Son pocos los chicos que, como Micaela y Jonathan, encuentran el camino de regreso a la escuela. Es mucho mayor el número de niños que recorren el camino inverso: en Mendoza dos de cada diez alumnos -un 20,3%- no completan la educación básica.
Los niveles más preocupantes por la deserción se dan en los últimos años del cursado obligatorio (octavo y noveno año). De la población adolescente que debería asistir a la EGB 3 en la provincia, sólo lo hace 79,7 por ciento. La EGB 1 y 2 tiene mayor cobertura. La tasa de escolarización allí es del 98,5%.
Los datos surgen de un monitoreo que realizó el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) sobre la flamante Ley de Financiamiento Educativo. En su primer informe, el estudio mostró que en el país hay más de 720 mil alumnos que están fuera del sistema escolar. A Mendoza le correspondió un lugar intermedio en el ránking nacional de cobertura educativa (ver infografía).
La caída abrupta del rendimiento académico que sufre la EGB 3 no es una novedad y preocupa incluso a las escuelas mejor posicionadas. Según Emma Cunietti, titular de la DGE, el mayor índice de abandono hoy se da en el traspaso de 8vo a 9no (15%) y de 9no año al Polimodal (16%).
La situación varía mucho entre instituciones; algunas tienen una deserción mayor al 40%.
Norma Danove, directora de un Cens, analiza la ‘multiplicidad’ de causas en el abandono. “Hay familias que necesitan del trabajo del alumno, otras que no valorizan la educación y otras con serios problemas (desintegración, desnutrición, etc.) Por otro lado están la violencia y las drogas, chicos que se sienten amenazados por sus pares. Pero también la escuela tiene responsabilidad. Es más fácil expulsar a los niños-problema”, explicó.
Norma y el director José Fernández encaran un proyecto piloto de inclusión para chicos que dejaron la EGB 3. La demanda desbordó el edificio en Godoy Cruz. Pese a dar apoyo pedagógico, talleres y becas, José reconoce que la retención es difícil.
Marcela Frías, psicopedagoga y supervisora de Avome, marca una diferencia entre las realidades urbana y rural: “En los circuitos suburbanos las dificultades para mantenerse en la escuela comienzan en 6to año y están relacionadas con la falta de contención e interés familiar. Mientras que en las áreas rurales arrancan en 8vo y se dan por la falta de recursos económicos reales (pasaje, calzado, útiles)”. Sus apreciaciones se desprenden de un diagnóstico que incluye a 8.500 jóvenes de 5 poblaciones locales, hecho por Avome y Kairós.
La tarea que hacen algunas organizaciones es crear un ‘puente’ a la escuela con talleres artísticos, apoyatura pedagógica, etc. De todos modos, Marcela reconoce que sólo un 15% logra reinsertarse. “Es muy difícil que la escuela sola pueda asumir hoy el desafío”, expresó.
La tasa de permanencia en 8vo es del 89%, con departamentos que están en peor situación, como Las Heras y San Martín. “La familia todavía tiene incorporado que la educación acaba en 7mo”, indicó Cunietti.
Antes de la Ley Federal, la obligatoriedad llegaba hasta la primaria. Para Cunietti, lo destacable es que la ley en Mendoza casi duplicó la cantidad de alumnos en esta franja etaria: eran 23.723 en primer año de la vieja secundaria (1991) y en 2005 fueron 35.230 en su equivalente 8vo año, claro que sin contar el crecimiento vegetativo.
Trabajo infantil
Trabajar o seguir en la escuela; cientos de mendocinos enfrentan hoy esa disyuntiva. El 30% de los adolescentes de hasta 17 años trabaja y el 40% de los que lo hacen queda fuera del sistema educativo. La cifra supera el promedio nacional (25%).
Las estadísticas pertenecen a una encuesta realizada por el Ministerio de Trabajo de la Nación a fines de 2004, que mostró que Mendoza es la provincia donde más trabajo infantil existe.
Entre los motivos por los que abandonan la escuela, los chicos que trabajan priorizan la falta de escuelas cercanas y la violencia (46%) a los problemas familiares o de salud (36,3%). La inserción laboral temprana no incide directamente en los logros académicos, pero genera altos porcentajes de inasistencias, llegadas tarde y ascenso en los niveles de repitencia. El 30% de los niños que trabajaron y 43% de los adolescentes han repetido algún año.
