Se llama cultivos energéticos a aquellos cuya biomasa se destina a la obtención de energía. Por tratarse de energía renovable, es que cada vez se estudian más como alternativa al agotamiento ya sensible de energías fósiles, como el gas y el petróleo.
Tan creciente es el interés por el desarrollo de cultivos energéticos y biocombustibles, que ya se habla de "Agroenergética", en relación con el aprovechamiento energético de la producción agrícola.
Entre los cultivos energéticos destinados a la producción de biomasa se suelen distinguir:
· Cultivos productores de biomasa lignocelulósica. Apropiados para producir calor mediante combustión directa en calderas. Fundamentalmente son especies leñosas que se cultivan en turnos de rotación cortos (eucalipto, álamo, sauce).
· Cultivos ricos en hidratos de carbono. Estos hidratos de carbono fermentados dan alcohol, que, mezclado con nafta, permite obtener alconafta. Cultivos tales como los cereales, remolacha azucarera, caña de azúcar y topinambur, entre otros, son los cultivables con este fin.
· Cultivos oleaginosos. Destinados a la obtención de aceites vegetales, materia prima para la fabricación de biodiésel. Entre las especies vegetales que se mencionan como fuentes de aceite aparecen: colza, girasol, soja, etc.
Los biocombustibles más conocidos y usados a nivel mundial son el etanol, como un aditivo o sustituto de las naftas, y el biodiésel, solo o combinado con gasoil para motores diésel.
El primero se obtiene de la fermentación de granos amiláceos, como el maíz, de la caña de azúcar o de órganos de reserva ricos en hidratos de carbono (remolacha azucarera, topinambur, entre otros).
El segundo parte de los aceites vegetales, a través de un sencillo proceso químico denominado "transesterificación".
Ambos productos (etanol y biodiésel) son interesantes para la Argentina. Pero en el corto plazo resulta particularmente atractiva la perspectiva de elaboración de biodiésel; ya que la materia prima para el biodiésel es el aceite vegetal, y la Argentina lidera el mercado mundial de aceites vegetales .
El primer paso en un sistema de producción de biodiésel a partir de cultivos oleaginosos consiste, precisamente, en la producción del cultivo oleaginoso.
En esta etapa el objetivo es maximizar la producción de aceite por hectárea.
Para ello es necesario elegir las especies de mayor rendimiento en aceite, de acuerdo a la zona de cultivo.
Además, las especies elegidas deberán reunir otras condiciones:
· Poseer un contenido de aceite superior al 20 %. Porcentajes inferiores hacen ineficiente y costosa la extracción.
· Producir un aceite de bajo a medio índice de iodo. Los aceites de cultivos tales como el lino y el tung, de alto índice de iodo, no son utilizables en la producción de biodiésel.
· Los aceites no deberán tener precios elevados en el mercado agrícola o industrial, ya que el precio del biodiésel es altamente dependiente del precio de su principal materia prima, el aceite vegetal.
· Conocimiento de las técnicas de producción, cosecha y poscosecha del cultivo oleaginoso a producir.
· Bajos costos de producción.
· Posibilidad de utilización de los subproductos de la extracción.
Sin duda que si uno analiza a escala país, las dos especies oleaginosas claramente candidatas a ser proveedoras de aceite para la elaboración de biodiésel son: soja y girasol, de las que en la última campaña se sembraron 14,5 y 2 millones de hectáreas respectivamente, y se obtuvieron rendimientos promedio nacionales de 2.700 y 1.900 kg./ ha.
Pero si el análisis se plantea a escala local, la "competitividad" de estas oleaginosas decae sustancialmente. Fundamentalmente porque los costos de producción en condiciones de riego (comparado con el cultivo en secano en la Pampa Húmeda) son altos y porque el beneficio económico factible de obtener con los cultivos característicos de la región (vid, frutales y hortalizas) es mayor.
En este contexto, está claro que Mendoza no sería competencia para la producción de biodiésel de las provincias "pampeanas"; sin embargo nos parece que la producción de biodiésel a escala regional puede ser una alternativa interesante para que los productores de los cultivos tradicionales se autoabastezcan del combustible que consumen en sus explotaciones agrarias.
Con esta premisa y suponiendo que los cultivos "tradicionales" son los más rentables y sobre los cuales deben priorizarse los recursos productivos, es que pensamos en la colza (Brassica napus) como una alternativa de producción de aceite.
Ésta es una especie anual de ciclo "invernal", que puede cultivarse en una época en que la demanda hídrica de los sistemas tradicionales es baja.
La cátedra de Agricultura Especial de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UN Cuyo está trabajando en el proyecto "Rendimiento de aceite de colza cultivada bajo riego en Mendoza".
Básicamente estamos probando algunos cultivares de colza en diferentes épocas de siembra, y cuantificando rendimiento de grano por unidad de superficie y contenido de aceite para cada una de las combinaciones de variedad por fecha de siembra.
En relación a la producción de etanol, proceso que consiste en la fermentación de hidratos de carbono para obtener alcohol, estamos trabajando con topinambur (Helianthus tuberosus L.) en un proyecto cuyo objetivo es cuantificar y comparar entre 5 introducciones de esta especie, el potencial para producir bioetanol.
Como se mencionara anteriormente, el etanol puede ser un aditivo o sustituto de las naftas pero, por otro lado, constituye, junto con el aceite vegetal, un insumo necesario para producir biodiésel.
Ambas iniciativas (colza y topinambur) se articulan con otros proyectos de las facultades de Ciencias Agrarias, Ingeniería y Ciencias Aplicadas a la Industria, en el marco del Programa Bioenergía de la Universidad Nacional de Cuyo.
* Por Cecilia Rébora y Horacio Lello, ingenieros, profesores de la cátedra de Agricultura Especial de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo.