-¿Cuál es tu percepción de la política cultural actual?
-No veo hasta ahora una política cultural explícita. Hay actividades culturales pero no infiero que estén pensadas de manera planificada. Sí podría vislumbrar que hay aparentemente un cierto apoyo a hacedores culturales de la región. Pero no encuentro la línea explícita, el plan, probablemente porque tampoco la hay explícitamente a nivel nacional.
-¿Qué pensás del \'maridaje\' entre el turismo y la cultura? ¿Está bien o mal?
-Creo que ese \'maridaje\' debe existir, pero yo nunca hubiese puesto turismo y cultura sino al revés. Creo que como expresión, como testimonio histórico, como desarrollo de los sujetos, como creadora de identidad es más importante la cultura que el turismo. La cultura es trascendente y el turismo -sin ser intrascendente- es sólo coyuntural. Y si bien se trata de un factor económico importante en Mendoza (ya está demostrado), Mendoza tiene el suficiente fondo cultural como para hacer de la cultura un hecho que provoque el turismo.
-¿No hubiera sido conveniente que continuaran como funciones aparte?
-Pienso que una secretaría de Cultura o un ministerio es interesante, importante, pero el que sea aparte o no, la eficiencia o el impacto de lo que se haga no depende de que esté adentro o afuera sino de la capacidad de trabajar interdisciplinariamente.
-Antes de comenzar la entrevista hablamos del exabrupto de Di Tella... ¿Es importante la cultura en un momento de crisis como este?
-Para mí es esencial, porque hace que los humanos seamos más humanos. Es parte de lo que nos diferencia de lo meramente animal, porque tenemos eso que nos hace necesitar del pensamiento, de la belleza, del goce estético. Fue muy desafortunada la frase y también un poco irresponsable. Porque si realmente no hace falta un plan cultural, entonces no hay que tener un cargo de secretario de Cultura. Por ese camino Di Tella es hasta irrespetuoso con los argentinos y para con la historia de nuestra cultura. Estoy convencida en lo profundo de que la gente que es capaz de hacer o gozar de la cultura, es gente que va estar más contenta consigo misma, más satisfecha de su propia vida. Creo que quien produce o consume arte tiene un plus que es inasible pero que lo hace sentirse mejor persona y mejor ser social.
-Cómo ves el tema del Estado y el sector privado en la promoción cultural? ¿Qué tiene que poner cada uno?
-El trabajo que estoy realizando señala que hay tres responsables en la promoción de la cultura: el Estado, el empresariado y la comunidad. Y creo sinceramente que esta gestión está abriendo la posibilidad de una buena relación Estado-empresa para apoyo de la cultura. Hemos visto a Repsol en la Vendimia, a las bodegas en Los Caminos del Vino. Es imprescindible el buen funcionamiento de esa relación Estado-Empresa-comunidad, porque también creo que la comunidad tiene que poner. ¿Y cómo pone la comunidad? Con la asistencia.
-¿Los privados son en general reacios a invertir en cultura?
-Hay los unos y los otros. Hay gente que realmente valora la cultura local, argentina y universal, y hay otros que prefieren patrocinar el deporte. En este momento yo creo que el empresariado podría ayudar un poco más, pero también percibo que no es un momento fácil para sacar ligeramente dinero del bolsillo -y los costos generalmente son altos-. Es difícil conseguir patrocinadores fuertes pero no imposible. Hay gente que realmente han sido sostenedores permanentes de la Cultura y hay otros que son inconmovibles
-¿Cómo te parece que trata Mendoza a sus artistas?
-Según del lado que se mire. Hay artistas que son preferidos de Mendoza y hay artistas que a pesar de su esfuerzo y de su gran valor son desconocidos. Como público, el de Mendoza es un público exigente. También sucede que el rótulo de la TV hace que se consuma el producto y no siempre ese producto es de la mejor calidad. O bien si viene ya consagrado por el Colón o de Europa, el producto se consume. Eso habla de la dificultad para asumir el rol de espectador.
-Bueno pero ¿qué pasa en concreto con los artistas de Mendoza?
-Es allí donde tienen que jugar el Estado y los patrocinantes, para hacerlos conocer. Pero hay otro papel que debe cumplir el Estado -aunque debiéramos hacerlo probablemente toda la sociedad-. Y es el proceso de educación en la apreciación artística. Y yo no veo en los planes de educación que haya un riguroso proceso de enseñanza. No es que se enseñe que Beethoven era sordo, Chopin tuberculoso o Van Gogh loco, no es eso. La cosa es que pongan a los niños frente al hecho artístico, que los niños vayan a conciertos didácticos, a exposiciones, visiten museos, lean. Que desde chicos se les enseñe a gozar de lo artístico.
-¿Dirías que la educación es culturalmente deficitaria?
-La educación es deficitaria en la promoción de la cultura. Hay docentes que se preocupan y docentes que son menos preparados que los mismos chicos. Es una realidad. Pierre Bourdieu dice muy claramente que el capital cultural es el que determina si un joven va atener o no acceso al mundo del trabajo. Y el capital cultural no lo dan los años de escolaridad exclusivamente sino el ámbito social donde el individuo se desarrolla. Muchas veces el capital cultural que tienen los encargados de formar a los chicos ya es deficitario. ¿Cuántos docentes y padres son consumidores de espectáculos culturales? Acá hay artistas que hacen una función con diez personas y para hacer esa función han puesto alma y vida.