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Los Andes-Domingo 14: El Cricyt tiene un “banco” de fósiles de dinosaurios

Para conocer más de ellos, alcanza con una muestra que tiene el espesor de una hoja de papel. Bajo el microscopio, esta “materia prima” permite descifrar las distintas especies, avanza sobre el ritmo de crecimiento de los individuos e interpretar las adaptaciones que sufrieron a través de los años; es más, también suma datos sobre la relación entre el desarrollo físico de los ejemplares y las variaciones climáticas.

15 de mayo de 2006, 14:00.

Toda la información se deduce a partir de “materia prima” muy singular, pequeños fragmentos de huesos fosilizados pertenecientes a grandes dinosaurios herbívoros, titanosaurios, y carnívoros, terópodos. En Mendoza existe un banco -o técnicamente un repositorio- de cortes delgados de huesos de dinosaurios, que cuenta con cien piezas y es uno de los únicos que hay en la Argentina. Funciona en el Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Cricyt) y trabajan investigadores locales pertenecientes al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
 
En la provincia se desarrolla la paleohistología ósea, es decir, la disciplina de la paleontología que estudia el tejido de los huesos fósiles. “Básicamente, nos sirve para distinguir las diferentes especies de dinosaurios y dentro de una misma especie para saber si son, por ejemplo, adultos o jóvenes. Además, aporta información sobre el crecimiento, esto es, si fue lento o rápido”, definió Bernardo González Riga, paleontólogo e investigador del Conicet que dirige esta investigación.
 
La próxima línea de trabajo local abordará la correlación entre las especies, el clima y la relación con las distintas adaptaciones. En la Antártida, ya han encontrado una vinculación entre los ritmos de crecimiento y las variaciones climáticas que sufrió el sitio a través del tiempo.
 
Dos aliados
 
En el laboratorio, los científicos hacen cortes delgados de los huesos que sólo tienen 30 micras de espesor, lo que equivale al grosor de una hoja de papel. En general, los cortes son transversales y se hacen en las extremidades y las costillas (ver infografía). “Nunca sacrificamos una pieza, tratamos de usar pequeños trozos”, completó el investigador mendocino.
 
Después de haber endurecido la pieza con compuestos químicos, se corta con una sierra y se pega a un cristal rectangular (portaobjetos), para ser sometida a una “aguda” visión.
 
A esta altura, dos microscopios son de la partida. Se trata de uno biológico, que permite observar las estructuras histológicas, y de otro petrográfico, que facilita la visualización de la composición mineral del hueso.
 
“Este último elemento es muy importante, porque trabaja con luz polarizada, esta permite identificar los minerales que han precipitado en el hueso porque les otorga diferentes colores”, explicó Ricardo Astini, de la Universidad Nacional de Córdoba, que participa en los desarrollos locales. Cabe destacar que también trabaja con el grupo local Jorge Calvo, de la Universidad Nacional del Comahue, Neuquén.
 
Una buena estructura
 
En esta etapa, los científicos se preguntan cómo interpretar las siluetas que los microscopios les transmiten. Se apuran en responder que, en primer lugar, los huesos de los vertebrados están compuestos en un 70 por ciento por materia inorgánica (fosfato de calcio), que le concede rigidez y dureza al tejido óseo, y un 30 por ciento de materia orgánica (colágeno), que le da la elasticidad.
 
“Cuando el animal muere, la parte orgánica del hueso se empieza a descomponer, entonces las células se destruyen y quedan las cavidades. Los huesos fósiles no tienen elasticidad porque han perdido las fibras de colágeno, solamente ha quedado la parte inorgánica. Además, ingresan al tejido óseo los sedimentos externos, es decir, los que pertenecen al sitio en el que está enterrado el resto fósil”, detalló González Riga.
 
Esto implica que la observación microscópica posibilita conocer las transformaciones que sufrió el hueso antes de ser tapado por sedimento (bioestratinomía) y, además, las modificaciones que tuvo el tejido óseo dentro del sedimento (fosildiagénesis). “Uno puede ver por medio de estos estudios los minerales que ingresaron al hueso gracias al sedimento y, por ejemplo, saber qué características tenía el lugar en el que vivió un determinado ejemplar”, indicó Lucía Bauzá, licenciada en Ciencias Naturales, que realizó su tesis sobre paleohistología ósea y es miembro del equipo local.
 
Más cortes
 
Hasta ahora, los cien cortes delgados de huesos de dinosaurios herbívoros y carnívoros han dado muestra de que la parte inorgánica del tejido no ha sufrido transformaciones. Mientras que por las cavidades de los huesos sí han precipitado minerales provenientes del sedimento, del exterior.
 
Esto abre nuevas perspectivas para comprender aspectos paleobiológicos novedosos (adaptaciones al ambiente, clima, etc.) y aspectos relacionados con la historia del fósil y la roca que lo contiene.
 
Diccionario paleontológico
 
Paleontología. Ciencia que estudia los organismos que vivieron en épocas geológicas pasadas.
Paleohistología ósea. Disciplina de la paleontología que estudia el tejido de los huesos fósiles.
Fósiles. Restos o indicios de organismos que vivieron hace miles o millones de años.
Tafonomía. Disciplina de la paleontología que estudia cómo se forman los fósiles y la historia de los sitios paleontológicos.
Theropoda. Grupo de dinosaurios bípedos y carnívoros.
Titanosauria. Grupo de dinosaurios cuadrúpedos y herbívoros.
 
Un aporte a la sociedad
 
Por Bernardo González Riga Investigador del Conicet
El estudio de los fósiles es uno de los temas más apasionantes de las ciencias. Hace un par de décadas, la paleontología constituía una rara especialidad para la mayoría de la gente. Hoy los fósiles han cobrado interés general y vemos cómo los niños aprenden con asombrosa facilidad difíciles nombres de criaturas extintas.
 
Por empezar, podemos decir que la paleontología nos enriquece en dos ámbitos: el estrictamente científico y el cultural-patrimonial.
 
En el aspecto científico, nos brinda una base para conocer la historia de la Tierra y de la vida, es decir, estimar la edad de las rocas sedimentarias, fundamentar la escala del tiempo geológico con sus diferentes eras y períodos. Además nos permite conocer los cambios climáticos y el movimiento de los continentes, investigaciones que pueden tener aplicación económica en recursos como el petróleo y el carbón.
 
También, la paleontología brinda evidencias sobre la evolución de los seres vivos y permite analizar las extinciones masivas de animales y plantas, base para comprender el equilibrio ecológico de nuestro mundo y los peligros a los que hoy se expone.
 
Más allá de estos aspectos, esta ciencia otorga a la sociedad una visión dinámica y amplia de la naturaleza, contribuyendo a la cultura universal. En los niños, los fósiles y dinosaurios despiertan un interés por la ciencia, favoreciendo el desarrollo de la observación y la imaginación.
 
En los adultos también ejerce una fuerte atracción, ya que encierra la emoción de tener en las propias manos, y por vez primera, los restos de un animal desconocido, nunca visto por el ojo humano.
 
Se puede decir que la paleontología nace del goce por conocer, de esa grandeza propia del ser humano que se pregunta por el pasado, clave para comprender el presente y proyectar el futuro.
Paola Bruno pbruno@losandes.com.ar

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