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Los Andes-Domingo 16: Sólo ocho de las 200 antenas de celulares tienen estudio de impacto ambiental

Susana Cabrera se fue de vacaciones y cuando volvió tenía un nuevo vecino: una antena de telefonía celular de más de 30 metros de altura. Algo similar le pasó a Ana, que tiene vista directa al armatoste. “Nadie nos consultó y ahora tenemos este problema”. Así, los vecinos del barrio Parque Norte de Las Heras se levantaron en contra de las antenas por temor a que afecten la salud y son parte de un conflicto que se reproduce en todo Mendoza. No hay pruebas de que sus emisiones produzcan daños en la salud. Incluso los especialistas aseguran que no hay riesgos y que emiten menos radiación de la máxima permitida, pero igual el rechazo es generalizado. La falta de diálogo y las desprolijidades de las empresas y los controles ayudan.

17 de octubre de 2005, 13:09.

En todo Mendoza, hay 200 antenas de telefonía, pero sólo ocho tienen un estudio de impacto ambiental aprobado por la Provincia. Recién desde diciembre del año 2003 esos artefactos se incorporaron a la ley 5.961 (aunque hay municipios que los piden desde antes), que obliga a realizar análisis antes de la realización de alguna obra que produzca impacto. Pero la mayoría fue instalada entre 1998 y 2000. Incluso, hay antenas que fueron instaladas sin tener permisos de las comunas. Por eso, según informaron desde Medio Ambiente, hubo multas y sanciones para algunas empresas. Actualmente, hay 26 pedidos de autorización para instalar nuevas antenas.
“Hay una serie de controles que ahora se realizan para la instalación de las antenas. Tienen que tener la autorización municipal, de la Comisión Nacional de Comunicaciones, un estudio de impacto ambiental y también pedimos informes a la Fuerza Aérea. Nosotros no somos los encargados de medir las radiaciones, pero queremos hacerlo para llevar tranquilidad a la población. Hubo mucha mala información”, aseguró Gustavo Morgani, subsecretario de Medio Ambiente.
Mientras el reclamo crece y en todos los municipios se acumulan quejas, el consumo y uso de celulares se multiplica: en todo el país hay 18 millones de aparatos. En Mendoza, el uso casi se duplicó en un año y a fines de 2005 la mitad de la población total tendrá un aparato.
Los vecinos del Parque Norte están dispuestos a hacer lo que sea para que saquen la antena. “Cuando se enciende un motor parece que se va a caer todo. Nadie nos consultó nada”, dicen. Aparentemente, esa antena se instaló de manera irregular y en el municipio analizan sacarla. Ese pedido ya ocurrió con una instalada cerca de la escuela Islas Malvinas. Pero hay más casos: dos de San Rafael y una de Luján ya fueron erradicadas y varios municipios prohibieron que se instalen en zonas urbanas.
 
Baja radiación
Las estructuras asustan y molestan. También ayudan a generar temor en la población. Los Andes consultó informes y a especialistas de tres universidades de la provincia (UTN, UNCuyo y la de Mendoza). Todos coinciden en que las emisiones de radio de las antenas de los celulares emiten mucho menos de lo máximo permitido y que no hay ninguna señal de que puedan ser perjudiciales.
“Hay desinformación y muchos mitos alrededor. Las antenas de celulares tienen muy poca potencia y provocan un haz por el cual quienes viven bajo la antena no reciben nada. Creo que hay que tomar una actitud de precaución, medir y hacer seguimientos en el tiempo. Además, hay que prestar atención a la concentración en algunas zonas (Capital tiene 40 de estos artefactos en poco espacio)”, aseguró el ingeniero José Balacco, de la UTN.
La resolución 202/95 del Ministerio de Salud de la Nación establece los máximos de radiaciones permitidos. Para las antenas de los celulares ese valor es de 0,450 microvoltios por centímetro cuadrado. “En las mediciones de las que fuimos testigos, los valores eran hasta 100 veces menores”, dijo Balacco.
Para José Quero, de la Universidad de Mendoza, es necesario tranquilizar y aumentar los controles. “Es como poner una lámpara de 30 vatios a esa altura. Es la misma radiación la que se recibe”, asegura. En esa casa de estudios investigan cómo impactan las emisiones, pero hacen foco no en las antenas sino en los propios aparatos.
Pero las radiaciones no son el único impacto potencial. El sólo hecho de que haya una antena afea el paisaje, molesta y deprecia los inmuebles. En Godoy Cruz, por ejemplo, están realizando un estudio para ponerle un valor a ese impacto. “Todas las antenas se aprobaron con estudio previo. Aunque dicen que no son perjudiciales, causan un impacto. Queremos que las empresas paguen por ese perjuicio con obras para la zona”, dijo Diego Kotlik, director de Planificación de Godoy Cruz.
 
Más usados y más riesgosos
Las antenas de los celulares emiten radiaciones no ionizantes (al igual que las de radio y televisión), es decir que no producen modificación en la materia (como sí lo hacen las ionizantes). Tienen una frecuencia de 800 y 1.800 mhz y son de baja potencia. Incluso la emisión pierde mucha potencia con el espacio.
Según los especialistas, hasta ahora lo único comprobado es que en grandes cantidades esas radiaciones pueden aumentar la temperatura de los cuerpos (como lo hace el sol).
Lo que sí es objeto de estudio son los propios celulares. Es que también son una fuente de emisión y se usan junto al cuerpo, es decir que son absorbidas sin que se pierda potencia en el espacio. “Estamos investigado los efectos sobre el cuerpo del uso del celular, pero aún falta mucho por delante”, dijo José Quero, de la Universidad de Mendoza.
Para los especialistas, hay otras fuentes de emisión que son más preocupantes, especialmente las de las antenas de radio FM. Es que usan una frecuencia que es más fácil de asimilar por parte del cuerpo y son instaladas con mucha potencia. “Nadie se queja de las FM. Emiten mucho más, el cuerpo absorbe esa radiación más fácilmente y están en todos lados”, dijo José Balacco, de la UTN.
 
Cruce de competencias
Hay un cruce de jurisdicciones que complica y confunde los controles. El organismo encargado de las autorizaciones y las mediciones de radiación electromagnética es la Comisión Nacional de Comunicaciones, que incluso hace mediaciones a pedido de los vecinos. Pero para habilitar la construcción de las torres y la instalación de infraestructura, son los municipios quienes tienen poder. Desde fines de 2003 la Subsecretaría de Medio Ambiente emite las autorizaciones, luego de que las empresas cumplen con el estudio de impacto.
La semana pasada el Poder Ejecutivo vetó una ley que apuntaba a regular de manera especial la instalación de las antenas. Entre otras cosas, hablaba de que no podían instalarse a menos de 600 metros de cualquier radio urbano. “De esa manera no habría celulares o tendrían que tener una potencia que sería peor”, aseguran los especialistas. Si esa ley hubiera sido promulgada, el Gobierno no hubiera podido licitar el sistema de comunicaciones provincial, por el cual se instalaran muchas antenas.
Pablo Icardi picardi@losandes.com.ar

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