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Los Andes-Sábado 13: Hasta ahora, menos delitos que en 2003

Los números parecen no responder a lo que la gente percibe. Y por más que oficialmente las estadísticas delictivas indican que el crimen bajó en nuestra provincia, la sensación de inseguridad permanece, con situaciones que permiten especular que alcanza niveles cada vez más altos.

15 de noviembre de 2004, 11:37.

El ejemplo más claro surge de la cantidad de asesinatos registrados durante 2004, que presenta una disminución importante con respecto a 2003, año en que se registró el récord histórico de homicidios en Mendoza. La diferencia marca una tendencia favorable, con 21,5% menos casos en relación al año anterior.

Sin embargo, la escalada de violencia de los últimos días obligó al Gobierno a convocar al Consejo de Seguridad, se puso en tela de juicio las políticas aplicadas por la gestión de Julio Cobos en esta materia y aumentaron las movilizaciones de vecinos que se organizan frente a la inseguridad.

“La gente no se volvió mala de golpe. Las causas de la violencia hay que buscarlas en las estructuras sociales”, explica Silvia García Ocanto, socióloga que coordinó uno de los grupos que trabajó en la redacción del Plan de Seguridad elaborado por la Universidad Nacional de Cuyo.

La sensación de inseguridad se siente, pero es abstracta para establecer parámetros. Se percibe a través de diferentes conductas sociales que responden al temor de ser víctima de un delito. Entre las conclusiones del grupo académico, se afirma que “el sentimiento tiene escasa relación con el riesgo objetivo o con las experiencia de victimización”.

Dicho de otra manera, cuando en los primeros meses del año se informó que había bajado el delito porque así lo demostraban las estadísticas, se preveía una fuerte reacción. Desde diferentes sectores, como la Justicia -con datos propios-, se plantearon cuestionamientos que dejaron en evidencia que no se trataba de un problema matemático.

Según el Ministerio de Justicia y Seguridad, los asaltos a mano armada disminuyeron más de 40 por ciento en la primera mitad del año; siempre, comparado con el mismo período de 2003. Asimismo, los homicidios en ocasión de robo bajaron seis puntos en los índices estadísticos.

La crisis de seguridad se vio potenciada también por la crisis penitenciaria. Casi 10 por ciento de los homicidios en la provincia ocurrieron en el penal de Boulogne Sur Mer.

“Existe un monitoreo permanente desde la Nación sobre la situación carcelaria en Mendoza. El Estado nacional agotó los recursos y ahora espera respuestas”, explicó Alejandro Slokar, subsecretario de Política Criminal de la Nación.

Recuperar terreno

“Nuestro sentimiento de inseguridad cotidiano tiene mucho que ver, además, con la ruptura de la comunicación interpersonal; con un estilo de vida poco comunitario y que lleva a los ciudadanos a abandonar paulatinamente los espacios públicos. Encerrarnos hace que veamos esos espacios como amenazantes. Seguridad hace referencia a la satisfacción de los derechos básicos”, explican desde la UNCuyo.

En tanto, Silvia García Ocanto completa: “La seguridad no es algo que se puede comprar; no es una mercancía”.

El miedo global

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.

Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.

Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.

Los automovilistas tienen miedo a caminar...

Y los peatones tienen miedo de ser atropellados.

La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.

Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras.

Es el tiempo del miedo.

Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.

Miedo a los ladrones, miedo a la policía.

Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión.

Miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.

Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir.

Eduardo Galeano

Alejandra Danitz Familiar de una víctima del delito

Cada uno trata de tomar algunas precauciones para sentirse más seguro. Pero lo que pasó en los últimos días es terrible.

Después de lo que pasó con mi mamá (Beatriz Camacho, la maestra asesinada en agosto del año pasado) fue difícil salir a la calle. En mi caso trato de no salir de noche. Me da miedo. Y si salgo, voy acompañada.

Hubo alumnos de mi mamá que tuvieron que estar con tratamiento psicológico después del crimen. Y comencé a ver cómo algunos vecinos del barrio habían colocado rejas porque tuvieron miedo de que les pasara lo mismo.

Hay que cuidar a los chicos para que no sean víctimas de todas las formas de violencia. La familia tiene que volver a ser el núcleo de la formación de esos chicos y la gente sentirse digna trabajando.

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