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Los Andes: Los trillizos Silvestre se recibieron el mismo día de ingenieros agrónomos

Si Alejandro Dumas viviese, tal vez elegiría a otros tres mosqueteros para vociferar la célebre frase “Todos para uno y uno para todos”. Los personajes de turno podrían ser Mauro, Leandro y Ariel Silvestre Levy, los trillizos que se graduaron a la vez como ingenieros agrónomos de la UNCuyo. Y si la Literatura ya no les deja lugar, al menos sus historias merecen inscribirse en el Libro Guiness de los Récords.

06 de octubre de 2005, 11:51.

Podría decirse que desde que nacieron hicieron todo en simultáneo. Un poco obligados por la cronología que signa sus vidas y otro poco, por las coincidencias que hay entre los hermanos.
“Salimos de jardín juntos, hicimos la primaria juntos, egresamos de la secundaria juntos y era esperable que nos recibiéramos en la universidad juntos”, suelta Ariel, como un dato obvio para el desprevenido oyente.
Sin embargo, el hecho de que hayan recibido su título universitario a la vez despierta más de una suspicacia. Una de las conjeturas posibles es que hubiesen hecho la carrera suplantándose en las mesas de exámenes por el parecido de los gemelos.
Entonces, a la pregunta obligada de si alguna vez se hicieron pasar por el otro para rendir, le sigue la respuesta esperada: “¡No, jamás! Además somos muy tímidos para hacer algo como eso”. Por separado, Leandro, que se autodefine como el más serio del trío, también niega esa posibilidad.
Pero durante la vida estudiantil siempre estuvo latente la picardía eventual. A los 29 años recuerdan cuando Mauro y Leandro se llevaron Química Orgánica.
“La profesora nos hizo pasar al pizarrón y sospechó de que yo era mi otro hermano. Lo que pasó es que escribí con la derecha y ella sabía que soy zurdo. No nos habíamos cambiado”, contó Leandro.
El episodio terminó con la madre de los trillizos en la Escuela de Agricultura de General Alvear, dando fe del ADN de cada uno de sus hijos.
 
Ídem por tres
Hasta que tuvieron cinco años usaban la misma vestimenta. Entre los diez y los once practicaron fútbol en el sureño Club Andes. Y después, en la adolescencia, otra vez los tres inseparables jugaron pelota paleta en el Banco Nación.
Repasando el cuestionario se hace difícil como en el juego encontrar las siete diferencias. Los tres son de Boca Juniors, escuchan la misma música y dicen no estar ni haber estado de novios.
“Debe ser porque somos tímidos, cerrados. Y debe ser por eso también que nos dedicamos al campo”, resuelve Ariel.
Tampoco en la elección de carrera escaparon al designio familiar. El papá de los jóvenes es, como sus hijos, ingeniero agrónomo.
Y para seguir con las coincidencias eligen Fruticultura, Horticultura y Terapéutica entre las materias que más los entusiasmaron. Mientras las que menos les llamaron la atención fueron para los tres, Física y Química.
En el campo de su profesión, los Silvestre Levy aseguran que prefieren mantenerse al margen de la docencia.
“Me gusta la agronomía frutícola. También la producción agropecuaria. Desde que empezamos la universidad creo que me interesé por esas tareas”, comenta Leandro, que hasta usa el plural que los involucra para referirse a sí mismo.
Eso sí, a la hora del promedio, apenas unas centésimas los distancian. Mauro se recibió con 7,08; Ariel con 6,85 y Leandro con 6,60. Es que no todo podía ser idéntico entre los hombres de campo.
 
Uno por uno
Los hermanos Silvestre Levy comparten casi todo, excepto el promedio como ingenieros agrónomos.
Mauro Roberto. Sus hermanos dicen que es el más tranquilo y callado. Se recibió con 7,08
Ariel Eduardo. Lo califican como el más cómico. Logró 6,85.
Leandro Alberto. Es el más parco. Obtuvo 6,60 en el promedio final. Su sello personal es escribir con la mano izquierda.
Silvia Lauriente slauriente@losandes.com.ar

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