguna materia en la universidad. Son 25 chicos que vinieron a través de programas interculturales de AFS y el Rotary Club.

“El primer día de clases no entendía la diferencia entre el castellano y el italiano”, cuenta Emilie Thorup Nielsen (16), oriunda de Dinamarca. La adolescente danesa llegó en agosto del año pasado, a través del programa “Intercambio de jóvenes de largo plazo”, del Rotary Club, junto a 13 chicos más.

Para ella, “vivir un año en otro país ayuda a aprender el idioma y acerca a las naciones”.

Algunos de los chicos del programa rotario ya volvieron a sus hogares y ahora sólo quedan siete: Elodie Linte (16), de Francia; Anna Steinke (17) y Johanna Hartung (17), de Alemania; Neno Koller (17), de Suiza, Joseph Adams (19) y Meg Neuville (19), de Estados Unidos.

Los jóvenes ven algunas diferencias entre las costumbres de sus países y Mendoza, como los horarios de las salidas. “Puedo salir hasta las seis de la mañana y en Suiza, a las dos estoy durmiendo”, cuenta Neno. Pero también hay cosas que no entienden: “Allá no hay barrios privados y no se notan las diferencias sociales como aquí”, afirma Anna.

Los jóvenes estudian y se integran a otras actividades. Es el caso de Matthew Husband (19), que practica andinismo. El joven canadiense vino por AFS y junto a él llegaron entre el año pasado y lo que va de 2005 diez jóvenes más.

En ambos programas, los adolescentes son alojados por una familia durante un año.

Los dos promueven el intercambio como iniciativa de conocimiento mutuo para que los chicos conozcan la idiosincrasia de otros lugares y se conviertan en embajadores de la paz.

* Analía Boggia / aboggia@losandes.com.ar 

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