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Los Andes: La inflación no perdona a nadie, estudiar es cada vez más caro

Para los universitarios que vienen de departamentos alejados o de otras provincias, vivir solos no es tarea sencilla. Su misión es tratar de subsistir con un presupuesto mensual que oscila entre 600 y 800 pesos, según estudien en universidades públicas o privadas.

02 de mayo de 2005, 14:00.

El primer paso está en salir airosos del gasto más fuerte del mes: el alquiler. Para esto muchos optan por compartir un departamento entre varios amigos o hermanos, y reducir así la incidencia del “techo” en el presupuesto; mientras otros prefieren los alojamientos creados especialmente para ellos.

Las inmobiliarias señalan que los alquileres han subido entre 30 y 60 por ciento respecto de 2004, lo que lógicamente repercute en el costo de los estudios de los jóvenes. De hecho, un departamento de un ambiente que antes se alquilaba por $ 200 ahora está en $ 300, y de los $ 300 que salía uno de dos ambientes el año pasado trepó a $ 400.

“El año pasado pagaba 280 pesos de alquiler y ahora 350, pero tengo amigos que se lo han subido más de un 60 por ciento”, aseguró Diego Privitera de San Martín, quien reparte los gastos del inmueble con sus hermanas.

Ante este panorama, hay jóvenes que prefieren ahorrarse dolores de cabeza y eligen como morada las residencias cercanas a las universidades. Como el caso de los departamentos ubicados en la calle Posta del Retamo del barrio Soberanía Nacional (enfrente a la UNCuyo).

“Pagamos sólo 250 pesos de alquiler. Si buscás un departamento en el Centro es más caro y además lo tenés que amoblar entero, en cambio acá ya tenemos todo, hasta jabón y toallas limpias. Y lo más importante es que nos vamos y venimos caminando a la facultad, así que no gastamos en transporte”, contaron José Ojeda, Lucas Maril -ambos de Bariloche- y Maximiliano Ramponi -de General Alvear-, los tres estudiantes de Odontología en la UNCuyo.

Por su parte, Valeria Fadul cursa segundo año de Derecho en la UNCuyo. La joven eligió vivir en un departamento céntrico en companía de una amiga: “Es menos costoso porque dividís los gastos de alquiler, impuestos y expensas entre dos”.

De cualquier manera, tanto los que viven en departamentos céntricos, como los que optan por lugares equipados coinciden en señalar que a la hora de elegir siempre tienen en cuenta el tema de la seguridad y el de la comodidad de las paradas de micros y troles.

Comida y cuota

“Cada vez que vas al supermercado tenés que tratar de comprar todo lo que necesitás pero sin que el importe sea mayor a la plata que llevás; te transformás en ama de casa y estudiante al mismo tiempo”, dijo Sebastián Frávega, estudiante de Filosofía en la UNCuyo.

La realidad es que la billetera de los universitarios se ve más exigida, ya que a las más abultadas cuentas por el inmueble se suma el aumento de los productos alimenticios y el de las cuotas en el caso de las universidades privadas.

Teniendo presente esto, un estudiante de una universidad pública gasta entre alquiler, comida y transporte, 600 pesos mensuales. Mientras que el presupuesto de un joven que cursa en una privada asciende a 800 pesos.

Los hermanos Giaccaglia, de San Luis, estudian en la Universidad de Mendoza. El hecho de convivir los cuatro juntos hace que economicen los gastos de alquiler. Pero para ellos -sin contar el monto del departamento-, sólo con la cuota, comida y transporte, los gastos suman 560 pesos por mes, lo mismo que debe pagar un estudiante que va a una estatal, con el precio del inmueble incluido. La diferencia justamente está dada por la cuota mensual que aportan los alumnos que asisten a facultades privadas (entre 200 y 300 pesos).

Ahorrar hasta las últimas consecuencias es la “salida” de los estudiantes. Por eso su dieta es a base de fideos, arroz y mate. Pero, la mayoría confiesa que cada tanto se dan un gusto y comen milanesas, hamburguesas, bifes y comida hecha.

“Antes con 15 pesos por persona hacías una buena compra de comida en el supermercado, y hasta podías invitar a alguien a comer, ahora gastamos 20 pesos y llevamos menos cosas que el año pasado”, explicaron Pedro y Alberto Giaccaglia, estudiantes de medicina.

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