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Los Andes: El 87% de los cargos jerárquicos del Conicet está en manos de hombres

Un estudio realizado por la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT), revela que el 87% de los puestos jerárquicos del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) está ocupado por hombres. La estructura de gobierno de esta institución, que produce el 70% de las investigaciones que se realizan en el país, muestra una relación despareja: siete varones por cada investigadora.

Ninguna mujer presidió hasta ahora el Conicet, que depende de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.

En Mendoza -donde funcionan distintos institutos del Conicet, en el marco del Cricyt- la brecha se observa en las categorías más altas de investigadores. Esta carrera tiene cinco jerarquías: asistentes, adjuntos, independientes, principales y superiores.

En estos dos últimos, el 89% de los cargos está ‘masculinizado’. Pero en la base de la pirámide, entre los científicos con categoría de asistentes, hay un 56% de hombres y un 44% de mujeres. En el caso del Conicet, sólo 15% de las investigadoras llega a los dos estratos superiores.

Lo que marca las estadísticas es la diferencia que se genera a medida que se avanza en la carrera de investigador. A la hora de las causas, los autores del estudio (ver aparte) señalan como principal motivo la inexistencia de una política destinada a la integración de más mujeres a la ciencia y la tecnología. Esto es, en la elección de las carreras, en la formación y, fundamentalmente, en la incorporación y retención laboral.

“Deberán investigarse adecuadamente los motivos de la deserción de un buen número de mujeres y lo que significa en un país emergente el desperdicio de recursos sumamente calificados, que se pagan con el esfuerzo de toda la sociedad”, señala el documento.

La edad de ingreso al Conicet va de los 25 a los 40 años. La mayoría de las mujeres de esa franja etárea tiene hijos y familia. Históricamente, la responsabilidad de las tareas del hogar han recaído sobre las madres. Si bien esto tiende a equipararse, muchas mujeres sufren la sobredemanda del trabajo y la casa.

La carrera de investigador del Conicet exige presentación de informes permanentes, publicaciones en medios especializados, una actividad académica y viajes constantes (generalmente a Buenos Aires) para acumular créditos de la maestría o el doctorado. Más allá de las presiones que impone la competencia que genera el mismo medio.

En el caso del cupo y los logros por disciplina, hay algunas más equilibradas y otras que muestran un claro predominio masculino. Entre las primeras, el área de Ciencias Biológicas y de la Salud presenta una participación similar. En Ciencias Sociales y Humanidades, el porcentaje de mujeres supera levemente al de hombres. El resto de las áreas está dominada por el género masculino.

En las ciencias, los datos duros pesan. En el caso de este estudio, ayudaron a considerar “seriamente el problema de la discriminación” y a informar a las mujeres entrevistadas. “Las mujeres que logran llegar a lugares destacados han sido ‘domesticadas’ en la invisibilidad del género y la supuesta neutralidad de la ciencia, al punto de afectar a su autopercepción”, señala el trabajo.

Uno de los principales obstáculos que encontraron los autores de este proyecto fue la “baja conciencia de género” dentro de la comunidad científica. En un trabajo anterior (1996), gran parte de las investigadoras entrevistadas no atribuían los obstáculos de su carrera a problemas de discriminación, sino a dificultades personales.

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