De vuelta a estudiar
Los 4 hijos de Liliana Puebla estudian y desde hace 4 años ella también debe asistir a clase todos los días, compartiendo el tiempo con su rol de madre. La mujer se quedó sola y sin trabajo en el 2000. Entonces le otorgaron un plan Jefas de Hogar y como contraprestación empezó el secundario luego de 30 años sin estudiar.
Hoy, lo que había comenzado como una forma de zafar se convirtió en un proyecto de vida mejor: Liliana terminó el secundario y ahora, con el plan de empleo como sustento, llegó a la Universidad. “Nunca me imaginé estudiar.Esto te da otra forma de mirar las cosas, es increíble”, cuenta la mujer, que cursa la licenciatura en Minoridad y Familia en la Universidad del Aconcagua. “Cuando terminé la primaria no pude seguir estudiando porque había que trabajar. Al principio tenía miedo y no sabía si me iban a dar los tiempos, pero mis hijos me insistían”, dice Liliana, que recibió una beca de la Municipalidad de Las Heras para poder pagar la Facultad. También tuvo que adecuarse a cursar con chicos de 17 años: “Yo los veo como hijos y me llevo muy bien”.
Profesional desempleada
Olga González es Administradora Contable, Asesora Jurídica y Auxiliar de jardines maternales.Los títulos le habían servido para engrosar el currículum, pero no para conseguir trabajo.
También en el 2000 le dieron un plan Jefas de Hogar y ahora pronto será Enfermera Profesional, porque como contraprestación está estudiando esa carrera. “Te sentís útil, y tus hijos están orgullosos.Es importante para nosotros poder seguir capacitándonos. No veo la hora de recibirme, empezar a trabajar y dejarle el plan a otra persona”, dice Olga, que estudia en la escuela de ATSA (Asociación de Trabajadores de la Sanidad). Ella tiene un hijo y vive con sus hermanas que también están divorciadas. Los 150 pesos no le alcanzan para cubrir todos los gastos, pero sabe cómo arreglárselas.
“Con las fotocopias y el transporte no nos alcanza con los 150 pesos, pero nos juntamos entre varias y así podemos seguir. Nos apoyamos mucho entre nosotras”, relata Olga.
Joven argentina
Ana Carina Montenegro tiene 27 años y vivió, como muchos jóvenes mendocinos, la crueldad de no poder empezar una carrera por falta de recursos y de oportunidades. Luego de separarse volvió a vivir con sus padres, junto con su hija de 9 años. Desde hace 2 años recibe el plan y ahora retomó los estudios para ser licenciada en Administración de Empresas.
“Me era imposible estudiar porque en algunas facultades no se puede trabajar a la par y es imposible tener una beca. Terminó un terciario y ahora, gracias a una articulación con la UTN cursa la licenciatura. “Sin el plan no podría estudiar, porque tendría que trabajar. Y menos porque tengo que cuidar a la nena. Quiero recibirme rápido porque esto es una inversión para mi hija”, cuenta.
En contra de los que no hacen nada
Las Heras es el municipio que más personas con planes Jefes y Jefas de Hogar tiene. En total son casi 9 mil, y de los 800 que están en los programas de estudio, más de 200 llegaron a algún terciario o a la Universidad, según los datos oficiales. “No incluimos más porque no hay matrícula, si no habría más gente estudiando. Me da bronca que hablen en contra de los planes, porque hay mucha gente que sale adelante con esto”, asegura Nilda Bustos, coordinadora de los programas en ese municipio.
En febrero, Las Heras fue uno de los dos municipios del país que fue visitado por representantes del Banco Mundial. Y específicamente vinieron a ver los planes de capacitación. Historias como las de Liliana, Olga y Carina parecen ir en contra de la corriente. Y ellas se enojan cuando hablan mal de los beneficiarios.
“Esto está ayudando a mucha gente y me da bronca que digan que se fomenta la vagancia. Para mí ha sido muy importante. Va en cada uno cómo se aprovecha, porque también hay gente que no hace nada”, dice Carina. “Hay quienes se revientan para hacer cosas y no consiguen posibilidades y otros que no quieren hacer nada y le viene de arriba”, acota Liliana.