Según esta norma estatutaria, el 8 de setiembre cesaría sus funciones y la Universidad Nacional de Cuyo quedaría no sólo sin su valioso aporte (ver aparte) sino que también truncaría la continuidad de su carrera.
La única manera de sortear este límite legal es a través de un contrato. Algo que ya se ha dado en otras oportunidades pero que, en el caso de Fóscolo, no sería así. Según trascendió, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales no tiene intenciones de contratarla.
De todas formas, la decana de la facultad, Laura Ciancio, está de viaje y no fue posible contactarse con ella. Y el vicedecano, Francisco Leiva, que se encontraba en un congreso en Neuquén, no estaba enterado de cuál era la situación de Fóscolo por el momento.
Esta situación generó la reacción del plantel docente, de los graduados y de los mismos estudiantes. En la facultad donde ejerce esta docente, circula una nota en la que las firmas se van sumando para pedir que se retenga a Fóscolo en sus funciones.
Por otro lado, los docentes elaboraron una nota en la que piden que se la nombre Profesora Emérita de la UNCuyo.
Todos coinciden en que si un docente está bien física y mentalmente, puede seguir trabajando. Y que no es adecuado que se los separe de su cargo, ya que su formación requiere de muchos años (décadas en este caso), y, con ellos, aumenta su capacidad y conocimientos.
Según Fóscolo, se está imponiendo el concepto de profesor “free lance”, que no dependa de ninguna institución en especial. “Yo he hecho mi carrera en esta universidad y salir significa desaparecer del mundo académico y perder el contacto con los estudiantes, con los egresados, con los profesionales que he formado. Debería existir legalmente una posibilidad de realizar un contrato u otra manera de continuar”, aventuró Fóscolo, tratando de ver la forma de seguir ejerciendo.
Esta docente e investigadora está en la plenitud de su carrera. Tal vez por eso suene tan ilógico que tenga que jubilarse. Si bien su retiro no sería definitivo, ya que la buscan desde muchas instituciones para que dé disertaciones, pedirle asesoramiento o dictar cursos, su vínculo con la UNCuyo desaparecería.
En los países europeos -comentó Fóscolo- las universidades tratan de no perder contacto con sus profesores más destacados.
El gremio de los docentes universitarios ha tratado la problemática en la que caen muchos cerebros de las universidades debido al reglamento vigente. Ni siquiera hace falta una notificación previa, el cese de la función es automático.
“El problema se ha presentado con varios docentes. Junto a la Conadu estamos tratando no sólo de que no sea obligatorio el retiro sino que sea voluntario. Siempre y cuando sus facultades físicas y psíquicas sean buenas. Además, estamos trabajando para que, una vez que se jubilen, les paguen el 80% de su sueldo, no el 50% como están haciendo hasta ahora”, comentó Carmelo Cortese, titular de la Fadiunc.
Desde el Rectorado, Victoria Gómez de Erice, opinó que Fóscolo es “una persona valiosa que debería continuar en el ámbito de la universidad”. De todas formas, ésta es una decisión que toma exclusivamente el Decanato.
Los casos en que se privilegió la trayectoria
Que la edad no sea un condicionamiento para el ejercicio de la profesión de los intelectuales, es un tema que surgió con fervor entre los docentes de la UBA hace unos tres años, con el caso de la socióloga e investigadora del Conicet Susana Torrado. En Mendoza, entre quienes volvieron a ser contratados por sus invalorables aportes están: el historiador Enrique Zuleta Álvarez y su esposa, Emilia Puceiro de Zuleta Álvarez, profesora de Literatura. Ambos, de la Facultad de Filosofía y Letras.
En Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, figuran los nombres de Jorge Hidalgo, titular de la cátedra de Teoría de Comunicación I y la escritora y profesora de Literatura Fanny Prevedello. En Medicina, el reconocido investigador Mario Burgos recibió el mismo tratamiento.