Un estudio de fines de los 90 manifiesta que la energía consumida en la provincia de Mendoza es prioritariamente no renovable; pero, además existe una importante disponibilidad de energía no renovable, como el uranio y renovable, como la hidroeléctrica de pequeña y de gran escala, la solar y la biomasa, entre otras. También se hace mención a la eficiencia en el uso de la energía en la provincia y menciona que el valor de energía perdida en los ciclos de transformación y transporte resulta prácticamente del mismo valor que el de la energía útil transformada, por lo cual la eficiencia es del orden del 50%. La mitad de la energía disponible no fue aprovechada.
El secretario general de Energía reconoció que “las energías renovables en España no son ya marginales: estamos hablando de fuentes que satisfacen una parte importante de nuestras necesidades, contribuyen a garantizar el suministro y la sostenibilidad del sistema y están llamadas a integrarse en el sistema de una manera estable”. Aseguró que el principal desafío con el que se enfrenta la política energética en España es la eficiencia energética: “Lo más difícil, de verdad, desde mi punto de vista es conseguir resultados en ahorro y eficiencia, una asignatura pendiente y difícil de gestionar. Tenemos ante nosotros un debate de calado: ¿Son suficientes las medidas de apoyo e impulso? o ¿habrá que acudir a las políticas de precios y medidas administrativas?”
Un Informe de la Cepal nos dice que en América Latina, “la eficiencia energética y las energías renovables presentan un potencial importante para mitigar los efectos negativos del consumo energético en continuo incremento. Inducido por el crecimiento económico y por la transformación de las sociedades hacia modelos más energointensivos”. A pesar de que durante dos décadas se ha debatido sobre la necesidad de dar a la eficiencia energética y a las energías renovables un lugar en las políticas energéticas de los países poco se ha logrado hasta ahora. El no haber podido integrarlas es un fracaso en la formulación de las políticas públicas, e incluso de la cooperación internacional para incorporar patrones de desarrollo sustentables.
Entre los elementos que explican este fenómeno está el comportamiento social en su conjunto, como ser: 1) Las conductas individuales frente a las colectivas. 2) La falta de voluntad política de los gobiernos que muchas veces se confunde con el desconocimiento, la ideología, la percepción o la falta de respaldo en la sociedad y la predominancia de la doctrina económica liberal que entorpece el desarrollo sustentable en el sector energético. 3) El dominio ejercido sobre el mercado por parte de las empresas energéticas. 4) Las modificaciones en la organización productiva de las cadenas energéticas conjuntamente con el establecimiento de políticas de precios y políticas fiscales tanto para la energía eléctrica como para los combustibles que impactan de distintas formas sobre la eficiencia energética y a la penetración de fuentes renovables.
* Por Dante G. Bragoni , Coordinador del Comisión de Energía, UNCuyo