A ello, se suman las condiciones que deben soportar miles de familias que viven en asentamientos distribuidos en los distintos departamentos. Además aún existe una gran cantidad de edificaciones antiguas, hechas a base de adobe.
En cuanto al proyecto de la UNCuyo, encabezado por los ingenieros Daniel Ambrosini y Francisco Crisafulli, tiene un plazo total para completarse de dos años. En poco tiempo más llegarán a la provincia los elementos necesarios para iniciar los estudios, y luego su aplicación (segunda etapa) estará sujeta a la aprobación y las inversiones gubernamentales y empresariales.
Entre los instrumentos que serán importados para medir la respuesta y la resistencia de las estructuras en caso de sismo, se espera un acelerógrafo; algunos sensores y un equipo de adquisición de datos. La compra del material tecnológico será posible a partir de un subsidio de 330 mil pesos otorgado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que será compartido con las Universidades de Salta y Tucumán. Para la primera parte de este proyecto local se invertirían unos 30 mil dólares.
Vale aclarar que los 330 mil pesos forman parte de una subvención general de casi dos millones de pesos que el organismo nacional destinó el mes pasado a distintas facultades.
Mejor prevenir
Cuando la naturaleza decide jugar sus cartas más desfavorables para el hombre, siempre parece poco lo que éste puede hacer. Y esa sensación no es casual ante un sismo o terremoto. Sin embargo, si las condiciones para soportarlo están previstas de antemano, la cosa cambia.
La misma historia y las condiciones geológicas de Mendoza lo exigen. Desde aquél trágico remezón de 1861 que la dejó en ruinas, hasta el último movimiento registrado en junio de este año, se puede ver que a nivel local aún falta un largo trecho para llegar a las condiciones ideales de prevención sísmica.
En este contexto, un grupo de científicos de la Universidad Nacional de Cuyo trabaja en este plan destinado a evitar el colapso de edificios y casas en caso de temblores de diferente intensidad. Una vez que se comiencen a ver los resultados, los riesgos para la población durante y luego de un movimiento telúrico disminuirían.
La metodología a aplicar, según dieron a conocer los investigadores, consiste en la incorporación de disipadores sísmicos en la parte superior de los edificios.
“La energía que se libera en la construcción mientras se produce un sismo es captada por un elemento apto para soportar las tensiones generadas por la descarga”, explicó Ambrosini, uno de los responsables del proyecto.
Según los ingenieros, que realizaron estudios de campo durante siete años, el costo para aplicar sensores y dispositivos no implicaría un gran gasto y su utilización es simple. En ese sentido, Crisafulli, también al frente del plan, destacó la importancia de encontrar una solución integral desde el ámbito académico.
Pedido de traslado del Itiem
El descontento por el funcionamiento del Instituto Técnico de Investigaciones y Ensayo de Materiales (Itiem), en la Universidad Nacional de Cuyo, resonó en la Legislatura Provincial a partir de un proyecto de ley que establece que ese organismo vuelva a manos del Ministerio de Obras Públicas.
Entre los fundamentos que el legislador Luis Garro (PJ) - responsable de la propuesta- considera relevantes se destaca que según él, este laboratorio contribuiría en gran medida al desarrollo y control de los materiales utilizados en la obra pública.
El Itiem fue creado en 1967 y su principal función consiste en investigar los componentes de las estructuras que luego se utilizarían para las construcciones públicas.
Éste actuaba como una repartición centralizada del ministerio. En 1996 pasó a manos de la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo y en mayo de este año se presentó la solicitud para que vuelva a manos de la provincia.
Un nuevo instituto
La creación del Instituto de Mecánica Estructural y Riesgo Sísmico es otra apuesta incluida en el proyecto general. Allí, una vez que se concluyan los trabajos de obra, tanto estudiantes como investigadores podrán efectuar simulaciones y estudios sismo resistentes.
Esto permitirá a corto plazo analizar la capacidad de resistencia a los movimientos telúricos en estructuras y materiales utilizados en futuras construcciones. Las pruebas piloto serían por medio de muestras que en escalas pequeñas ayudarán a evitar la construcción de edificaciones que no cuenten con los códigos antisísmicos.
El nuevo laboratorio consta de un subsuelo, planta baja y dos pisos y la entrega definitiva se espera para octubre. Su costo total ronda el millón y medio de pesos, que fueron aportados por la UNCuyo. Según explicó Crisafulli, por sus dimensiones - 2.500 metros cuadrados cubiertos- éste es uno de los más importantes de Latinoamérica.
El proyecto
Beneficios. Prevención de daños humanos y materiales ante un posible sismo.
Etapas. Estudio de las estructuras existentes, arreglos en las mismas y conexión de dispositivos para atenuar las descargas.
Plazo. En dos años se cumplirá la totalidad de los objetivos previstos.
Subsidio. 330 mil pesos que serán compartidos con otras dos universidades.
Otros aspectos. Mejora de puentes, ingresos de edificios y control de materiales para nuevas construcciones.