Identidad: carácter propio y diferenciado de un individuo o conjunto de ellos.
Identificación: proceso psicológico fundamental en el desarrollo de la personalidad, gracias al cual un individuo adopta las características de otro sujeto al que toma como modelo.
Coherencia: resistencia que opone un cuerpo a disgregarse en partículas.
Es entonces que, a partir de las definiciones encontradas, puede explicarse lo sucedido con la oferta de un sector de Justicialismo, para que encabezara una lista de candidatos, a la rectora de la UN Cuyo, profesora Gómez de Erice.
No me caben dudas respecto de la cualidades y condiciones de la rectora, como así tampoco de su posicionamiento diferenciado del Justicialismo, debido a lo cual, con su rechazo -diplomático, por cierto- ha mantenido claramente su identidad.
Sin embargo, deja un mar de dudas esa misma cualidad por parte de los oferentes quienes prefirieron buscar fuera de su ámbito de pertenencia una persona que los representara, lo que hace suponer que en el mismo, o han buscado poco, o no los hay con los méritos suficientes.
El gobierno de Cobos y su sector partidario, aparentemente se encontraría asimismo avocado a convocar a personas de afuera del cuño radical para conformar una lista seductora. De hecho, ya figuran en su gabinete extra-partidarios que, por otra parte, han contribuido poco a la resolución de los conflictos existentes en su sector a cargo.
La conformación de listas para las próximas elecciones supone para el electorado que las mismas guarden la coherencia necesaria y suficiente para saber a quién adherir y votar en función de su ideología, sus capacidades y sus condiciones personales.
La indiferenciación ideológica no sólo confunde, sino que hace que lo que se pretende presentar como matices encierre contradicciones que llevarán indefectiblemente a desvanecer y desdibujar más los partidos políticos por la incoherencia que manifiestan algunos de sus dirigentes debido a que su identidad se ve desdibujada por sus propuestas.
No se trata de avivar conflictos o contradicciones Radical/Justicialista, que los ha habido en el pasado y muy graves, pero la democracia y el sentido republicano que se viven desde hace más de dos décadas nos han dejado como resultado, propicio por cierto, la alternancia de partidos de distinto signo y en cada una de las oportunidades, cuando no se mantuvo la armonía y cohesión suficientes, se generaron conflictos internos en el gobierno y en la sociedad que dieron lugar a interrupciones institucionales de graves consecuencias para la Nación.
La pretensión de que los mejores hombres y mujeres del Justicialismo y del Radicalismo sean la verdadera opción en las próximas elecciones, conlleva la idea de que cada cual se encuadre en su partido. Estos últimos seguramente podrán hacer uso de la prerrogativa de conformar alianzas con otros minoritarios y, en función de programas y coincidencias en los objetivos políticos, conformarán frentes o coaliciones, pero lo que seguramente habrá de saber la ciudadanía es que estará votando o a radicales o a justicialistas.
El votante aspira y espera una identificación con los candidatos, debido a lo cual la pretensión de trasvestir a estos, recurriendo a radicales para que figuren en listas justicialistas y viceversa, conduce a la licuación de identidades y a la futura falta de garantías de que los así llegados a los cargos actúen en consonancia con los valores y principios que, supuestamente, encarnaron cuando los avaló un partido.
Los distintos contubernios a los que hemos asistido en nuestra historia política, lo fueron de partidos, aliados pero diferenciados, pero no intercambiaron candidatos asimilándolos, y aun cuando conformaron listas variopintas, cada participante en ellas se reservaba actuar de acuerdo a sus convicciones emanadas de sus diversas extracciones partidarias; consecuentemente sus alianzas estuvieron en función de lo que consideraban un adversario común.
Ejemplo de ello lo fue la “Unión Democrática” en el ’45 cuando radicales, comunistas y conservadores la formaron con la finalidad de oponerse al Justicialismo incipiente y arrollador; también fue el caso de la alianza Radical/Demócrata en Mendoza y, quienes fueran enemigos jurados en el pasado, no dudaron en aliarse frente el Justicialismo.
Los refranes nos iluminan y cumplen siempre con la tarea de orientar nuestras conductas, tanto para el ilustrado como para el hombre común y vienen al caso los siguientes: “Cada vecino en su casa, y Dios en la de todos” y “Cada mochuelo a su olivo”.
Seguramente, si se siguieran los consejos del refranero, no habría problemas de identidad, identificación y coherencia, y la ciudadanía, los adherentes y afiliados a los distintos partidos, a la hora de votar, no tendrían que desentrañar la maraña que se pretendería tejer.
* Lic. Berardo A. Simonovich /LE 8.144.423