Podría ser "¡Ahora es la energía, estúpidos!", parafraseando aquello de Bill Clinton. El asunto es que George Bush le dijo al Congreso que "América es petróleo dependiente" (y explica la dirección de los misiles y los marines, claro). Por eso anunció un aumento de casi el 30% en el presupuesto para conseguir energías alternativas "limpias, renovables y nuestras". El insomnio es explicable: antes de 2025 quieren dejar de importar el 75% del petróleo que consumen -cada día más caro- y que consiguen en el ardiente Medio Oriente y le compran irritados a Venezuela.
No es sólo la búsqueda de energía atómica (que está en un inevitable reverdecer, parece), hidráulica, solar, de los vientos y las mareas. El ministro de Agricultura, dijo en Washington que "la producción de vegetales energéticos es la nueva revolución en todo el mundo". Y no se refería a los alimentos: alrededor del 8 % de los combustibles que hoy se venden en EEUU, ya son bio-naftas que producen desde azúcares (con porcentajes crecientes de alcohol) y bio-diesel (de aceites vegetales). Están estudiando a full, más de 500 especies de plantas que producen azúcar y aceites, capaces de abastecerlos con alconaftas o biodiesel.
Y no debería ser noticia. Sólo para nosotros esto es novedoso: en Brasil tienen hace décadas una política de Estado en esta materia. El 24% de toda la nafta que se consume actualmente en Brasil tiene diferentes porcentajes de alcohol de vegetales y ya hay unos 4 millones de vehículos que funcionan con E-100, es decir, con bionafta pura. En cualquier estación de servicio verde-amarelho pueden verse bombas con las bio-alternativas. El propio Lula dijo hace poco que para 2010 tendrán 4 millones de hectáreas plantadas en el Noreste con ricino y otras especies que les proveen del aceite para el bio-diesel (soja, girasol, colza, jotropha). Tienen ya 5 millones de hectáreas plantadas con caña de azúcar para esta política de bio-combustibles.
Los colombianos lo están desarrollando a partir de la palma africana, entre otras variedades. Apuestan a que en 2010 tendrán 600.000 hectáreas plantadas y se transformarán en exportadores de bio-combustibles.
Brasil y Colombia firman acuerdos con EEUU, Austria y Suiza, para mejorar su tecnología en la obtención de bio-combustibles a escala industrial. No es casual: calculan que para 2015 América Latina y Europa demandarán cantidades infernales de bio-combustibles anuales, para completar sus necesidades.
Aquí en casa
El entusiasmo del combustible verde ya asoma aquí en casa. El jueves pasado, el Senado de la Nación, aprobó la Ley que pone en marcha, en el país, un plan de promoción para la producción de especies vegetales y plantas industriales para producir bio-combustibles (bio-etanol y bio-diesel). Y con metas: a partir del 1 de enero de 2010, todos los combustibles que se comercialicen en el país, deberán tener por lo menos un 5 % de componente biológico. La apuesta es a ir aumentando el porcentaje cada 5 años, a medida que el problema petrolero nos apriete más la garganta.
La discusión en el Congreso pasó por las formas de promocionar, tanto la plantación regional de las especies necesarias, como la instalación de las plantas industriales (que -dicen- no son tan complejas tecnológicamente). De hecho, habrá en el presupuesto un cupo promocional con ese fin.
Si llegamos a los hechos, tan sólo en el bio-diesel, podría sustituirse unos 560 millones de litros de gas oil (del que somos importadores crecientes). No es todo: se incrementaría entre un 10 o 15% el área cultivada y se generarían alrededor de 5.000 nuevos empleos directos.
¿Y en Mendoza, qué?
Ese mismo día, aquí en Mendoza se había aprobado la nueva Ley Provincial de Hidrocarburos (la discusión de una empresa provincial de energía, quedó empantanada en agrias discusiones). Es la herramienta que necesita Cobos para sentarse el martes en el Club del Petróleo en Buenos Aires y ofrecer a los emporios del oro negro, la exploración de los 12 primeros cuadros petroleros, en las "áreas secundarias y revertidas", ahora de propiedad provincial.
Sin embargo, nadie espera milagros. Aun con éxito (se sabrá no antes de 5 o 6 años), el fondo de la cuestión sigue siendo el mismo: el petróleo es un recurso efímero y cada vez más caro.
Supe por boca de un ingeniero militante de esta opción (Carlos Kristich, de la Fundación Comunidad Latinoamericana), que hace unos días, el Instituto de Energía de la UN Cuyo -que encabezan Arturo Somoza y Dante Bragoni- hizo un seminario nacional sobre Bio-Combustibles. Allí, un diputado local -Hugo Morales, del PJ- propició un acuerdo de apoyo institucional desde su Cámara, para un plan de investigación y desarrollo -con diseño territorial- auspiciando una política regional de Bio-energía.
¿Y aquí es posible? Absolutamente sí, me dijeron los especialistas (de todo el país e incluso del exterior). El Instituto de Energía universitario -por ejemplo- ya trabaja con las Facultades de Ciencias Agrarias, Ingeniería y Ciencias Aplicadas a la Industria, en un plan de desarrollo de varias especies productoras de azúcares para etanol y de aceites para el bio-diesel, a partir de las características de nuestro suelo árido y de las limitaciones de riego.
Ellos me contaron que al seminario vino un grupo de Pilar, a bordo de una Trafic Renault, con motor gasolero convencional. Lo curioso es que viajó impulsada por bio-diesel que producen en una pequeña planta bonaerense, a partir de soja y girasol. Y en la última edición de la Expo-Rural, una firma argentina presentó 4 modelos de pequeñas plantas móviles, para producir bio-diesel en cada finca, a partir de sus propias plantaciones y para abastecer tractores, el rastrojero o camiones de laboreo diario.
No es todo: en Buenos Aires y en San Luis, una firma produce bio-diesel que elabora incluso con alto nivel de calidad y exporta la mayor parte de su producido a Alemania, de donde ha conseguido asistencia tecnológica.
Claro, es más que una charla de café. Excede la anécdota, pero en Montevideo han montado una central eléctrica, abastecida por gas de los residuos de la basura de la Capital. En India y China, tienen más de 20 centrales eléctricas abastecidas con gas residual del estiércol.
Historia variada y apasionante, claro, en el desafío mundial que plantea la guerra del petróleo, en extinción y con precios por encima de las nubes contaminadas por el CO2.
Me quedó bollando una aclaración: "Nada de esto va a surgir sólo del entusiasmo del mercado, ni de los sueños de un par de locos: necesita una política de Estado que la impulse enérgicamente, hasta que tenga fuerza propia". Ellos creen que se viene "la revolución verde" en los combustibles.
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