Desde la creación de la primera escuela técnica (1898) aumentaron por todo el país las escuelas de Artes y Oficios, intentando servir de puente para el ingreso a empleos calificados. En 1944 se creó la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional que coordinó la formación profesional desde la finalización de la escuela primaria hasta la Universidad Obrera, luego UTN.
Dentro de ese esquema se crearon las Escuelas Nacionales de Educación Técnica (ENET) respondiendo un modelo de acumulación que muchos autores denominan “estado distributivo” o “de bienestar”.
La destrucción del mismo planteó la inoperancia del sistema educativo para responder a las nuevas demandas, por lo cual las viejas ENET fueron eliminadas. Primero transferidas a las provincias y luego reconvertidas en Polimodales. Los docentes fueron reconvertidos o cesanteados, sin ningún respeto por su trayectoria.
Sería ingenuo interpretar esta “transformación” sólo como una simple traslación de modelos educativos de otros países o ineficiencia e ignorancia. La educación técnica sufrió la misma destrucción que las actividades productivas arrasadas pro el modelo neoliberal.
En el nuevo sistema educativo los dos primeros años del secundario fueron primarizados, por lo cual los 6 años de enseñanza técnica quedaron en 3 a los cuales se agregaron en algunas jurisdicciones los Trayectos Técnicos Profesionales. Aún contando a los HTTP tenemos 25 horas de Polimodal y 10 o 12 de HTTP semanales, quedando lejos de cubrir la carga horaria de las viejas ENET. A ello agreguemos que se perdió la formación científica básica y no hubo formación docente ni presupuesto adecuado para llevar adelante “el experimento”.
A pocos años de la implementación de la “transformación” aparece, quizás con parecida irresponsabilidad, la posibilidad de volver a la educación técnica. Todo esto sin debatir cuál es hoy el modelo productivo (¿hay alguno?) y cómo mutará éste en el mediano plazo. También sin debatir qué concepción tecnológica es a la que vamos a llevar adelante.
Lejos está la difusión de las propuestas oficiales de clarificar estas dudas. Además muchos de los que antes participaron en la destrucción de las ENET en pos de la integración al mundo, hoy defienden la necesidad de volver a formar para el mundo del trabajo.
En muchos lugares del mundo se debate el rol de la escuela media, hecho que no estamos haciendo a pesar de nuestros desastrosos resultados. Dentro de ese debate se avanza también acerca de si ésta forma para el trabajo o para estudios superiores.
Aparentemente la propuesta del gobierno nacional es rescatar la educación tecnológica como formación para el trabajo y evitar de esa forma que muchos jóvenes intenten (infructuosamente) el ingreso a la universidad. Si esto fuese así -con todo lo terrible que ello implica- aún faltaría discutir cuales son las necesidades del país o de cada región en una situación de ausencia de un modelo productivo. Todo esto en el marco de una educación básica y polimodal que no forma en los fundamentos básicos de matemática y lengua, que no nos aproxima ni a sospechar los principales debates de las ciencias sociales y naturales; tampoco nos enseña a vivir en armonía con el cuerpo y el ambiente, ni nos acerca al arte. Demasiados no.
Al final, frente al diluvio y los que pretenden tapar el océano con un corcho, quizás sería interesante comenzar el debate nacional de un nuevo sistema educativo dado el fracaso del actual. Y dentro de ello debatir cuál es la educación tecnológica que Argentina y el Mercosur necesitan.
Patrick Boulet DNI. 16.122.399