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Los Andes: Opinión: Hoy se está discutiendo sobre el contenido de la educación

Eduardo Escalante, Especialista en educación. Consultor de la Universidad Tecnológica de Santiago de Chile. Autor de varios libros sobre el tema.

Volver a discutir sobre los contenidos educativos es el gran salto cualitativo, históricamente necesario y urgente. Tras llegar al final de una larga etapa de la historia de Occidente, nuestra civilización se encuentra en un terreno desconocido. No todo es oscuro: sabemos que el momento contiene en germen posibilidades enormes para reinventar el futuro, y de modo muy especial, dada su circunstancia, lo que podría ser Argentina. Pero al mismo tiempo estamos conscientes de que si no nos hacemos cargo de la coyuntura histórica, quedaremos a la deriva de tiempos aciagos.

Lo educativo estará en el centro del mundo en la próxima década. A nivel mundial habrá que decidir cómo entrará la educación en el futuro. No es momento de preguntarse qué es la educación sino cómo la emplazaremos dentro de los cambios que vivimos. Existe una tendencia a dar por sabido en qué consiste lo que vale la pena enseñar, pero en los últimos años ha quedado en claro que en nuestro tiempo gran parte de lo que aprendemos deja de ser útil con rapidez. Este es el entendimiento necesario en el que tienen que trabajar los docentes después de la “era Flacso”.

El esfuerzo de los padres al enviar a sus hijos a la escuela -y es un esfuerzo mayor aún si los niños y jóvenes están desmotivados- para que adquieran certificaciones de saberes y conocimientos técnicos, ya no asegura un puesto de trabajo y un desarrollo personal conforme con esos años de preparación. Y esto sepan tecnología o no sepan tecnología. Ese no es el punto. Las modificaciones en los sectores laboral e institucional empiezan a ser tan rápidas que las profesiones y carreras de siempre han dejado de ser los nichos estables, resguardados, de antes.

Hoy se requiere poner en valor dos actividades del ser humano y su vida social. Primero, la actividad interpretativa, generadora de significación. Segundo, la actividad constitutiva, generadora de identidad. Esto puede sonar abstracto, pero es el rumbo necesario. Si se asume se puede hacer emerger proposiciones concretas. 

No al lenguaje ininteligible

Comparto plenamente la crítica a los conceptos ininteligibles en educación, muchos conceptos y poco entendimiento. Cognitivismo, constructivismo, constructivismo social, aprendizaje significativo, zona del desarrollo próximo, evaluación formativa, evaluación por rúblicas, metodología de proyectos, metodología basada en problemas, en fin, conceptos por doquier. Ciertamente importantes y certeros, pero que han provocado una tremenda dispersión conceptual y la dificultad para traducirlos en acciones específicas, pero por sobre todo han afectado el estado de ánimo de las docentes.

No se trata simplemente de abandonarlos, sino de priorizar conceptualmente, eligiendo unos pocos sustantivos para producir una transformación profunda: el niño debe entender lo que aprende; el niño debe aplicar lo que aprende; el niño tiene que compartir lo que aprende; el niño tiene que aprender a ser mejor, pero al mismo tiempo aprender a convivir; el niño tiene que ser exigido, pero al mismo tiempo querido; saber observar, saber escuchar, aprender a ser más abiertos al cambio y al aprendizaje de lo que normalmente el sentido común imperante supone. Al ampliar su mundo de prácticas aparece la flexibilidad como logro posible para todos.

Hay que hacer que las escuelas se constituyan en una comunidad educativa con personas sensibles a los otros, comprometidas y confiables. Éste es el ambiente desde el cual habría que concebir la educación de nuestros alumnos y alumnas, tanto en la formación del carácter, como en la generación de sus conocimientos, capacidad de acción y responsabilidad. Se busca la amistad, el encuentro y la convivencia de niños y niñas, de jóvenes con necesidades especiales abriendo un espacio de integración en comunidad con profesores, padres y vecinos.

Ese es el mundo que habría que construir y esas son las destrezas en las que hay que trabajar.

Ni apocalípticos ni integrados

El lenguaje crea realidad, el chat se concreta a través del lenguaje, el chat genera modos de existir y se ha constituido en un modo de existencia para muchos (independientemente que se entusiasman con lo distante olvidándose muchas veces del que tienen cerca). Entonces la escuela no puede estar ausente. No se trata de una comprensión fascinada de la tecnología, pero tampoco se trata de dejarla fuera de la puerta de la escuela, porque -de acuerdo o no- la tecnología se ha constituido en una manera de vivir. Pero estamos de acuerdo que el tema no es de hacer, sino de ser (sustantivo, no verbo).

Empresa y escuela

Los empresarios no fijan el curso de la formación, la escuela anticipa, va por delante: no pongamos la carreta delante del caballo.

Ambos actúan en el presente, pero uno lo hace desde la contingencia de su proyecto, la escuela lo hace desde la formación de hábitos, destrezas, sensibilidades, entendimiento, que seguramente serán muy distintos dentro de 15, 20 años o más. Muchos de los actuales empresarios quizás ni siquiera existirán dentro de 5 años y así lo revela la revista “Fortune”: de cada 500 que aparecen, 500 desaparecen.

Sin maestros no existe educación posible

Las docentes y maestras han vivido el vaivén de los cambios; es muy significativo que han debido gastar de su propio bolsillo para educarse; ayer para aprender lo de Bloom y Tyler y después la sociologización de la escuela en la perspectiva de la Flacso (aunque como señala Carlos la Rosa, hoy desandan lo andado).

Pero ellas, las docentes, siempre han tenido el sentimiento que el que asume dice borrón y cuenta nueva; esto en algunos casos produce resignación, en otros resentimiento, en muchas desorientación y una cuota emocional de desesperación. No olvidemos que cuando se cierra la puerta del aula, entonces estos estados de ánimo sí aparecen, la situación se torna oscura.

Reconozcamos los tiempos que las maestras han ocupado perfeccionándose (en la noche, los sábados, en sus vacaciones, viajando a Chile, etc.). Aunque parezca siútica, las maestras necesitan también cariños.

Hay que cambiar muchas cosas, es cierto. Pero para ello no es necesario agredir una vez más a las maestras, porque de lo que conozco sé que hay vocación, espíritu, pero también sentimientos de abandono, de instrumentalización.

Hay que actuar con firmeza, pero no es necesario gritar. Sin ellas, sin las que están frente a los chicos en el aula y en la vida, la educación también se hace ininteligible y, obviamente, imposible.

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