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Los Andes-Domingo 5: Argentinos en Chile: jóvenes, profesionales y nostálgicos

Añoran la familia, un buen asado y los picnics al sol “con sandwiches de jamón y amigos de fierro”. Aún los fascina el respeto de los vehículos por el peatón y se quedan esperando la devolución del saludo al entrar en un negocio. Son argentinos, jóvenes, profesionales y con reconocido desempeño laboral. Chile los acogió con trabajo y con la posibilidad de ahorrar y -aunque ellos están agradecidos- no dejan de soñar con volver algún día a su tierra.

Hoy residen al otro lado de los Andes unos 55 mil argentinos, constituyendo la población extranjera más numerosa. Aunque las historias que los acercaron al Pacífico son tan disímiles como la concreción de las expectativas, lo que identifica a este grupo migratorio es que la mayoría es joven -el 36 por ciento tiene entre 25 y 35 años- y tiene un alto nivel de estudios.

El talento que la Argentina exportó en la última década también emigró a Chile. Más de la mitad de los compatriotas que viven en ese país posee algún tipo de estudios superiores. Un análisis del nivel educativo muestra que el 28 por ciento completó la universidad y casi el 10 por ciento hizo un posgrado.

Los datos resultan de un estudio sociodemográfico que encaró la Embajada Argentina junto a la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) y el Ministerio del Interior de Chile, en setiembre del 2003 sobre todas las regiones trasandinas. Por primera vez, la colonia fue censada y los resultados, que se conocieron días atrás, permitirán elaborar futuras políticas de orientación y apoyo.

Los procesos migratorios tienen matices diferentes. En Mendoza, los chilenos se dedican a la agroindustria y después al comercio, según estimó el cónsul adjunto, Juan Pino. Mientras tanto, al otro lado de la cordillera, los mendocinos trabajan más en comercio (31%) y servicios (20%).

Abundan en cargos gerenciales, de manejo de personal o donde las relaciones públicas son el fuerte.

Los profesionales más jóvenes tienen éxito en rubros de administración de empresas, informática y publicidad, sobre todo como creativos. Según las estadísticas, 77% de los profesionales trabaja de lo que estudió.

“La economía chilena funciona, el que tiene trabajo puede comprarse cosas y darse ciertos gustos”, comenta Victoria Mordcovich, una periodista mendocina que emigró por el trabajo de su esposo.

Lo cierto es que, aún con empleo, para los residentes no es fácil absorber los altísimos costos que exigen los sistemas privados de salud y educación en Chile.

En plena crisis, Carlos Duek decidió mudar su incipiente empresa de publicidad y probar suerte en una capital como Santiago. Después de tres años, el negocio marcha “bastante bien” y en el futuro piensa manejarlo desde Mendoza. “Allá te tenés que manejar con contactos. En lo laboral, el ser argentino me ayudó. Pero no me acostumbro a la idiosincrasia”, comenta.

Si bien el 84 por ciento de los inmigrantes se siente aceptado por los chilenos (mucho más que los peruanos y bolivianos), una gran mayoría (66%) percibe un recelo en el trato. El “che Carlitos” dicho con tonada trasandina o los comentarios sobre gritos y pedanterías criollas son parte del trato habitual, pero esto no ofende a los argentinos. “Lo que cuesta es adaptarse a su cultura”, acota Luciana Sutovsky.

La joven se casó años atrás con Daniel, un publicista chileno. “Nunca planeé vivir en Santiago, pero me he llevado una grata sorpresa de la ciudad. Sin embargo, aún no tengo amigos acá. La gente es muy convencional, poco espontánea”, dice.

De empleada en tribunales provinciales a jefa en una multinacional, Daniela Bulfon no se arrepiente de haber emigrado, pero “cuando tenga hijos, quiere que se críen en Mendoza”. Más allá de lo obtenido, volver es el sueño que atesora la mayoría.

Argentos a asado, mate y tango

Dicen que si escuchan un voseo o término menduco en un lugar público, no pueden evitarlo, se vuelven y entablan conversaciones eternas como si fueran archiconocidos. “Te sentís ajena, las relaciones son más ajenas”, suelta Daniela.

Para combatir esta soledad, desde hace unos años la embajada realiza actividades que buscan crear lazos de unión y ayuda entre quienes emigraron. Asados, mateadas, tanguerías sirven de excusa para compartir experiencias y ‘nostalgias’ con los nuevos amigos. La última parrillada nucleó a más de 200 jóvenes.

En estas reuniones nació el grupo Argentos. Sus integrantes ya han creado una página web que los mantiene comunicados e informados sobre trámites en Cancillería, noticias sobre el país, etc. El próximo desafío es sacar la tarjeta Argentos, con la cual los residentes tendrán descuentos en restaurantes de comida típica, comercios de referencia o para efectuar ciertos trámites.

La población argentina en Chile creció un 44% en los últimos 20 años. Según el censo, los residentes suman 48.176, pero en la Embajada aseguran que la colonia tiene unos 55 mil habitantes. El jefe de prensa, Mario Ferreyra, explicó que gracias a los acuerdos binacionales los trámites de residencia son muy sencillos. Con todo, muchos siguen sin papeles.

*Por Gisela Manoni / gmanoni@losandes.com.ar

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