Margaret Enriquez, CEO de Bodegas Chandon, describía el fin de semana pasado, en el curso del Management Vitivinícola dictado en Mendoza, que una fortaleza formidable de nuestros vinos en el ámbito mundial está dada por la pureza del agua que irriga nuestros viñedos.
El problema ambiental
La contracara de este favorable escenario la constituye la contaminación de aguas subterráneas en áreas lindantes a la primera zona vitivinícola de la provincia. Si bien la contaminación de las napas subterráneas, como ha demostrado el Informe Ambiental presentado la semana pasada por la UNCuyo, tiene origen en cuestiones múltiples, la explotación petrolera es la que ha provocado los mayores daños y sobre todo la que más amenaza las ventajas competitivas de nuestra producción agrícola.
La coexistencia entre la agricultura y la explotación de hidrocarburos es compatible siempre y cuando se cumplan las reglas de una adecuada protección ambiental. Cuando el Estado era el dueño de la principal petrolera del país, ésta actuaba prácticamente sin sujeción a reglas ambientales. Luego, aunque se avanzó en la materia, poco hace el Estado para controlar el acatamiento a esas reglas y penalizar su incumplimiento.
El informe de la UNCuyo indica que todo el territorio de Luján forma parte del mapa de las zonas de máximo riesgo ambiental. Adviértase la gravedad que representa para nuestra emblemática industria del vino que el mapa de los mejores malbec del mundo se superponga con una zona de serio riesgo de contaminación hídrica.
La inminente puesta en vigor de estrictas normas de control de calidad, como las de Bioterrorismo en EEUU y las Euregap en Europa, puede dificultar enormemente, si no enfrentamos con seriedad el problema de la contaminación, el comercio de nuestros vinos en el mercado mundial, con consecuencias económicas irreparables.
En Mendoza el agua es un bien escaso. Lamentablemente, el calentamiento del planeta y el consecuente retraimiento de los glaciares de nuestras montañas harán que sea aún más escaso en el futuro.
El Acueducto del Sur
Ha sido en el contexto de esta visión estratégica y en la convicción de que debemos actuar en forma proactiva para hacer más eficiente el uso del agua y prevenir la contaminación, que presentamos en el Congreso Nacional el proyecto denominado Acueducto del Sur. El mismo propone la construcción de una red de tuberías en la zona de Perdriel, Agrelo, Ugarteche y Carrizal para distribuir agua presurizada del río Mendoza, captada a la altura del dique Las Compuertas, creando uno de los más modernos sistemas racionales de riego del mundo.
Pero lo esencial del proyecto es que está orientado a capturar fondos del Estado Nacional y del sector privado petrolero, principales responsables del problema, para la realización de obras de reparación y preservación ambiental. Por ese motivo ha merecido el apoyo de diversos legisladores de Mendoza, de todos los partidos políticos con representación en el Congreso de la Nación.
El Acueducto del Sur nos pareció la mejor y más moderna solución. Pero estamos dispuestos a analizar e impulsar otras propuestas. Lo importante es enfrentar el problema. La contaminación no se puede esconder bajo la alfombra.
Críticas al proyecto
Nuestro proyecto ha merecido apasionadas críticas. No podría ser de otra manera, en caso contrario no estaríamos frente a una iniciativa que pretende capitalizar la oportunidad que concede la crisis para dar un fenomenal paso hacia el futuro. Comprendo el temor a los cambios, pero quienes tenemos responsabilidades de Estado no tenemos derecho a sentir miedo frente al deber de crear las condiciones para el desarrollo sustentable de nuestra economía.
Quiero desmentir con énfasis la intención que se nos imputa de oponernos al principio de inherencia del agua a la tierra y que pretendamos quitar agua a regantes con derecho, para darlos a quienes no los tienen. Por lo contrario, si logramos los fondos necesarios -este es el desafío- vamos a consolidar y ampliar derechos adquiridos. Además, defendimos siempre, y en toda ocasión, que quien asigna y administra el recurso hídrico es la Provincia, en el marco de la Constitución y la Ley de Aguas, sin injerencia alguna de la Nación.
Sinergia mendocina
El martes pasado, legisladores de diferentes bancadas nos reunimos con el ministro Lavagna. Cuando se le preguntó sobre la supuesta intención de eliminar los fondos de asignación específica, respondió que el problema era que no se usaban. Señaló como emblemático -remarcándolo en tres oportunidades- al Fondo Fiduciario para Obras Hídricas, el cual permanece depositado en el Banco Nación sin ser utilizado por falta de proyectos y programas.
El proyecto del Acueducto del Sur, más allá de la obra en sí, contiene un mecanismo -valioso en mi opinión- para posibilitar el aporte pecuniario de empresas petroleras a fin de financiar obras destinadas a la remediación ambiental.
El Estado Nacional y las empresas hidrocarburíferas deben contribuir a solucionar los problemas que por acción u omisión generaron. Dentro de las obras a realizar, la impermeabilización de canales aparece en posición prevalente para optimizar el recurso, lo que permitirá dar a los regantes lo que les pertenece por ley y derivar a nuevas zonas los eventuales excedentes.
Los recursos están a la mano. No podemos dejar pasar esta oportunidad. La búsqueda de coincidencias es un imperativo. El trabajo conjunto y sostenido es el camino para lograr los recursos necesarios a fin de afrontar dos de los más graves problemas que tiene Mendoza de cara al futuro: la contaminación y escasez de sus aguas.
En esta tarea el gobierno de la Provincia tiene un rol fundamental. Las obras que tiendan a un uso eficiente de nuestro escaso recurso hídrico deben figurar en la primera lista de las prioridades de Mendoza.