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Los Andes: La ansiedad ante el examen provoca cambios psicofísicos en los jóvenes

“La noche anterior a rendir no puedo dormir, me quedo pensando en lo que me va a pasar al otro día. Cuando estoy frente al profesor se me hace una laguna mental. Puedo expresar algunas cosas, pero nunca todo lo que memoricé durante varios meses, y que hasta ese momento me acordaba. Al ponerme nerviosa me agito y tengo palpitaciones”, contó Sabrina Lázaro, estudiante de Letras, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo.

Como ella, cientos de alumnos experimentan sensaciones fisiológicas y cognitivas a la hora de encarar un examen -sobre todo si es oral-, que muchas veces afectan su rendimiento intelectual. Algunos llegan a rendir varias veces una misma materia porque el miedo los bloquea, y hasta llegan a perder el año.
Para la psicóloga María de los Ángeles Páramo, de la Universidad del Aconcagua (UDA), rendir un examen es un suceso estresante que produce una fase de alarma, por eso es esperable que los jóvenes experimenten cierto nivel de ansiedad. Pero el problema está cuando esa señal de alerta aumenta descontroladamente, porque así comienzan los desaciertos e incluso los ataques de pánico.
“Generalmente ellos tienen situaciones imaginadas del examen. Se arman toda una novela de que les va a ir mal, cuando lo que hay que hacer es concentrarse en el proceso, ir paso a paso y no adelantarse en el resultado”, indicó.
La psicóloga explicó que hay un nivel de activación normal, que es necesario para funcionar adecuadamente en la vida, pero cuando es crónico no le da tiempo a recuperarse y los jóvenes van de un fracaso a otro.
“Esto después trae otros problemas, como baja autoestima, creen que no son normales o que la carrera no es para ellos”, sostuvo Páramo.
En las situaciones de examen, la ansiedad puede manifestarse a nivel fisiológico, a través de náuseas, vómitos, dolor de cabeza, taquicardia, sensación de ahogo, boca seca, problemas para dormir, fatiga física, diarrea.
Pero también afecta la parte cognitiva. Pueden tener dificultades para atender y concentrarse, a lo que se suma el mal humor.
“Hay un estímulo que te genera estrés, en este caso es el examen, por lo tanto hay una activación física: estás un poco nervioso o te sudan las manos. El inconveniente está cuando lo que les pasa en el cuerpo, los chicos lo evalúan negativamente, hacen autoenunciados negativos que los consideran verdaderos; por ejemplo, ‘no me voy a acordar de nada’. Esto logra que se incremente aún más la activación física. Es un círculo vicioso”, explicó la psicóloga (ver infografía).
Jimena G. estudia abogacía en la Universidad de Mendoza,. Para ella presentarse en las mesas orales no es un paso sencillo. Una semana antes de rendir comienza con acidez, tiene somnolencia durante el día e insomnio de noche. Durante el examen oral, lo único que se le cruza por la cabeza es que se pase rápido el tiempo para irse a su casa. “Cuando saco bolilla ya me entregué, no me sale nada. Si bien paso meses estudiando, cuando estoy frente a los profesores, lo poco que hablo no es lo que sé. No lo puedo manejar y me resigno”, dijo la alumna.
Siguiendo esta línea, la psicóloga Páramo destacó que, “si se convencen de que les va a ir mal, no se arriesgan en la mesa y no intentan recordar. Cuando esto es muy frecuente llegan a pensamientos catastróficos: ‘No voy a poder terminar la carrera’, esto agudiza más el proceso”.
El miedo a enfrentarse ante los exámenes tiene solución. Para la psicóloga de la UDA, lo aconsejable es trabajar con los estudiantes a través de psicoterapia, para cortar el círculo vicioso.
“La idea es que aprendan habilidades fisiológicas para que no aumente demasiado la ansiedad en el cuerpo durante los exámenes. Es importante que detecten las primeras señales (diarrea, dolor de cabeza) y aprendan a relajarse”, sostuvo.
El otro paso es atacar la ansiedad a nivel cognitivo, sustituyendo los pensamientos negativos y catastróficos por otros que sean positivos y realistas.
“Es bueno que identifiquen todos estos signos para que puedan seguir con la evaluación, recordando, tomándose su tiempo, respirando. Todo esto les da seguridad, bajan el nivel de activación y consiguen mayor atención, concentración y memoria”, agregó Páramo.
 
