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Los Andes: Héctor Cavallini “El solo hecho de bailar ya es una virtud”

A los 8 años -y a regadientes- acompañó a su madre a ver una función de ballet al Colón. Primero lo shockeó el lugar, después la actuación del recordado José Neglia. Ese mismo día definió su futuro. Desde hace una década dirige el Ballete de la UNCuyo.

13 de agosto de 2004, 11:47.

1¿Qué puede expresar la danza que otra disciplina no pueda?

- La posibilidad física del hombre y su imagen frente al hecho artístico.

2 Se dice que sabiendo clásico se puede bailar todo. ¿Es tan así?

- Es absolutamente cierto. La preparación que te da la danza clásica no es sólo física o de coordinación. Le permite al bailarín y al coreógrafo “leer” todo tipo de danzas.

3 ¿Con qué temáticas no harías nunca danza?

- Creo que se puede hacer con cualquier temática, siempre que sea desde la estética y el buen gusto. Hay obras que hablan de la tortura, de la crueldad... Hay argumentos de ballets con brujos, malvados...

4 Lo mejor y lo peor que te haya pasado en tu trabajo.

- Lo peor fue cuando era chico. Siempre lo recuerdo. Tenía 16 años y me invitaron a bailar a una función al aire libre en la plaza Roma, en Avellaneda. Fue con Las Sílfides. Unos tipos que estaban por ahí me gritaron “¡maricón!” Me trabuqué y no pude seguir. Me sentí humillado. No pude sobreponerme. Con respecto a lo mejor, creo que ha sido la posibilidad de haber formado muchos bailarines acá en Mendoza, que ahora están trabajando en distintos ballets importantes del país o el exterior.

5 Después de esa experiencia, ¿seguiste padeciendo la mirada prejuiciosa de la gente?

- Fue nada más que al inicio de la carrera. Yo era joven y eso me importaba. Después dejó de importarme. Y después, le dejó de importar a la gente. Aparte, ahora la gente tiene demasiados problemas personales como para tener ganas de ponerse en prejuiciosa con los bailarines.

6 ¿Cuál es la mayor virtud y el peor defecto del Ballet de la UNCuyo?

- La mayor virtud es que, a pesar de todas las trabas y del medio adverso, sus integrantes bailan y se ponen las pilas todos los días para sacar funciones adelante. El defecto es que son demasiado crueles con ellos mismos. Son muy injustos a la hora del juicio propio. A veces no consideran que el solo hecho de bailar ya es una virtud.

7 ¿Con quién te debés un pas de deux?

-Son más las bailarinas con las que no pude bailar que con las que bailé. Aunque he bailado con chicas muy hermosas. Si tengo que elegir a una... Cuando era joven admiraba mucho a Alica Quadri, que fue primera bailarina del Colón. Como en puntas ella era más alta que yo, nunca nos elegían para bailar juntos.

8 ¿Por qué habría que ir a ver tu último trabajo, Camila 0.?

- Creo que es lo que mejor me ha salido de todo lo que produje para el ballet. Los personajes son más elaborados y el cuerpo de danza respondió muy bien. Además del tema, muy argentino (se refiere al episodio protagonizado por Camila O’Gorman y el cura Ladislao Gutiérrez). La historia se presenta simplificada, pero muy respetuosa de la ambientación y la época. Hemos disfrutado mucho con este trabajo.

9 Si te encontrases con Nijinsky, ¿qué le dirías?

- Me encantaría encontrarme, aunque sea con su fantasma. La verdad es que me hubiese gustado ser su contemporáneo. Creo que no me intimidaría. Yo siempre fui muy caradura. Me gustaría charlar con él y preguntarle, por ejemplo, acerca de su locura, qué lo llevo a eso, si fue realmente algo hereditario o acaso la misma presión de la danza o del medio.

10 Pregunta no contestada: ¿Quiénes son los que bailan la danza de la fortuna?

Ante todo, el riesgo

Héctor Cavallini nació hace 49 años en Tunuyán y, aunque nunca cortó lazos con Mendoza, la mayor parte de su carrera fue fuera de esta geografía. Estando en Buenos Aires, acompañó de mala gana a su madre hasta el Colón. Tenía apenas 8 años. El lugar le rompió la cabeza y ni qué decir cuando vio volar a José Neglia por el escenario. “Quiero hacer lo que hace ese señor”, le dijo a su mamá. A los meses, y por consejo de la venerada Isolde Klietman, entró al Instituto de Arte del Teatro Colón. Y allí se quedó hasta los 17, cuando ingresó al Ballet del Teatro Argentino de La Plata. Luego vendrían seis años en el Ballet del Colón; más tarde, su paso por el Ballet Municipal de Río de Janeiro; y luego, su presencia en el Ballet del Sur (Bahía Blanca). A los 36, se cortó el tendón de Aquiles, durante una función en Córdoba con el Ballet Ensamble. Tuvo que parar como bailarín. Y, pese a que prosiguió con la docencia, las coreografías y su actuación como jurado internacional (Trujillo, Joinville), “no hubo nada que pudiera sustituir mi sentimiento como intérprete”, sintetiza. “No comparto eso de que uno baila a través de sus alumnos. El enfrentamiento al riesgo, a lo imponderable de la danza, al qué pasará esta noche... es incomparable”. Desde hace una década dirige el Ballet de la UNCuyo. Hoy, además, es asistente técnico de los ballets Juvenil y Mayor de la Municipalidad de la Capital.

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