El salto a octavo y noveno, una experiencia traumática
Con la implementación de la Ley Federal de Educación en 1998, muchas escuelas de Mendoza tuvieron que adaptar su enseñanza, para resolver el traspaso de los alumnos que llegan con distintos niveles de aprendizaje (según el colegio donde cursaron los primeros años). Es decir que para concluir octavo y noveno los chicos, en lugar de continuar en el mismo establecimiento deben trasladarse a otro.
A través de los años esa situación provocó un desfase entre la formación de base y aquella que necesitan para avanzar en las materias de los años posteriores, para luego ingresar al Polimodal.
Al igual que en otros colegios, esta problemática se da en la escuela Abelardo Vázquez (Guaymallén). Allí concurren unos 240 estudiantes de EGB 3 y Polimodal. Todos provienen de 30 establecimientos distintos, en los que la formación pedagógica y la realidad socioeconómica de los chicos son muy dispares.
Este es uno de los factores más mencionados por sus directivos a la hora de analizar por qué los índices de deserción y repitencia se dan sobre todo en los dos últimos años de la EGB 3.
“Hace falta un estudio más serio sobre las condiciones en las que ellos van a ingresar a octavo”, explicó Rosa Nieto, directora de la escuela. Pero ese no es un aspecto aislado. La falta de acompañamiento por parte de la familia y la desvalorización de la educación como medio de superación personal hacen que la tarea del docente sea cada vez más difícil.
“Todavía hay educadores de larga trayectoria que no han aggiornado sus metodologías de enseñanza”, agregó Nieto.
En todos los casos, ellos deben dar respuestas a los adolescentes, que van más allá de enseñar su materia. Para Nieto, la falta de motivación para aprender está directamente ligada a la realidad sociocultural y económica actual. “La inseguridad y los problemas que traen de la casa también producen un déficit del interés por ir a la escuela”, agregó.
Ante ese panorama, los profesores reclaman medidas urgentes por parte de los gobiernos nacional y provincial.
“Nos preocupa el desinterés generalizado de los estudiantes. Aunque les facilitemos las cosas no hacen las tareas y se conforman con muy poco, cuando son capaces de aprender mucho más”, aseguró Cristina Flores, profesora de Geografía de octavo año.
La docente perfiló un panorama aún más preocupante: en un aula de 30 alumnos de la escuela Tomás Silvestre, sólo tres demuestran responsabilidad por estudiar.
Florencia (15) repitió dos veces octavo año en la escuela Manuel Belgrano. A pesar de no haber tenido problemas de aprendizaje desde que comenzó el nivel inicial hasta séptimo año, las dificultades comenzaron a surgir a medida que el tiempo pasaba y sus calificaciones bajaban.
Pero en lugar de abandonar la escuela decidió inscribirse en un Centro de Capacitación para el Trabajo que funciona como proyecto piloto en coordinación con un Cens de Villa Hipódromo. “Ahora estoy aprendiendo peluquería y creo que es una buena oportunidad para poder trabajar y seguir los estudios”, contó. / Zulema Usach
Plan de la DGE para completar estudios
La Dirección General de Escuelas presentó ayer el “Programa de Terminalidad del Polimodal”, realizado en colaboración con la Regional Mendoza de la UTN y destinado a las cerca de 14.000 personas que, según la estimación oficial, terminaron de cursar pero aún adeudan materias.
Este año, el programa estará abierto también a alumnos que cursaron en instituciones privadas, explicaron la directora de Transformación Educativa, Gisella Bravo, y la subdirectora de EGB 3 y Polimodal, Nesrin Karake.
José Cohen, coordinador del programa por la UTN, explicó que "este programa está destinado a personas de cualquier edad que hayan terminado de cursar su secundario o Polimodal antes del año 2004 y que aún adeuden materias previas, por lo cual no han podido finalizar sus estudios”.
La iniciativa, que no tiene un cupo de inscripción, tendrá así su tercer año de aplicación.
Podrán participar personas que cursaron su secundaria en instituciones privadas -aunque no todas adhieren al plan-.
El programa establece que cada alumno se prepara en las asignaturas adeudadas, sin cambiar su plan de estudios original, y rinde esa misma materia en la institución en la que la ha preparado.
Gisela Manoni gmanoni@losandes.com.ar
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