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Los Andes: Editorial: Trabajos en edificios escolares

Hace algún tiempo celebrábamos desde esta columna la decisión de las autoridades provinciales de realizar trabajos de reparación en las escuelas e institutos de su dependencia durante la época veraniega. En otros períodos, ese tipo de tareas de mantenimiento y refacciones se llevaba a cabo fuera de toda programación y coincidía generalmente con el período de clases. Ya en los atestados establecimientos educacionales de la Provincia, con las limitaciones que imponen modalidades educativas que no están bien ensambladas o adaptadas a las necesidades de la sociedad actual y a las cuales hicimos referencia en una nota reciente, se hace muy difícil establecer el criterio de comunidad educativa.

22 de febrero de 2006, 12:48.

Ello se ve agravado si a los problemas de disciplina y formación que se advierten, se une la circunstancia de la presencia de obreros que provoca interrupciones en los horarios de clase u obliga a un continuo replanteo en torno a de qué forma se van a tener que desarrollar las tareas: si en una vivienda se hace caótica la vida familiar en parecida circunstancia, debe proyectarse ello a un ámbito donde conviven cientos de adolescentes con decenas de docentes y auxiliares de los mismos y donde debe haber un mínimo de motivos de distracción y un máximo de oportunidades de concentración.
 
Según se ha informado desde esferas oficiales, entre noviembre del año pasado y enero del presente diversos arreglos en muchos establecimientos dentro de una suma no superior a los 20.000 pesos por unidad, que incluyeron arreglos en sanitarios, techos, pisos y aberturas a las cuales se ha hecho más seguras.
 
Es de presumir que esas refacciones han seguido a lo largo de febrero y lo conveniente sería que se las concluyera antes del inicio de clases, ya que por ahora, y en determinados días, solamente se toman exámenes a alumnos que no aprobaron diversas materias en el ciclo anterior.
 
Esas labores se harán muy difíciles de llevar a cabo a partir de dentro de algunos días, cuando en distintas fechas inicien de lleno las actividades del año lectivo los distintos niveles de la enseñanza primaria y media.
 
Hay establecimientos, muchos de ellos lamentablemente, que han sido objeto de actos de vandalismo durante la temporada de verano. En algunas escuelas se ha debido tomar exámenes en aulas poco menos que desprovistas de vidrios, que cedieron ante pedradas o golpes con otros objetos contundentes. En algunas escuelas, los indeseables rompieron ventiladores de techo, y hay que imaginarse cómo se ha podido desarrollar la labor docente con los rigurosos calores que afectaron a Mendoza.
 
Ocho escuelas han debido ser clausuradas, a causa de graves fallas en sus estructuras, lo que implica en algunas de ellas, de gran capacidad y número de alumnos, la necesidad de realizar trabajos que se prolongarán por varios meses. Dos deben ser directamente demolidas porque están más allá de cualquier reparación.
 
Pero, al panorama anterior, debe agregarse que en virtud de inspecciones realizadas se ha determinado que las instalaciones de gas se encuentran en tan mal estado que no se puede autorizar el suministro del servicio sin que ello implique graves riesgos para la población escolar y docente. No solamente a establecimientos de la Provincia se extiende esta circunstancia sino también a ámbitos como los de las universidades Nacional de Cuyo y Tecnológica Nacional.
 
Si bien por ahora hace calor y lo que más se necesitan son ventiladores, dentro de un tiempo vendrán los fríos, y hay unas 120 escuelas observadas por Enargas a las cuales no se prestará el servicio. Si bien las que tienen comedores harán traer comida de afuera, debe calcularse si las estufas podrán funcionar cuando bajen las temperaturas. Hay plazo hasta setiembre para realizar estos trabajos, y con ello quedamos prácticamente fuera de la temporada de mayores fríos.
 
Todos estos detalles plantean interrogantes en torno de la forma en que, por muchos años, se ha venido realizando al mantenimiento y conservación de las escuelas de la Provincia.
 
Y nos trae a la memoria lo que muchos parecen ya haber olvidado: el caso de las inauguradas no hace muchos años y en las cuales se descubrieron falencias estructurales que las hacían inseguras y peligrosas.
 
Todo esto marca que deben determinarse responsabilidades tanto en relación con las escuelas que se construyen como en cuanto a las que tienen que ser mantenidas en buen estado.
 
No es posible que recién se llegue a pensar en las condiciones de una escuela cuando se llega a la conclusión de que hay que rehacerla en buena parte o, directamente, demolerla y construir una nueva.
 
Que sepamos, nadie ha ido preso por la real estafa que se cometió al construir escuelas con materiales o técnicas deficientes, ni hecho responsable ante la Justicia en los casos en que la desidia y la falta de inversiones ha llevado a otras poco menos que al colapso.

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