Al decir de quienes lo conocieron, Humberto era un ser divertido, talentoso, transparente, cariñoso, generoso, memorioso y con mucha responsabilidad en el trabajo y, sobre todo, de generosa dedicación a los demás.
Tal como lo manifestaron sus alumnos y exalumnos, solo Dios en sus sabios e inescrutables designios, sabe el porqué del llamado de sus siervos. No podemos dejar de transmitir o dar testimonio de su bonanza, cariño, alegría de vivir, candidez y superación personal, que transmitía como metas a todos los jóvenes. En su labor, más allá de las obligaciones como docente, él se comprometía y se brindaba en un constante caudal de amor y conocimientos.
Dios sabe, Dios amerita y es justo y en su infinita bondad con seguridad ha recibido en sus brazos con inmenso amor a quien brindó amor con creces.
Dios bendiga a ese ser tan especial, un ser que tuvimos el privilegio de conocer. Nos queda su recuerdo, su presencia en el corazón, porque Humberto emprendió el último de sus viajes, pero no para irse sino para quedarse definitivamente aquí, entre nosotros, muy pero muy metido en nuestras vidas.
Gracias Humberto, no sólo por haber sido como fuiste, sino simplemente por haber sido y existido entre nosotros.
Patricia Dillón DNI 16.859.087 y 40 firmas más.
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28 de noviembre de 2024