En una época donde no existían las fotografías a color, el pintor mendocino reflejó vívidamente las lesiones que la enfermedad produce en la piel.
A mediados del año pasado, su hijo Virgilio Roig (75) decidió donar las pinturas al área de Infectología de la Facultad de Medicina de la UNCuyo, ubicada en el hospital Lencinas, lugar donde se atiende a personas que padecen la enfermedad de Chagas-Mazza.
“Son dibujos perfectos porque muestran en forma detallada el proceso en la piel”, afirmó el Dr. José Morales, profesor titular del Área de Infectología del Departamento de Medicina Interna de la UNCuyo.
Lo cierto es que de las casi 30 figuras que realizó el artista sólo se conserva un original. A las demás se les perdió el rastro cuando se enviaron a Buenos Aires para la edición de un libro, y para que Mazza las usara en el dictado de sus clases.
De todas maneras, ese original y 14 copias más que datan de 1941 están exhibidas para todo el público en el Salón Auditorio de la UN Cuyo en el Hospital, y sirven como documentos históricos de la enfermedad.
“Les saqué copias a las pinturas originales publicadas en el libro que salió hace más de 40 años, las amplié, las enmarqué, hice una colección y las llevé, junto con el original, a la cátedra de Infectología, con la que tengo una relación muy especial ya que trabajamos juntos en todo lo que tiene que ver con la transmisión de enfermedades de animales a hombres”, contó el ingeniero Virgilio Roig, a cargo de la Dirección de Ciencia y Técnica del Zoológico.
En los frecuentes viajes de Mazza a Mendoza durante los años ’30 y ’40, conoció a Fidel Roig Matons y le pidió que pintara cuadros de casos de Chagas.
Los rostros y partes del cuerpo ilustrados son de gente infectada que concurría al entonces hospital San Antonio (Cuarta Sección) con sintomatología aguda de la enfermedad.
“Se trataba de hombres de campo y personas de pocos recursos que llegaban a mi casa para que mi padre los retratara. Venían en ambulancia y a veces caminando, porque vivíamos a cuatro cuadras del hospital”, comentó el ingeniero.
La historia
A pesar de que tenía tan sólo 10 años, Virgilio Roig recuerda con claridad la personalidad de Salvador Mazza y su paso por la provincia.
Explica que el científico era un gran conocedor de arte, un hombre muy erudito, que frecuentaba su casa a saludar a la familia y admirar la obra de su padre.
En esos momentos, las fotografías en blanco y negro eran insuficientes para mostrar fielmente los diferentes estadios de la patología, y Mazza necesitaba contar con documentos que atestiguaran los colores que presentan las lesiones en la piel.
Por eso, el doctor Germinal Basso (médico mendocino) y Salvador Mazza visitaron un día al pintor para entusiasmarlo a retratar pacientes chagásicos.
“Él les dijo: ‘Bueno, hagamos una prueba para ver si los colores que yo obtengo los convencen’. Finalmente, Salvador le encargó el trabajo”, recordó Virgilio.
Junto con sus hermanos, Virgilio colaboró buscando pacientes en el hospital San Antonio para acercarlos hasta su casa. “Pintaba en un lugar con luz difusa para no resaltar exageradamente los colores. Esos cuadros, una vez terminados, se los llevó el doctor Basso a Mazza al centro de investigaciones que había en Buenos Aires, alrededor del año 1945”, precisó el ingeniero.
El legado
Lugar. Salón Auditorio de la UNCuyo en el hospital Lencinas, Talcahuano 2194 de Godoy Cruz, abierto a todo público.
Exposición. Son retratos de personas con mal de Chagas-Mazza, pintados por Fidel Roig Matons
Donación. Virgilio Roig, hijo del artista, regaló las obras al Área de Infectología de la Facultad de Medicina de la UNCuyo.
“Un gigante de las ciencias”
Todas las vivencias de Virgilio Roig junto a Mazza han quedado grabadas en su memoria. Tanto él como sus hermanos tuvieron varias oportunidades de estar con el científico bonaerense.
“Mis recuerdos son muy particulares porque yo era un niño y veía a Salvador Mazza como a un gigante de las ciencias”.
“Era un hombre bajito, de lentes de marco de oro, que se vestía muy elegantemente. Cuando venía a Mendoza, andaba de traje de hilo blanco”.
“No era un hombre difícil de tratar pero tenía carácter muy fuerte. Conocía mucho de arte, de pintura y de música, además leía constantemente obras clásicas, y contaba con una gran capacidad intelectual”, sintetiza Roig.
El consultorio de Chagas de la UNCuyo
El consultorio surgió hace 10 años como un brazo de extensión universitaria hacia la comunidad justamente para ayudar a los pacientes chagásicos. Actualmente trabaja un equipo multidisciplinario compuesto por cardiólogos, bioquímicos, infectólogos y psicólogos que atienden a estos enfermos. Además, realizan charlas educativas en colegios y capacitan a alumnos y médicos pasantes.
Todos los martes atienden a 12 personas afectadas. Un número que a veces asciende cuando llegan desde lugares alejados sin turnos. Para esto hay que llamar al 0-800-2224270 del hospital Lencinas (turnos diferidos).
La mayor cantidad de gente que concurre es de zonas de Las Heras, Lavalle, Guaymallén y Godoy Cruz. También se tratan muchos extranjeros, que cuando realizan el trámite de radicación en el Coni les diagnostican la enfermedad de Chagas-Mazza.
“Si bien es un consultorio de la Universidad, el Hospital nos presta el laboratorio y todos los materiales para hacer los diagnósticos directamente en el lugar”, indicó la doctora Lucía Barrios, jefa de trabajos prácticos del Área de Infectología del Departamento de Medicina Interna de la UNCuyo.