Investigación de la Universidad del Litoral
La Universidad del Litoral (UNL) realizó en 2002 una investigación con estudiantes que se enfrentaban a situaciones de examen. El trabajo lo encararon desde la cátedra de Fisiología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de esa universidad. Así, con el estudio pudieron comprobar la presencia de cambios orgánicos asociados con el temor de los alumnos a la hora de ir a rendir una evaluación oral a la universidad: falta de sueño, modificaciones en el apetito, en el humor, gripes, problemas digestivos, cambios en el período menstrual, entre otros.
La investigación se hizo en estudiantes de Veterinaria y Agronomía, con edades de entre 23 y 27 años, de ambos sexos, sanos, sin dificultades familiares y que rindieran una sola materia por turno. Se les tomó muestras de sangre quince días antes del examen, el día del examen y quince días después. Los resultados arrojaron cambios en todas las variables clínicas estudiadas: frecuencia cardíaca, respiratoria, presión arterial y valores hematológicos. También se demostró que los alumnos tenían niveles altos de cortisol en sangre, la hormona conocida como responsable del estrés.
 
Los síntomas según el sexo
El médico y director de la Dirección de Salud Estudiantil de la UNCuyo, Luis Anastasi, explicó cómo influye el temor a los exámenes en el cuerpo, teniendo en cuenta el sexo.
“Las mujeres sufren problemas circulatorios. Tienen hipotensión y peligro de lipotimia, temblores y están muy sensibles emocionalmente. En los varones se presentan trastornos del aparato digestivo, como acidez, colitis, y a veces sube un poco la presión, pero no pasa de 17”, sostuvo el médico.
Anastasi agregó además que las consultas aumentan en épocas de exámenes: “Habitualmente veo entre 8 a 10 pacientes, mientras que durante las fechas de evaluación el número de atención es de entre 12 a 17 enfermos”, indicó.
Para el médico, lo ideal sería que los jóvenes se acercaran al consultorio antes de llegar a la mesa, ya que existen maneras de prevenir el miedo y se los puede ayudar.
 
Recomendaciones
La psicóloga María de los Ángeles Páramo, de la UDA, dio algunas recomendaciones a tener en cuenta.
Antes del examen. Respetar las comidas y horarios de descanso. Dormir bien la noche anterior, porque sino el rendimiento intelectual disminuye drásticamente.
Durante el examen. Identificar las señales físicas de ansiedad (taquicardia, sudoración, etc.). Buscar un lugar tranquilo, dentro de la facultad, respirar profundamente varias veces para despejar la mente de temores y preocupaciones.
Identificar los pensamientos negativos y catastróficos (por ejemplo: no me voy a acordar de nada) y transformarlos en positivos y realistas (voy a calmarme y focalizarme en el examen).
Concentrarse en el proceso, es decir, hacer memoria de los temas, y no en el posible resultado.
Después del examen. Si la ansiedad ante las evaluaciones continúa o se cronifica es recomendable consultar a un especialista que evalúe la situación y oriente en el autocontrol, ya que el miedo a rendir tiene solución, a través de procesos psicoterapéuticos breves y eficaces.
 
Asistencia
Universidad Maza. Asesoría Educativa Universitaria: Apoyo para rendir exámenes de lunes a jueves de 17 a 21. Tel. 4056240.
UTN. La Dirección de Orientación Psicopedagógica brinda asesoramiento psicológico. Miércoles de 10 a 12 y de 16 a 18. En el lugar se ayuda a los alumnos que tienen dificultades para presentarse a rendir exámenes y otros trastornos de ansiedad.
UNCuyo. Dirección de Salud Estudiantil. Está ubicada en el Hogar y Club Universitario. De lunes a viernes. Tel. 4494129-4494147.
Universidad del Aconcagua. Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Facultad de Psicología. Los martes y miércoles. Tel. 5201643. Correo-e: angelesparamo@hotmail.com
Virginia Di Bari vdibari@losandes.com.ar

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