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Los Andes: Paisajes para escuchar

Qué tienen en común las agrupaciones de música celta, eslovena, árabe o boliviana? ¿O aquéllos, como Vocal 1500 o Parthenia, que interpretan sones del Barroco o del Renacimiento? Por más dispares que sean sus propuestas, su formación y su sonido, los músicos se alinean tras una misma respuesta: aseguran que el espectador, cuando cierra los ojos, se transporta mágicamente a los parajes de donde provienen estas melodías.

06 de agosto de 2004, 11:48.

Odas musicales que sobrevuelan el altiplano, los Alpes o el desierto de Sahara. Que se inmiscuyen en cortes reales, en tribus y aldeas perdidas. Un viaje sin coordenadas, sin tiempo, a través de texturas pocas veces exploradas por estos lares.

Estos músicos, más que algo que cantar, tienen mucho que mostrar. Veamos, entonces.

Voces celtas

La agrupación mendocina Folixa es una dignísima representante de la música celta (folclore que rescata sonidos de raíz asturiana, irlandesa, escocesa y galesa). “Hace casi un año, con gente del Centro Asturiano, nos prendimos en la idea de formar una agrupación de folk celta. Nos contrató un pub y de allí empezamos a tocar cada vez más seguido”, explica Mauro Marquet, miembro fundacional. “¿Cómo recibe la gente a Folixa? He tocado en muchas otras bandas, incluso de rock, pero nunca he visto en la gente una reacción parecida: aplauden, siguen con las palmas, bailan”, se entusiasma.

Esta banda mixtura instrumentos como la gaita, el whistle (especie de flauta diminuta) y el bodhram (percusión tradicional irlandesa), en conjunto construyen una música enérgica y -a la vez- relajante. Su repertorio reúne temas antiquísimos y composiciones propias, inspiradas en la tradición de esta etnia; ayuda y mucho en el hechizo, la voz hipnótica de la cantante Natalia Marquet.

El 7 de setiembre se presentan en el Teatro Quintanilla; y prometen una ambientación a tono con las leyendas y la mitología celta que ha cautivado, sin resistencias, al mundo entero.

La fiesta de Potosí

Nació -como declaración de principio- en una fiesta de casamiento. Otro dato más: se llaman Los Choleros, que significa “los mujeriegos”. Y son, ni qué decirlo, una banda de música festiva boliviana, de raíz étnica.

“Después de ese casamiento, planeado para sorprender al novio -que es de la colectividad-, los familiares y amigos les ‘exigieron’ a Los Choleros que continuaran tocando, que no abandonaran la propuesta”, detalla el profesor de sicus Mario Efron, que se sumó luego a la formación.

Provistos de sicus de distintos tamaños y afinaciones, guancaras (tambores) y redoblantes, despliegan la música típica del departamento Colabe, de Potosí. Guainos y sicuriadas interpretados con la fuerza de quien extraña las voces del viento norteño.

“Lo interesante del grupo es que inmigrantes que habían perdido el contacto con su música pudieron volver a tocarla y escucharla. Igualmente, estos temas son muy atractivos para todo tipo de público”, asegura Efron. De hecho, mendocinos y porteños integran Los Choleros. Yaunque se han presentado mayormente en ámbitos de la colectividad, el plan común es hacerse conocer ante el gran público.

Se presentarán hoy en la Aula Magna de la Facultad de Arte y Diseño, en el marco de un encuentro de vientistas de todo el mundo. Será a las 20.

De Eslovenia con amor

Antonio Stirn, como sus compañeros del Octeto Esloveno de Mendoza, es hijo de inmigrantes provenientes del este de Europa. A diferencia de algunas agrupaciones propias de colectividades, su música se destaca por lo original e innovador (sin dejar de respetar la raíz folclórica del país que los inspiró).

“Llevamos seis años y varias presentaciones en Mendoza y en el exterior (en el 2001 actuaron en Estados Unidos). El grupo surgió en una de las tantas reuniones entre integrantes de la sociedad eslovena”, recuerda Stirn. El esloveno, asegura, es un pueblo amante de la música, una tradición entre ellos es cantar serenatas en la casa de las chicas. Muchos de estos artistas se conocieron en esas lides.

Las canciones del octeto se caracterizan por ser algo melancólicas: el repertorio está repleto de despedidas inspiradas por hombres de guerra que partían sin fecha de retorno. “Pero como decía mi abuelo, para toda ocasión de la vida hay una canción eslovena que cantar”, concluye.

Sheik, para todo público

Es una de las bandas mendocinas que más pergaminos puede exhibir: tocan desde 1982, han grabado siete discos, se han presentado internacionalmente y cuentan con un público vernáculo cautivo que les permite llenar en cuanto teatro se presentan. Son los Sheik.

“La música árabe que hacemos es la tradicional, pero la tocamos siguiendo el estilo propio del grupo. Es eso lo que más le gusta a la gente”, comenta uno de sus integrantes, el conductor y empresario Omar Abraham.

La música de Sheik ha cautivado a los públicos más diversos. En ello ha tenido que ver la cuidada puesta en escena de la banda, siempre acompañada de dúctiles bailarinas como Araceli. “Esto quedó demostrado el pasado 3 de julio en Mendoza, cuando se agotaron las localidades. Fue el relanzamiento del grupo: en octubre nos presentaremos en el Teatro Astros, plena Calle Corrientes de Buenos Aires”, asevera Abraham.

Allá lejos y hace tiempo

Mario Masera es un referente de la música del Renacimiento y del Barroco. Es integrante de Vocal 1500, de Parthenia y de Zeffiro; grupos que supieron recrear, en los teatros mendocinos, antiquísimas partituras de la historia de la música. En todos los casos, las interpretan con rigor de musicólogo y pasión de artista.

El repertorio de Vocal 1500 ofrece madrigales, motetes, villancicos, entre otros géneros. Para el 29 han agendado un concierto de canciones picarescas (siglo XVI), en un show que contará con la actuación de Ernesto Suárez. Por estos días, la banda que interpreta piezas del Renacimiento se aboca a grabar su primer disco.

Por su parte, Parthenia y Zeffiro exploran la música barroca (siglo VII y XVIII); la primera con instrumentos de cuerdas, mientras que Zeffiro lo hace íntegramente con músicos vientistas.

“La del Barroco es una música muy teatral, que sabe representar las distintas pasiones, la melancolía, la tristeza. La del Renacimiento es otra estética, más intelectual, más racional”. explica Masera. ¿A qué se debe el resurgimiento de este tipo de bandas en todo el mundo? “El hombre contemporáneo tiene la posibilidad de ver y escuchar para atrás y para los costados del mundo... Este tipo de proyectos artísticos es un buen efecto de la globalización; el único, tal vez”, responde entre risas Masera.

En el mismo plan, el de aunar investigación con preciosismo interpretativo, se encuentra Violetta Club. Se trata de un sexteto de cuerdas que trae las “voces” del primer Renacimiento. “No usamos instrumentos de época (que es un proyecto a futuro), pero igualmente rescatamos las técnicas de afinación o de golpe de arco, los arreglos y un repertorio de lo más antiguo”, especifica Gabriela Guembe, factótum de la propuesta.

La formación tomó el nombre del instrumento violetta (híbrido de la familia de viola y del violín), y de los clubes tipo fonda que inspiraron el nacimiento de la sala de concierto como la conocemos hoy. Interpretan danzas cortesanas, tales como pavanas, gagliarda y branle, entre otras.

“La renacentista es una música exquisita, muy fina, y la recepción de la gente es muy buena... Planteamos una relación muy cercana con la gente. No se trata de un concierto formal”, concluye.

La murga hace araca

El domingo a las 21 sube al escenario del Gran Rex (Buenos Aires 63) el color y ritmo de la murga uruguaya. Araca la Cana se pinta el rostro con los colores del arco iris y trae a Mendoza las melodías rioplatenses.

“Araca la cana” es el grito con el que un “campana” avisa a los canillitas (que juegan a los dados mientras aguardan la salida de los diarios) la proximidad de la policía. La murga es del Paso del Molino y sus creador original fue Manolo Lemo "Piano" en 1935.

Para agendar

Los Choleros, grupo festivo boliviano, actuará hoy a las 20 en el Aula Magna de la Facultad de Artes y Diseño, en el marco de un encuentro de vientistas de todo el mundo. Está formado por Mario Flores, Rolando, Freddy y Vicente García (director), Lucas Silva, Cristian Leiva, Juan Cruz, Mario Efron, María del Rosario Sañudo, Silverio Mallon, Walter Mamaní, Alfredo Miranda, Jose Peca, Daniel y Amil Chaira.

La agrupación de música celta Folixa (Natalia Marquet, Mario Efrón, Gabriel Quintero, Leonardo Quercetti, Mauro Marquet e Iván Marquet) se presenta el 7 de setiembre en el Teatro Quintanilla (Plaza Independencia).

Sheik, conformado por Mauricio Achem (director musical), Orlando Abraham (percusión), Pipo Ruggeri (bajo) y Oscar Abraham (voz), volverá a actuar el 9 de octubre en el Teatro Gran Rex.

Octeto Esloveno de Mendoza (integrado por Antonio y José Stirn, Matías Grintal, Ernesto Bajda, Vladimir Triep, Lucas Pablo Smon y Andrés Smon) girarán por el país. Preven para octubre presentaciones en Mendoza.

Violetta Club (grupo de cuerdas, música del Renacimiento) está formado por Sebastián Alcaraz (violín), Joel Di Cicco (violín), Alejandro Fiore (viola), José Luis Di Marco y Gabriela Guembe (violoncello) y Federico Abraham (contrabajo). Tocarán en octubre.

Parthenia (Sebastián Alcaraz, Alejandro Fiore, Mario Massera, Daniel Ganum y Gabriela Guembe) no tiene previsto presentaciones en estas semanas.

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